Rodó los ojos hacia un lado por un segundo y luego me miró. —¿Qué hay con qué cosa en particular? —pidió aclarar. —¿Te has… tú y ella… ambos…? —Que si hemos tenido sexo —me ayudó. Asentí. —Eso —confirmé. —No que yo recuerde —dijo menando la cabeza y frunciendo el ceño ligeramente—. Nuestra relación es estrictamente profesional. —¿No te gusta? —pregunté, disimulando mi confusión. —La verdad no —meneó la cabeza luego de llevarse a la boca un poco de comida japonesa. —¿Pero… por qué? Si ella es, linda, perfecta. Supuse que sería tu tipo. Élan limpió sus labios con una larga servilleta que colgaba en sus manos como un pañuelo. —Los hombres no son mi tipo —dijo sorprendiéndome. —¿Qué dices? —fruncí mi entrecejo. —Gina en realidad es un joven ruso que al l