Narra el Escritor. Media hora antes. El asesino caminaba con tranquilidad y perfecto manejo fuera de los senderos del bosque, aguzando el oído ante cada pequeño ruido, cuidaba no pisar con mucha brusquedad. El río sonaba a metros delante de sus ojos y una maraña de ramas tapaba la vista, empezó a caminar de nuevo y decidió recostarse de un árbol de pino, armando su ballesta y asegurándose de que la cuerda estuviera lo suficientemente templada. >. Pensó el asesino, dudando si su mortal instrumento le haría sentir complacido si se encontraba algún alce con el cual practicar. Fijó su vista en varios puntos a lo lejos, deseando que comenzara la acción, pero al parecer todo iba a marchar de manera aburrida ese día, no quería terminar cazan