Ester. Tiempo presente. Todavía, con la cara desaprobatoria de Edrick mirándome como si me agradeciera no volver llamar al demente de su hermano “loco de mierda”, me giré hacia Élan que en ese momento aflojó un poco más su agarre. —Quiero ir —le supliqué—. Llévame a donde está ella. Élan me miró a los ojos como considerando si eso fuera o no, una buena idea. —Ya llévensela de aquí —pidió la señora protectoramente, aunque sin ser grosera—. Talvez necesite serenarse un poco. Noté su acento extranjero, definitivamente ya estaba perdiendo el hilo de su actuación de pretender pronunciar las palabras como si fuera nativa de Estados Unidos, ahora que estaba preocupada no le importaba afincar ciertas vocales y consonantes. —Vam