—Edrick… —comencé cuando ya íbamos en camino totalmente silenciosos—. He pensado en tu propuesta —quise cometer un sincericidio y él volteó a mirarme por un lapo corto—. Y… no sé si te guste la respuesta. Edrick, que estaba vestido con un traje color crema pero sin corbata, inhaló y exhaló, sin reunir el valor para mirarme. —Adelante —permitió tras ladear la cara en un gesto de “qué más queda”. Me tomé un solo segundo para pensar si sería buena idea hacerlo, pero no podría vivir en paz conmigo misma y con ellos si no era lo suficientemente clara, aunque el hecho de exponer mis pensamientos fuera como arrojarme a una condena cuyo final escapaba de mis conocimientos. —Me gustas —dije y él volteó de inmediato hacia mí pero regresando la mirada a la carretera rápi