Verdades.

1586 Words
—Keres deja de mirar ese celular y vámonos, ¿No tenías hambre?. —Si— lo miro —Pareces mi padre y eso que… —No quiero saber— me contesta. Lo sigo hasta el comedor y me siento en la silla contraria que él movió para mí, dice algo que no logro entender y después se sienta. —No van a comer las demás. —No tienen permitido comer aquí y mucho menos eso— señala la pizza —Tienen su propia dieta. —Maldito controlador— lo miro —Elijah— pone sus codos sobre la mesa y me mira —No, nada— le digo después de meditar lo que diría —¿Puedo comer?. —Adelante, toda tuya— señala la pizza —Tabita mi platillo. —¿No comerás lo mismo?. —No, prefiero un buen filete de carne. Me le quedo mirando y comenzó a comer, como estoy acostumbrada a comer en cierto tiempo, automáticamente dejo de comer y me levanto junto con mi plato. —¿A dónde vas?— me pregunta. —Termino la hora de comer y tengo que entregar… —Ya no estás en la cárcel. —Bueno, iré a lavar el plato— alguien del personal me quita el plato y se lo lleva —Podía lavarlo yo. —No empieces. Me vuelvo a sentar en la silla, sin saber qué hacer, no puedo ir a donde quiera porque no conozco la casa y él me acompaño a comer, dejarlo solo sería mala educación. —Señor Monroe. Al escuchar esa voz volteo para ver a la que antes llamaba madre, su cara se llena de sorpresa cuando ve algunos de los golpes que aún no sanan. —¡Por dios, Ana!— corre hacia mí y toca mi cara. —¡No me toques!— le grito de inmediato. —Señor Monroe, ¿Qué fue lo que paso? ¿Por qué Ana está asi?— pregunta preocupada. —Soy Keres señora, mi nombre es Keres— le digo inmediatamente. —Ana— me dice. —Apréndete mi nombre KERES— le digo —K E R E S— se lo deletreo —Ana murió hace mucho tiempo. —Si escucho que la llamas Ana una vez más olvídate de tu trabajo, si la tocas igual— le dice Elijah —Evítate la hipocresía de preocuparte por ella no te va. —Con todo respeto, señor Monroe, soy su madre y es normal que… —“Gracias a ti viviremos una buena vida, no nos llames y no nos busques si llegas a salir, desde ahora tú no eres mi hija, jamás regreses”— le digo —Eso fue lo que escribiste en la carta cuando entre a la cárcel. —Ya escuchaste— le dice Elijah —También es claro que el señor Monroe compro a tu hija, pero como escucharon no soy su hija, por lo tanto, tengo la libertad de irme de aquí, ya que Keres nunca fue comprada— me levanto de la mesa —¿Escucharon?. —A… Keres. —¡Keres!. —Si me disculpan. Aunque quiera irme de aquí no puedo, sus hombres me detendrán en segundos, asi que solo me queda irme a mi habitación, bueno si puedo llamarla mía. —¿Hablaste con tus hijas?— le pregunta Elijah. —Si señor Monroe. —¿Escuchaste Keres?— me pregunta al ver que me detuve —¿Qué fue lo que les dijiste?. —Les dije que— voltea a verme —Les dije el dinero no fue por las inversiones que usted me recomendó, sino que fue porque había vendido a su hermana a usted. —¿Qué más?— le pregunta Elijah. —Después su hermana mayor me pregunto por qué fue Ana. —¿Por qué elegiste a Ana?— le pregunto. —Porque, no podía vender a la más pequeña y la mayor ya no era virgen, pero Ana sí lo era. —¿Qué más?— le pregunto. —Les dije que el día del viaje fue planeado para que mi jefe la mirara y le diera el visto bueno, por eso ella se había ido aparte, pero cuando llegamos a la playa desapareció y después me entere de que fue condenada por tráfico de drogas. —No fue después— me acerco a ella —Ese mismo día, hablo por ayuda, te dijo que le pidieras a tu jefe las grabaciones de la playa, te suplico que la ayudaras. —Cosa que no hizo es claro— dice Elijah. —Esos millones con los que se dan buena vida, fueron el agua con la que se ahogó Ana— les sonrió —Aunque deberían de haber sido menos porque virgen no era. —¿Qué quieres decir?— me dice la señora. —Ana dejo de ser virgen a los 16, “la perdió” con su mejor amigo, también estuvo con la que en ese tiempo iba a ser su novia— miro a Elijah —Lamento que perdieras millones comprando una virgen que no lo era más— me suelto riendo. —Mientes— dice la que era mi madre. —Eso quisieras— le digo riéndome. Elijah se acerca a mí y me lleva a la habitación casi arrastrándome, ¿Lastime su orgullo o qué?, me lanza a la cama con fuerza y me suelto riendo. —¿Es verdad?— me pregunta molesto. —Sí— le contesto entre risas —Ana se acostó con su mejor amigo y vaya que lo disfruto, sin contar a la que iba a ser su novia con ella uff… —¡Cállate!. —Disfruto que la tocaran, que acariciaran… Elijah se me lanza y me calla con un beso que me quita la risa, hace años que no besaba a nadie y sentir sus labios en los míos es… Comienza a besarme con más intensidad, mientras que sus manos comienzan a tocar mi cuerpo, me quedo paralizada cuando aprieta con fuerza mis pechos, mi primer instinto es darle una cachetada, lo hice, eso lo detuvo al, contrario sujeto mis manos con fuerza para que no lo siga golpeando. —¡Basta!. —Tengo que probar lo que es mío— me dice sin dejar de besar mi cuello. —Para, Elijah me haces daño. —Nadie toca lo que es mío— me dice al girarme. Me pone de pecho contra el colchón mientras me besa la parte da atrás de mi cuello, esos besos, esos asquerosos besos, el sonido de su respiración, sus manos, el peso de su cuerpo, hizo que los recuerdos explotaran uno por uno. Me quedé quieta, cada cosa que hacía era… me ahogaba de dolor, entonces estallo la última bomba y esos sentimientos se multiplicaron por mil llevándome a la perdición, llore, me retorcí, grite. —¡¡NO!! ¡BASTA!. —Gime mi nombre. —¡PARA! ¡NO, NO MÁS!. —Solo tomo lo que me corresponde. La lucha contra él fue insuficiente y una vez más, alguien tomo provecho de mí, de mi cuerpo como les plazca… —Keres, lo siento yo…— dice después de unos minutos, tal vez una hora. —Quiero estar sola— mi voz salió como un susurro. —Déjame… —¡Ya hiciste lo que querías, ahora lárgate! ¡Lárgate hijo de puta!. —Lo siento— me dice antes de salir por la puerta que conecta con su habitación. Cubro mi cuerpo desnudo con las cobijas de la cama, algo debe estar mal en mí, porque si no tengo algo mal, como es que sigo atrayendo personas asi, como es que sigo pasando por lo mismo una y otra vez. La lluvia comienza a caer al paso de unas horas haciendo que me levante de la cama, el dolor aumento aún más, es como si las marcas de todo lo que viví brotaran en mi piel dejándolas como si acabaran de aparecer. Es como si los años de tortura aparecieran trazando un mapa con cicatrices, marcas que nunca desaparecerán e incluso crecen. Camino al baño para quitarme ese aroma que dejo impregnado en mi cuerpo y cuando llego me quedo parada mirándome al espejo trazo con mis manos las nuevas marcas, marcas que crearan nueva cicatrices, nuevos sentimientos y se expandirán en este mundo de dolor. No sé cómo, pero reúno todas mis fuerzas para dejarme de ver en aquel espejo y me meto a la regadera, el agua comienza a caer en mi cuerpo, se sienten como dagas perforando mi piel. Primero agua fría, después tibia y ahora caliente, quiero que esa agua inunde ese nuevo mundo en mi cuerpo, que lo borre del mapa porque uno más y no podré seguir, corrección ya no puedo seguir. El dolor que provoca el agua hirviendo en mi cuerpo no es nada para el que siento, el enojo comienza a invadirme, la impotencia de no poder hacer nada, de no poder morir como tanto anhelo, estoy arta de vivir. Tallo mi piel tan fuerte como puedo, tratando de quitar su aroma en mi cuerpo, pequeñas marcas de sangre empiezan a aparecer y aun asi no puedo, no puedo quitar eso de mí, comienzo a golpear los azulejos de la regadera, con todas mis fuerzas hasta que mis nudillos sangran. Ayúdenme, quien sea, mátenme y arrebaten este dolor que se siente peor que el mismo infierno, quien sea ayúdenme ya no quiero existir más.
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