Un año después.

1582 Words
El sonido de una máquina se escucha a lo lejos, mi mente se siente atraída hacia él como una luciérnaga a la luz, logrando que mis sentidos despierten de donde sea que estaban. Un dolor de cabeza horrible me ataca, y por instinto mis manos quieren ir a mi cabeza, como si eso lo calmara, pero ese simple movimiento se siente como si cargara varios kilos en mis manos. Abro mis ojos y la tenue luz resulta molesta, una incomodidad de tener algo en mi garganta despierta, junto mi fuerza para mover una de mi mano y después de varios intentos descubro la incomodidad, es un tubo. Una desesperación se apodera de mí, quiero moverme quitármelo, pero mi cuerpo no responde, las máquinas comienzan a sonar, me agito dando como resultado que se me dificulte respirar. De un momento a otro llegan a lo que creo yo que son doctores. Comienzan a poner una luz en mis ojos que me lastima, trato de señalar él tuvo. —Tranquila, ya te lo quitaré— me dice la médica. Con un movimiento rápido lo saca y puedo sentir mi garganta lastimada. —Toma un poco de agua— me acerca el vaso —De poco a poco no te exijas demasiado. —¿Qué…?— hago una mueca de dolor. —¿Qué te paso?— me dice la médica. —Si— contesto ronca. —Hace un año aproximadamente llegaste con una herida de bala en tu cabeza, ¿Recuerdas algo de eso?. Trato de recordar, pero siento mi mente vacía, como su una neblina cubriera todo, ¿Por qué no puedo recordar nada? ¿Qué me paso?. —No— le digo asustada —¿Por qué?.— digo con dolor. —Puede ser un efecto de la herida, pero para asegurarnos que no tengas algo te mandaré a hacer unos estudios. —No puedo— le digo exigiéndome —Todo está en blanco— trato de moverme y no puedo —Mis piernas. —Tranquila, tranquila— dice y mira que los monitores comienzan a alertar —¿Sabes tu nombre?. —No. —Keres, tu nombre es Keres ¿Se te es conocido?. —¿Qué pasa conmigo?— le pregunto llorando. —Te haremos unos exámenes— me dice —Tomografía completa, pide que me manden su archivo médico— le dice a otro médico. —Si doctora. Lo veo irse, pero la medica se queda conmigo. —No puedo contestar muchas de tus preguntas, es mi primer día aquí. —Igual el mío. —Tu voz estará un poco ronca, puede que sientas una molestia, pero regresará a la normalidad. —¿Cómo sabes mi nombre?. —Está en la entrada de la puerta, además hablaron de la bella durmiente que tenía un año inconsciente. —Soy famosa— le sonrió —Gracias por quedarte, es mucho para procesar. —Suele serlo. —Doctora— entra uno y le entrega un expediente algo grande. —¿Es mío?. —Lo es. —Me la llevaré a hacerle la tomografía— dice otro que entra. —Con cuidado— les dice. Estos me llevan y siento la mirada curiosa de todos, los camilleros se dan prisa y me llevan a una máquina, me pasan a otra camilla. —Si sientes que no soportas más, toca esta bocina— me la entrega. —No puedo. —Lo siento. Pone la bocina en mi mano, este sale y en minutos la máquina comienza a funcionar, el ruido es horriblemente fuerte, no sé si soy yo o asi es de fuerte. —No te muevas— me dicen. —No puedo… Como si me pudiera mover, solo puedo mover la cabeza, y con mucho esfuerzo y dolor un brazo, incluso puso la bocina en mi mano, ¿se está burlando de mí?. Los parpados se me cierran poco a poco, trato de mantenerme despierta, ¿y si no despierto? ¿Y si me pasa algo? No puedo dormirme, poco a poco comienzo a quedarme dormida, incluso aquel ruido tan fuerte se siente como una canción de cuna. —¿Estas son de ella? Realmente te aseguraste que eran de ella. —Sí, lo hice varias veces, son de ella. —Es imposible, ¿Quién hizo su cirugía?. —El doctor James, pero murió casi después de la cirugía. Me despierto escuchando aquella conversación ¿Tengo algo malo?. —¿Qué es lo que me pasa?. —Keres, ¿Cómo te sientes?. —Me duele la cabeza, ¿tengo algo mal?. —Miras esto— me enseña unas imágenes. —Sí. —Ahora mira esto— me enseña otras. En las primeras sale imágenes del cerebro raro, manchas oscuras y con fragmentos de algo, en las segundas se mira normal, creo, sin manchas ni fragmentos, sin contar que en la primera parecía estar hecho un desastre. —¿Es posible?— le pregunto. —No, realmente no lo es, casos como el tuyo no se sobrevive. —¿Entonces?. —El Doctor James era conocido por su vasto conocimiento en su rama de trabajo, antes de su muerte hablaba sobre un método que cambiaria vida— dice un doctor joven. —Bueno, dejemos eso, aparte, Keres tus resultados son asombrosos, tu lenguaje no se vio afectado por la bala y sus fragmentos, lo cual es excelente, asi mismo no afecto a tu sistema motor. —¿Entonces porque no puedo moverme?. —Tu cuerpo no estuvo en movimiento desde hace un año, digamos que estuvo dormido y necesita despertar, para esto tendrás que ir a fisioterapia ¿Entendemos?. —Ok— contesto —¿Y mi memoria? —A eso iba— me dice sonriendo —El hipocampo, es una parte de nuestro cerebro que controla la memoria, en las primeras imágenes se demuestra muy dañado, ahora está en perfectas condiciones, pero es posible que sea una de las causas. —Ok. —¿Recuerdas cosas básicas? ¿Cómo que es un lápiz, una TV, una manzana?. —Sí. —¿Recuerdas tu nombre, edad, tu dirección?. —No, nada que tenga que ver conmigo. —Recuerdas entonces cosas básicas, pero nada personal, bien, esto puede ser debido al trauma o por una lesión cerebral, pero diría más que es por el trauma, psiquiatría puede ayudarnos en esa área ¿Tienes algún problema con eso?. —No. —Solicita una consulta con psiquiatría— le dice a sus ayudantes. —¿Regresará mi memoria?. —Es posible— me dice —Sin embargo, un caso como el tuyo no podemos asegurarte si regresara a no. —¿No hay nada para hacer que regrese?. —Terapia… Algo en mí me dice que es mejor que no regrese, mi cuerpo grita que es mejor vivir asi, es una sensación realmente extraña y atemorizante. Pero siento más miedo el no saber como una bala termino en mi cabeza. —¿La policía dijo algo de lo que sucedió?. —No, al parecer tu caso fue catalogado como intento de suicidio— dice el médico. Suicidio… Suicidio… Yo me intenté suicidar, ¿Por qué me haría eso?, la cabeza me da un dolor que me logra quitar el sentido del espacio. —¿¡Que es lo que pasa!?— me pregunta la médica. —La cabeza… —Trata de no pensar en lo que acaba de decir— me dice al mismo tiempo que toma mi mano —Puede ser verdad o mentira, no es seguro. Su tacto con mi piel provoca una extraña forma de calmarme, el dolor disminuye poco a poco, es como si ella me salvara de entrar a un agujero n***o. —No sabes que exponer a los pacientes a recuerdos puede ser malo para su mente. —Lo siento— dice el médico —Yo… yo lo olvidé. —Estudia ese apartado y apréndetelo bien, si quieres ser un buen neurólogo, sal de la habitación. —Pero. —Pero nada, regresarás a mi guardia en una semana. —Lo siento, con permiso. Lo veo salir de la puerta y la medica le hace la seña para que los dos salgan dejándonos a solas. —Tu mente nos dejará saber cuando ya sea hora de recordar. —¿Y si nunca recuerdo?. —Entonces comienza una nueva vida— me dice —No te lo digo profesionalmente— me aclara —Es bueno saberlo— le sonrió —Pero hay algo que tengo que saber. —Si puedo decírtelo, te lo diré. —¿Quién paga mis facturas médicas y tratamientos?. —No tengo esa información, pero puedo averiguarlo. —También puede averiguar si tengo algún familiar o información extra sobre quién era. —Trataré. —Gracias. —A ti. —¿Por qué ami?. —Por despertar, por darme la oportunidad de ser la doctora de un caso tan increíble. —¿No profesionalmente?. —No, profesionalmente— me contesta —A personas como yo, esta clase de casos son como un cofre de oro. —Mi cerebro es su mina de oro— le digo riéndome. —Aprovecharé esa mina de oro. —Pero si se hace millonaria, págueme un poquito, o deme créditos si gana un premio nobel en medicina. —¿Sabes de eso?. —También sé de los premios nobel en fisiología. —Cada vez me das más curiosidad Keres. —Lo mismo digo ¿Doctora…? —Maciel, Maciel Larsson. —Gusto en conocerla doctora Larsson.
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