Tres años después.

1416 Words
Desde que desperté hace casi tres años me ha ido bien, mi salud, mis negocios, excepto mi vida amorosa, esa ha sido una montaña rusa, llena de delirios, risas, llanto, sexo, mucho sexo. Fuera de eso, mi vida es maravillosa, tanto que me parece que vivo la vida de otra persona. —¿Te tienes que mudar exactamente hoy?— me pregunta Maciel. —Sí, él de bienes raíces dijo que hoy era el único día que podía. —Pero quedaste de salir conmigo y Vero. —Mira, amo a Vero y te amo a ti, pero hoy no soporto una dosis de dulzura y romance, apóyame con esto, si no me mudo hoy tengo que esperar un mes y eso significa perdidas. —Antes te gustaba, todo esto y todo lo de Vero. —Ja, buena jugada— le digo —Pero no me vas a tentar, no hoy tal vez otro día. —Podemos compartir cama y también podemos… —Amo los tríos, pero hoy no— le doy un beso —Diviértete. Agarro mis llaves y mi bolso, salgo huyendo de mi departamento antes de que diga más cosas y me tiente a quedarme, cosa que sabe hacer muy bien desde que se mudó hace dos años conmigo y no podemos olvidar a Vero, juntas es un infierno de placer. Me recuerdo dos veces que tengo que cambiarme de oficina hoy para no detenerme y regresarme a aceptar esa propuesta indecente, me subo en mi coche y conduzco al lugar que tanto me costó conseguir, el último piso de la torre K. Tuve que pagar millones por él, pero vale la pena, a pesar de que una compañía ocupa todos los pisos de abajo, logre conseguirlo antes que ellos, ¿Por qué una empresa tan grande no tiene su propio edificio? 24 de los 25 pisos le pertenecen no le encuentro sentido. —Mila— contesto a la llamada. —Keres te estamos esperando ¿Dónde estás?. —A dos cuadras. —El servicio de mudanza ya está aquí, no podemos entrar porque tienes la llave de la oficina. —Una cuadra. —Les diré que bajen todo. —Nos vemos. Cuelgo la llamada y acelero, llego en menos de un minuto y prácticamente salgo corriendo a la entrada, mierda, no debí de ponerme tacones. —Llegue, síganme— les digo al personal de mudanza. —¿Por qué tardaste tanto?— me pregunta Mila. —Maciel. —¿No debería de estar en el hospital? —Ojalá— le digo —Por aquí— guio a las personas. —¿Y por qué no está?. —No tenía cirugías programadas. Abro la nueva oficina y desde ya quedo sorprendida por la vista tan maravillosa que tiene este edificio, los de la mudanza comienzan a llenar poco a poco el piso con cajas y muebles, por fin siento que ese sueño se hace realidad. Grupo Thompson en el mejor piso de la torre K, una de las mejores en el sector. —¿Cuánto nos costó?. —Unos cuantos millones. —¡Keres!. —Tranquila, lo pagué con mi dinero, la empresa está bien. —¿Qué paso con tu contrincante?. —Ni idea, el de bienes raíces dijo que no contesto para una contraoferta por más llamadas que hizo, asi que me lo quede. —Eso, eso se llama suerte. —Ese es mi segundo nombre, Keres suerte Thompson. —Ridícula. —Tal vez, pero no me digas que no vale la pena, tienes tu oficina, allá está la mía, el área de descanso por allá y… —A los clientes les encantara. —Imagínate, se abre el elevador y el Thompson con letras doradas te recibe junto con la recepcionista. —El recepcionista— me corrige. —¿Cuándo cambiamos? —Renuncio cuando entro a tu oficina. —¿Por qué entraría a mi oficina?. —A dejar un paquete, no estaba yo y bueno entro. —Pero saben que no tienen que entrar a mi oficina. —Y lo hizo, tu segundo negocio la asusto. —Como sea, el recepcionista te recibe, te pregunta a qué área va y guía al cliente al área correcta, para asi generar dinero y se una a la familia. —Puedo ver tu idea, a nuestros clientes les encantara nuestro nuevo lugar, sin contar que es más grande y parece mucho más profesional. —Exacto, por eso eres mi mano derecha. —Tal vez podamos hacer cliente a nuestros vecinos. —¿Qué hace?— le pregunto interesada. —Joyas, es una prestigiosa marca de joyas muy conocidas, aunque se dedica a otras cosas. —Interesante…— le digo pensando una idea —Joyas como regalo de agradecimiento por el primer aniversario, una a cada personal que estuvo desde el día cero. —Demasiado, muy exagerado, costoso y nada rentable. —Es en agradecimiento, no pido nada extravagante, un collar con su nombre, un anillo además solo sería unos 15. —Dije que no— me advierte y se va —Gruñona. Mila a veces es un poco, bueno, muy controladora con respecto al dinero, entiendo su punto, sin embargo, creo que agradecer con algo especial a los que iniciaron desde cero en esta empresa se lo merecen, por ellos llegamos a ser tan grandes y crecer a una escala rápida. Confiaron en una mujer sin estudios, pero con un sueño y ahora tiene su empresa en uno de los pisos más codiciados de toda la ciudad, a punto de decirle al mundo que el grupo Thompson ha logrado llegar más lejos que cualquiera pensó. El grupo Thompson arrasará con el mundo de los eventos y los que decían que no suplicaran porque les organice algo o que colaboremos juntos, pero no aceptaré sus disculpas, me gustan que no falten su palabra. Realmente estoy orgullosa de mí, por seguir adelante y triunfar como quise unos años atrás, sin duda soy increíble. El tiempo pasa rápidamente y puedo ver al personal corriendo de un lugar a otro, desde mi perspectiva parece tener cámara rápida, viendo como todo se convierte en increíble. Todos los muebles instalados, seguridad, todo terminado, entras el equipo de limpieza, tomando el control del desastre que se formó gracias a la mudanza. —Oye tú— lo señalo. —¿Yo?— se señala el muchacho. —Sí, ¿Cuántos años tienes?. —30. —¿Tienes otro trabajo?. —Solo este. —¿Quieres trabajar para mí?— le pregunto. —¿Haciendo qué? —Modelo, tienes buena imagen, tu amiga también ¿Quieres trabajar también conmigo?. —¿Qué tipo de modelaje hacen?. —Depende de mi humor— le contesto —Pero creo que entraría en la categoría de arte, soy pintora. —¿Cuándo y cuanto es…? —Mañana ¿3000 está bien?. —¡Sí! Demasiado bien, ¿Cuándo me quiere aquí?. —Igual yo— me contesta la muchacha. —Mmm a las 12, pero si llegan un minuto tarde el trabajo se cancela. —Trato. —Entreguen esas tarjetas al recepcionista y él los traerá conmigo. —Perfecto, nos vemos mañana. —Los espero.— les digo sonriendo. Los miro trabajar y puedo verlos plasmados en mi pintura, cuerpos diferentes expresando arte y erotismo al mismo tiempo, los colores vienen a mi mente programando una paleta de colores, en tonos rojos y rosas. —Deja de mirarlos asi. —¡Mierda!— salto del susto. —Dime que no les entregaste la tarjeta, por favor dime que no. —No. —Gracias por ser normal… —Pero como no soy de las que dice lo que la gente quiere escuchar, la respuesta es un sí. —¡Keres! Por favor dime que les dijiste que eres pintora. —Sí, míralos, sus cuerpos son arte— los miro nuevamente —Avísale a Jorge que en unos días tendré una nueva colección, gama de colores rojos y rosas, después le diré el nombre. —¿No hay forma que cambies de parecer?. —No Mila, todo está en mi mente, mañana pondré mis manos en sus cuerpos. —Maldita sea Keres, haz que firmen el contrato, no quiero problemas. —No abra problemas, eso te lo puedo asegurar. Me giro a la gran ventana y la luz del atardecer la atraviesa iluminando el piso de colores naranjas con toques rojizos, eso me hace sentir que este es el lugar indicado y que algo nuevo está por suceder.
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