Ginevra había sido arrollada con fuerza por el coche, su cuerpo lanzado varios metros por el aire antes de chocar contra el pavimento. Las consecuencias fueron inmediatas y visibles: una fractura en la pierna derecha que requirió cirugía para reparar el hueso roto en múltiples puntos, además de una fractura de clavícula que la mantenía inmovilizada de un brazo. Sus costillas habían soportado gran parte del golpe, y al menos dos de ellas estaban rotas, lo que le causaba una dificultad notable para respirar. Su rostro tenía marcas de rasguños y golpes, pequeños cortes producto del impacto contra el suelo. Pero lo que más preocupaba a los doctores, y a Simone, era el golpe en la cabeza que había sufrido. Si bien no presentaba un traumatismo craneal severo, la conmoción cerebral había sido