CAPÍTULO OCHO La dirección que les había dado Pamela Torrence les llevó a las afueras de Strasburg. Unas cuantas carreteras secundarias les alejaron de la ciudad y les metieron en una serie de carreteras del condado. Eran carreteras sin señalizar, sin líneas que distinguieran los carriles o los laterales, solamente lenguas de asfalto serpenteantes que les llevaron hacia el interior del bosque que rodeaba la ciudad. Por el camino, Mackenzie tomó nota de varias verjas cerradas con candado al lado de la carretera, protegiendo lo que parecían ser caminos de tierra que se adentraban aun más en el bosque. La mayoría de estas verjas tenían un letrero colgado que decía ¡PROHIBIDA LA ENTRADA! PROPIEDAD DE seguido por el nombre de uno de los varios clubs de caza. “En fin, esto sin duda reduce el e