Cap 6

1820 Words
—Esta mujer está loca. — es lo único que puedo decir y por primera vez en mucho tiempo, siento paz dentro mío. Soy un egoísta, lo se. Después de todo mi hija necesita de su madre, pero ella es aún más egoísta al dejarla. —Y dice que por primera vez piensa primero en su felicidad ¿Cuándo dejo de pensar en ella? — sonrío irónico. Sin pensarlo dos veces, llamo al abogado de la familia para que me diga que todo esta en orden y no hay ninguna trampa en esto. Hombre precavido vale por dos; acordamos encontrarnos mañana por la mañana y al cortar la llamada, me dirijo a la puerta de entrada ya que alguien llama. —¿Dónde está mi princesa? — entra mi madre sin saludar, como de costumbre. —Hola mamá, yo bien, gracias por preguntar — digo divertido —Lo siento cariño. — se acerca y besa mi mejilla — ¿Dónde esta Lena? — blanqueo los ojos y sonrío señalando arriba. —Duerme. —Oh… iré a despertarla. —Esper mamá, quiero hablar contigo. — digo en tono serio —Hijo ¿Qué ocurre? Me preocupas —¿Enserio? Hasta recién no parecía — rio y recibo un golpe de su parte. — ya ya. — digo sobándome y tomaos asiento en la sala. —¿Qué ocurre León? — no digo nada y extiendo el sobre con los documentos. Ella los observa por arriba y me mira asombrada, minutos después está saltando de felicidad y admito que aunque se que no le agradaba nada Lucrecia, jamás esperaría esa reacción. — ¡Por fin, hijo! ¡eres libre! —Si… bueno… —No me digas que te afecta que esa se haya marchado. —No, a mi no. —Hijo, Lena estará mucho mejor sin ella. Sabes que nunca le presto la suficiente atención como para que mi nieta desarrolle algún tipo de sentimiento por esa tipa. —Es su madre ¿Cómo pudo dejarla? ¡Es una niña! Yo sé lo que va a ser su crecimiento sin ella— luego de decir eso, sus ojos se cristalizan y me golpeo mentalmente. —Lo siento. Se que tú sabes lo que es crecer los primeros años sin una madre. —No mamá, no lo dije por eso, yo… —No. Tienes razón y no hay día de mi vida que no me arrepienta de dejarte solo, hasta el día de hoy tengo pesadillas y me odio por ser tan débil y tomar una decisión tan cobarde — las lágrimas no tardan en aparecer y me acerco para acunarla en mis brazos. —Pero me buscaste y estoy muy agradecido, porque desde que te conocí mi vida ha sido sin dudas, la mejor. Me has hecho un hombre hecho y derecho madre y te amo. — seco sus lágrimas y los gritos de Lena nos llama, ambos subimos a la habitación de mi pequeña y cuando mi madre aparece en su visión reemplaza el llanto por risas. Mi pequeña ama a su abuela tanto como ella ama a mi hija. […] La mañana siguiente, como habíamos acordado, me encuentro en la oficina del abogado de la familia. Después de revisar minuciosamente los documentos me da el visto bueno para firmar y me aconsejo no tirar la carta que escribió Lucrecia por si el día de mañana regresa pidiendo la custodia de mi hija, yo tenga de que agarrarme para ganar, y así hice. León – Antes —León, tenemos que hablar. —¿Qué quieres? ¿no te quedo claro que no quiero nada contigo? Ya has arruinado mi vida demasiado como para seguir con esta mierda. — digo histérico. Ya no soporto esta situación. He buscado por todos lados a Emily y no hay rastros de ella, El único que sabe de su paradero es Sebastián, su hermano, pero esta renuente a darme información. Sabe que la lastime y me quiere lejos de ella, aún más lejos de lo que estoy. —Pues tú también has arruinado mi vida, fíjate. — dice molesta y eso provoca aún más mi rabia, pero lo que dice me deja perplejo, no sé cómo actuar, no sé qué hacer. Siento que el aire me falta y de pronto todo se mueve dejándome atontado, mareado y confundido. —¿Qu…que dijiste? —Lo que escuchas. Estoy embarazada. —No… ¿Cómo es eso posible? —Bueno, cuando dos personas tienen relaciones y no se cuidan, esas cosas suceden. — dice tajante. —Yo… —Desde ya te digo que no pienso abortar. Y tienes que dar la cara frente a mis padres. —¿Ya les dijiste? —Claro que no. Ellos esperaran a que te responsabilices de tus actos y te cases como corresponde. De ninguna manera aceptaran que tenga un hijo fuera del matrimonio. —¿¡QUE!? León-Ahora Llego a casa de los Fiore y todo es un caos. Gente por todos lados acomodando y sacando adornos, mesas, manteles y demás. Intento no prestar atención a los detalles porque duele, quedan unos días para la celebración, para que una nueva barrera se interponga entre el amor y yo. —León, que bueno que llegas. Necesito tu ayuda — comenta Adam apenas me ve. Lo sigo sin chistar hasta el patio trasero, donde se celebrará la recepción y aunque será una ceremonia pequeña, hay bastantes mesas. —¿Para que soy bueno? —Ayúdame a colocar el altar, está un poco flojo y mi mujer me regañara y me castigara si no lo arreglo, tu entiendes — Dice y me guiña un ojo, lo que me hace reír. Estamos un rato peleando con el maldito altar que se mueve de un lado para otro, hasta que por fin logramos dejarlo estable, cuando entra Emily en brazos de su futuro esposo, la imagen me rompe un poco más por lo que rápidamente volteo a ver otro lado, simulando que sigo pendiente de cada detalle del maldito altar y la verdad es que, si fuera por mí, lo haría pedazos en un segundo. —¿Cómo van por acá? — pregunta el ladrón que tengo frente —Bien, renegando un poco, pero ya lo tenemos todo controlado — responde Adam — ¿Verdad León? — pregunta e inevitablemente miro al frente, conectando con ella y las ganas de robármela, llevármela lejos y formar una familia con ella y los niños se me hace tentadora. —Eh… si… ya está todo perfecto. —Gracias — dice mi enana con una sonrisa y luego besa la mejilla de su padre. Maldito suertudo. — Bueno, veníamos a avisar que ya está la cena. Dice mama que te apures, sabes que no le gusta esperar — comenta divertida y se marcha como vino, en los brazos de otro hombre. —Bueno — Adam golpea mi hombro — a cenar. Emily – Ahora Estamos a unos días de la boda y por fin empiezo a disfruta de cada instante. El jardín esta ya casi listo para la recepción y aunque habíamos acordado que sería algo pequeño e íntimo, todo se volvió un caos y terminaron siendo casi doscientos invitados entre familiares, amigos y socios de papá. El asunto del vestido se solucionó después de un día de recorrer todas las tiendan neoyorquinas y aunque esta fuera de la tradición, escogerlo con Renzo fue realmente divertido y agradable, aunque a él le gustaba cada cosa que me ponía. Esta mañana, por fin llego mi amiga y pasamos una tarde de chicas junto a mi madre y a mi madrina, invitamos a mi suegra, pero tenía que recibir a unos parientes que llegaban hoy, también por la boda. Por la noche, al llegar a casa, esta todo demasiado silenciosos y oscuro. —¿Amor? — silencio. —Renzo ¿Estas en casa? — de pronto escucho una suabe melodía que llega desde arriba, al llegar noto la luz de nuestra habitación encendida, por lo que deduzco que está ahí, sin pensarlo entro y me quedo de piedra ante la imagen que tengo frente a mí. La cama llena de pétalos, y todo es iluminado por las pequeñas velas que llenan la habitación y lo vuelve todo más romántico. Busco con la mirada a Renzo, pero no lo encuentro, de pronto siento unas manos rodeándome y con solo su toque sé que es él. —Amor, esto es… — empiezo a decir, pero me interrumpe cuando empieza a cantar con la voz de Yatra de fondo, «No hay nadie más» suena en el parlante. —Recuerdo aquel día, como si fuera hoy…— cada una de las palabras hacen que mi cuerpo se erice, cada palabra que me dedica hace que me enamore un poco más de él. — sé que no soy el mejor interprete, pero di lo mejor de mi — dice cuando la canción termina. —Eres el mejor, no sé qué hice para merecerte, pero soy feliz de tenerte a mi lado y soy feliz al saber que estarás aquí, hoy y siempre. Te amo — digo sin aguantar más las lágrimas y apoderándome de sus labios. —Desde que llegaste a mi vida, me has hecho el hombre más feliz del universo. — nuestros labios vuelven a unirse en la danza del amor, sus brazos me rodean y me guía cuidadosamente hasta la cama — la idea era cenar y luego comerte como postre, pero hoy tengo ganas de empezar directamente por el postre. Me posa en la cama y va deshaciéndose lentamente de cada prenda que cubre mi cuerpo. Al terminar, comienza a dejar besos por cada parte de mi cuerpo hasta llegar a mi zona, que de solo pensar lo que se viene, se humedece. —Me encanta que te pongas así por mi — con un dedo acaricia mí, ya hinchado botón de placer que exige más y más y se me escapa un jadeo cuando lo siento hundiéndose en mí. —Amor… —¿Qué ángel? Dime que quieres. —A ti… por favor. —lamento decirte que no podrá ser, esta vez planeo llevarte al máximo, que explotes una y mil veces antes de hacerte el amor. — y así lo hace. Juega con mi zona intima logrando que me venga dos veces hasta que por fin lo siento posicionarse entre mis piernas, restregando su gran erección por mis pliegues, desde arriba abajo. — ¿Cómo es posible que cada minuto que pasa te amo más? — dice mientras va adentrándose en mí, no respondo, no puedo. El placer que me produce con sus caricias, con sus besos y con sus embestidas me tienen la mente nublada Esa noche me hizo una vez más suya, más de lo que ya lo era y me hubiese aferrado más a él si hubiese sabido lo que se venía después.
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