Emily – Antes
Entro a un local de café que se encuentra cerca del campus, voy repleta de libros y ensimismada en mis pensamientos y no es hasta que mis libros y apuntes se encuentran regados por el piso que no vuelvo al mundo real dejando de lado mis estúpidas fantasías.
—Lo siento — me disculpo y me agacho a recoger todo antes de perder algo — realmente venia con mi cabeza en las nubes y no preste atención a lo que hacía o por donde venia.
—No te preocupes ¿te encuentras bien? — Levanto la mirada cuando el susodicho se inclina para ayudarme y nuestros ojos conectan, instintivamente sonrío — parece que estamos predestinados a chocar — dice mostrándome su amigable sonrisa.
—Eso parece.
—Para disculparme, te invito un café — señala la mesa frente a nosotros que se encuentra vacía.
—Emm… lo siento, pero tengo que entregar un trabajo y tengo que concentrarme.
—Ósea que para ti soy una distracción ¿demasiada belleza? — comenta divertido mientras hace poses de ¨modelo¨ a lo que respondo con una carcajada — de acuerdo, pero me debes un café, la próxima será.
—¡Oye! ¿y por qué soy yo quien te debe el café si tú me invitaste?
—Porque rompiste mi corazón al rechazarme — toca su pecho con dramatismo. Volteo los ojos.
—Bien, cuando tenga un minuto libre te invito un café — sonríe con satisfacción e intercambiamos números para estar en contacto y luego se marcha dejándome sola, una vez más ensimismada en mis pensamientos «¿que estará haciendo? ¿me extrañara como yo lo hago?» El sonido de mi teléfono me llama y es un mensaje del recién agendado. «Espero con ansias tu invitación. Por cierto, estabas hermosa hoy. R» sonrío, pero no respondo, tengo que concentrarme en el maldito trabajo.
Emily – Ahora
Me despierto desperezándome en mi cama, el brazo de mi amado me rodea posesivamente y me quedo observándolo unos minutos embelesada.
—Si me sigues mirando así, me vas a desgastar — dice, aun con los ojos cerrados.
—No me canso de ver lo hermoso que eres — comento sonriendo.
—Si, ya me lo han dicho — comenta ganándose un manotazo de mi parte. — auch — se queja
—Te lo mereces.
—Lo que merezco son besos tuyos. — me toma de la cintura y me jala contra su cuerpo provocándome risas
—¿Sabes que estamos haciendo todo en contra de las tradiciones?
—¿Por qué lo dices?
—¿Cómo por qué? Amor, me acompañaste a comprar el vestido, que se supone no me podés ver hasta que aparezca en la puerta de la iglesia y para variar, dormimos juntos cuando bien dicen que los novios no pueden verse hasta la hora de la ceremonia.
—Sabes que no soy supersticioso y ni loco estaría lejos de ti por más de veinticuatro horas. Así que vamos a ducharnos y a prepararnos para nuestro gran día. — besa mis labios y se levanta llevándome con él, en brazos, hasta la ducha.
La mañana pasa en un abrir y cerrar de ojos.
Renzo me pide que coma, aunque sea una fruta, pero me niego, ya que, mi estomago esta revuelto. No sé si son los nervios o es porque tengo un presentimiento feo. Sacudo mi cabeza en un intento de borrar todo lo negativo de mi mente y me concentro en lo que hace mi madrina.
—Bueno, preciosa. Ya estás lista — me observo en el espejo y quedo feliz por el resultado. Un maquillaje sencillo con tonos natural, como me gusta, si ser demasiado ostentoso, y para mi cabello, un recogido que consta de dos pequeñas trenzas que se unen en la parte trasera en una cola de caballo un poco despeinada y pequeñas ondas. ¡Es perfecto!
—¡Me encanta! Gracias madrina, no sé qué haría sin ti y sin mamá
—Ser la mujer bella y valiente que eres ahora. No te voy a negar que me hubiese encantado que formaras una familia con mi hijo, pero también te digo que amo verte feliz con ese chico que te trae loquita. Eres y serás siempre la pequeña diabla que siempre me espantaba los novios — dice riendo entre lagrimas
—No digas esas cosas que me harás llorar a mi — digo a punto de derramar unas cuantas lagrimas también
—Solo prométeme que serás feliz y que, si en algún momento no lo eres, vendrás y me lo dirás.
—Lo prometo. Aunque, Renzo jamás me haría sufrir.
—Lo sé, es demasiado perfecto para ser real. Déjame inventarle unas cuantas imperfecciones. — ambas reímos y nos abrazamos. — bueno, me iré a la iglesia, tengo que calmar a tu madre que esta como una magdalena. — blanquea los ojos y de reírnos de mamá, se va.
Busco el vestido en mi armario y me lo coloco. Me observo en el espejo y hace mucho no me veía de esta manera, con una sonrisa de oreja a oreja y mis ojos tienen vida. Mi subconsciente no puede evitar imaginar como seria mi vida hoy en día, si tan solo León no me hubiese lastimado. ¿Estaría caminando hacia el altar con él? ¿Estaríamos esperando nuestro primer hijo? ¿O simplemente seguiríamos siendo la pareja de novios enamorados hasta la cabeza?
Niego borrando esos pensamientos que me llevan a uno que definitivamente no tiene que siquiera pasar por mi mente, porque en el fondo, muy en el fondo, me hubiese gustado que nuestra historia tenga un final feliz.
—Por dios… — dice Renzo a mis espaldas, estaba tan absorta que jamás oí la puerta abrirse — Estas… — lagrimas brotan a montones y me acerco a él, rodeando su cuello con mis brazos.
—¿Cómo? ¿Cómo estoy?
—Hermosa, mi ángel. Definitivamente soy el hombre más afortunado del planeta. Me gane el premio mayor.
—Lo mismo digo, cariño.
—Vamos ahora, antes de que te arranque ese vestido y te haga nuevamente mía, antes de dar el sí. — me ayuda con el zíper del vestido y nos encaminamos al auto.
En el trayecto a la iglesia, conversamos de todo, nos reímos y escuchamos música. No entiendo porque estoy tan nerviosa sí sé que todo saldrá bien, no es como que al momento de dar el sí, Renzo fuera a salir corriendo… ¿verdad?
—¿Qué pasa amor? Te noto distraída.
—No saldrás corriendo ¿verdad? — voltea a verme con el ceño fruncido y niega
—¿Cómo por qué saldría corriendo? No lo hice antes, menos lo hare ahora.
—¿Cómo que antes? — pregunto confundida y el suspira sin apartar la vista del camino.
—Mira Emily — dice y suspira — nada, olvídalo. Cosas mías.
—No Renzo, cosas tuyas no. Somos una pareja, estamos a punto de casarnos. Debemos tener confianza entre nosotros para que esto funcione, para que seamos una verdadera familia.
—Confianza — dice en un tono irónico mientras ríe sin gracias. — Te amo demasiado, Emily. Y estoy dispuesto a olvidar todos tus errores del pasado. Solo… sigamos como hasta ahora. — me enfurece su actitud, no sé qué le está pasando y porque se comporta de esta manera. ¿Cómo puede ser qué a minutos de llegar a la iglesia, estemos peleando?
—Me puedes hablar claro, que no te estoy entendiendo.
—¿Qué quieres que te diga? — Dice ahora, mirándome enojado — ¿Qué soy…? — y antes de poder terminar siquiera la oración, un golpe seco con impacta, todo da vueltas, los vidrios vuelan por doquier golpeando en diferentes zonas de mi cuerpo, una puntada atraviesa mi vientre y es lo último que recuerdo.
León - Ahora
A pedido de mi madre, y por respeto a la familia que se ha convertido en mi familia, me encuentro en la tercera fila sentado, esperando a que el amor de mi vida llegue para darle el sí, a otro.
Mentiría si dijera que no me estoy muriendo por dentro, pero también estoy feliz, feliz porque encontró a alguien que la cuida, que la ama y que la protege como yo no pude hacerlo, me basta con solo verle los ojos para darme cuenta de que es lo que ella quiere, y eso me deja en paz, borrando un poco la culpa que siento, por ser el causante de su corazón roto, aunque ya haya sanado, un atisbo de culpa aún queda en mí y es también porque aún la amo.
Los murmullos de los demás invitados me llaman la atención, hace ya quince minutos tendrían que haber aparecido los novios y nada.
Los invitados comienzan a ponerse ansiosos y el cura avisa que no puede retrasarse más ya que luego de esta boda tiene que presentarse en otra. Que descarado.
—¿Estás segura de que estaba bien? — escucho a Sarah preguntarle a mi madre.
—Ya te dije que sí, amiga. Tranquilízate, ya han de estar por llegar.
El teléfono de Adam comienza a sonar, se disculpa y se aleja un poco para atender.
El sonido que produce el impacto del aparato cuando cae de las manos de Adam, nos hace voltear a todos y rápidamente, Mark se acerca a él.
—Hermano ¿Qué ocurre?
—Ellos… el auto… mi niña — solo incoherencias salen de sus labios, sin apartar la vista de su mujer hasta que mi padre lo cachetea para que entre en razón, ambos se miran y solo eso basta para que los hermanos se entiendan. Adam sale corriendo y Mark se acerca a mi madre y a Sarah quien está más nerviosa de lo que estaba minutos atrás.
—¿Qué pasa? ¿Dónde fue Adam? ¡contesta, Mark!
—Cuñada… tranquilízate ¿sí? Adam recibió una llamada donde le explican que… el auto donde venía mi sobrina…
—¿Qué? ¿el auto en el que venía Emily, qué? — pregunta ansiosa e histérica mi madre
—Fue impactado por un camión de carga, Adam está yendo al hospital. — las palabras suenan huecas, mi pecho sube y baja y no soy capaz de controlar mi respiración. Tengo arritmia. Mi cabeza me juega una mala pasada mostrándome todo tipo de escenario catastrófico.
Emily.
No, ella debe de estar bien.
Mi enana. Mi pequeña de ojos color esmeraldas. Mi vista se vuelve borrosa debido a las lágrimas que se aglomeran y pelean por salir, pero me prohíbo hacerlo.
La madre de Renzo se acerca a Sarah y le pregunta preocupada que es lo que ocurre. Sarah la mira con intención de explicarle, pero cuando abre la boca para decir algo, se desmaya y todo se vuelve un caos.