EL PACTO

1370 Words
ALONSO - ¿A dónde vas a esta hora mi amor? - Nuestros problemas se solucionaron Lucrecia, los Ponce me rogaron que haga negocios con ellos, tú sabes, mi talento no ha pasado desapercibido. Están tan desesperados que casi me suplicaron que vaya ahora mismo a cerrar el trato. - Es que tú eres excelente, solo nuestra mala suerte por culpa de esa muchacha que nos ha dejado en estas. - Lo sé, intenta que no se vaya hasta que yo regrese, tú sabes que ellos eran los mejores amigos de Camila y algo de cariño le tienen a la huerfanita, así que no podemos dejar dañe nuestra imagen. - No te preocupes amor, haremos que salga en la madrugada cuando nadie pueda verla. Solo eso faltaría, que nos dañe la imagen de gente de bien que tenemos. Camino hasta la puerta de la mansión de a lado, más pequeña que la mía debo aclarar, es que la vida le da oportunidades a quien no la merece. Yo sufriendo por dinero cuando estos que ni siquiera han cambiado de casa lo tienen por montones, con la suerte de ellos yo ya hubiera demolido este lugar y construido uno mejor. Con una fuente bañada en oro, una alfombra de tigre a la entrada, puro buen gusto… - Hola Alonso, por favor pasa, estás en tu casa. - Gracias hombre, ¿tendrás quizás un whisquicito que me sirvas? Digo para entrar en ambiente. - Claro, siéntate… ya te preparo uno. - Cómo vas a creer que dos hombres tan importantes como nosotros van a tener que servirse sus cosas. Llama a un empleado para que lo haga. - Ya es tarde, los empleados están en su hora de descanso… no te preocupes que yo lo hago con gusto. - Claro, humilde como yo, te entiendo. También dejo que la servidumbre descanse. Tú sabes, los derechos humanos y esas cosas. - Sí… por supuesto… - Pero cuéntame ¿qué negocios haremos? Inversiones, bonos, regalías, partidas. El infeliz me ve con cara de confusión al no poder seguir el hilo de mi conversación de empresario, siento pena de ver que no a está a mi nivel, como les dije, pura suerte es lo suyo. - En realidad el trato que te tengo es un poco diferente. Como sabrás mi padre era el mejor amigo de tu suegro, a quien no he tenido el placer de ver en muchos años. ¿Cómo está él por cierto? - ¿Mi suegro? – toso un poco – bien, él se retiró tranquilo, tú sabes, con la calma de que me dejó a cargo de todo y decidió apartarse de la sociedad, por su enfermedad no le gusta ver a nadie más que a nosotros. Especialmente a mi hija Abigail, una niña dulce, es su favorita en el mundo. - Claro… debe ser. Bueno… sé que eres un hombre de negocios… de mundo… así que iré al grano. Te propongo un trato, el matrimonio de nuestros hijos a cambio del dinero que necesitas para tu empresa. - No lo sé Armando – mi voz carraspea ante la emoción. – Tú sabes que esa niña es mi alma entera, mi vida, lo que más amo, no podría darla a cambio de cualquier cantidad de dinero - veo al infeliz escribir una cifra y mis ojos brillan. - ¿Qué dices Alonso? Esta cifra después del matrimonio, si el matrimonio dura 1 año la duplico y si en ese tiempo llegan a tener un heredero te lo triplico. - Bienvenidos a la familia Armando, ¡acepto! Pero solo porque sé que tu Alexander cuidará muy bien de mi Abigail – digo con el tono más paternal que puede salir. - No Alonso, estás confundido, yo hablaba de Anna. Mi padre siempre quiso que Anna y Alexander unieran las dos familias. - Pero Armando, ¡esa mujer es un demonio! créeme, tu hijo será más feliz con nuestra Abi. Imagínate, ella aquí en tu mansión, podemos derribar paredes y armar una sola… - Lo siento Alonso, sé que tu… Abi es una hermosa niña, pero el trato es con Anna. Mi padre quería a la hija de Camila, así que es ella o nada – empieza a levantarse para llevarme a la puerta. - Está bien Armando, si tanto insistes te la entrego, pero que Dios ampare a tu hijo. Me despido del infeliz y regreso a mi mansión pensando cómo le daré a todas la noticia, lo más importante, > usualmente hace lo que le digo por su abuelo, pero después de lo de hoy no lo sé, ¿qué pasa si no acepta? ¿qué pasa si se hace aliada de los Ponce y termina con mi dinero? >> Debo pensar rápido. Llego y hablo con Lucrecia, la única persona a mi nivel en este mundo, esperando me ayude a resolverlo. - Pase lo que pase tenemos que convencerla. Aunque ¡qué atrevidos! mira que no preferir a mi Abicita tan perfecta. - Tú sabes que es un tema de sangre, de asquerosa sangre. Además el hijo de ellos se iba a casar con Laura, imagina el odio que va a tener ese muchacho, le hará la vida imposible. No podemos permitir a nuestra Abi le pase algo así. - Tienes razón mi amor, como siempre tan buen padre tú. Nuestra Abicita se merece lo mejor. - Sí mi amor, es momento de llamar a la niña y a esa. Espero no nos salga con algún problema. ANNA Bajo con mi maleta dispuesta a dejar todo este pasado atrás cuando escucho la más descabellada idea de la vida, un matrimonio por contrato, mejor dicho, una venta por matrimonio en la que yo soy el objeto. - Yo podría hacerlo por ti papacito – dice Abigail con la voz dulce más fingida que escuché en mi vida, aunque sé bien por qué se ofrece de tributo, Alexander no solo es cotizado por el dinero de su familia sino por guapo. - Lo sé hijita, sé que tu corazón noble haría todo por mí – ruedo mis ojos con asco - pero no, tiene que ser Anna, es la condición. - ¿Hace 2 horas me sacaste de esta casa y ahora me pides eso? – finalmente exploto. - No tengo otra opción. - Sería tu forma de arreglar lo que ocasionaste – alega su esposa de forma maliciosa. - Entiendo… Ahora soy una pieza a comercializar. - Hija… - intenta hablar pero es interrumpido por su mujer. - Ves, te dije que no le importamos, no le importas, ni tu apellido, ni tu legado, ni el legado de su madre… - ¡A MI MADRE NO LA NOMBRES! - Ves cómo me ataca, a mí que hice todo por criarla, que le di mi amor aún cuando ofendí a mi propia hija… Hija que no lleva tu sangre pero está dispuesta a sacrificar hasta su amor por ti - siento como la ira recorre mis venas. - Está bien - finalmente hablo - ya que quedó claro el tipo de hija que soy y que no me importa nadie, entonces así me comportaré. Dame Lannders, no necesito la empresa, el taller, las máquinas, nada, solo dime cómo obtener la marca, la marca de mi familia y lo haré. - Si duras 1 año con Alexander te la daré. Es un trato. - Es un trato entonces. Me retiro. Salgo del que ha sido mi hogar, mi prisión y mi perdición, esperando la fecha de una boda que significará el final o el inicio de mi vida. LUCRECIA - ¿No le dirás la condición del bebé? – le susurro a mi esposo. - No, dejaremos que él encuentre la “forma” de lograr eso. - Estoy segura que lo hará. – Sonreí al fin, esa niña malcriada que por tener un apellido era tratada con respeto a pesar de todo lo que intenté para que no lo tenga. Esa niña que tanto detesté por ser hija de la mujer que tanto odié, la mujer que lo tuve todo por derecho de nacimiento y de la que juré vengarme aún después de que muriera.
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