Hailey
—¡Ahhh! —grité, viendo rojo.
Nadie me escuchaba ni me tomaba en serio a menos que montara un espectáculo. Papá puso sus manos en los costados de su cabeza y se apartó de mí.
—¿Por qué no hiciste algo? —exigí —. Literalmente eres el Alfa y la jodida Luna, ¿y permitiste que una Omega me atacara y se saliera con la suya?
—Cuida tu lenguaje —dijo mi madre. Rodé los ojos —. Obviamente está celosa de ti, cariño. Eres la hija del Alfa, el premio de esta manada, alguien que ostenta rango y estima. Quienquiera que haya sido, esa pequeña Omega nunca sabrá lo que es estar cerca de tu posición.
—Eso no significa que esté bien dejarla impune solo porque tiene celos —replico, cruzando los brazos —. Papáaaa. Me miró confundido y suspiró.
—Si la expulso como una renegada, tendríamos una persona menos para ayudar a preparar tu fiesta. Esperemos hasta después, y luego podremos discutir el tema —respondió —. Habría hecho mucho más si los demás miembros de la manada no estuvieran cerca, pero ella recibirá su castigo, me aseguraré de que sea atendida.
—Oh, ¿te refieres a que Meghan se encargará de eso? —dijo mi madre “Meghan” con tanto odio —. Esa flaquita, con aires de grandeza, esa perra pelirrubia falsa, ¿se encargará de eso, verdad? —Veneno impregnaba cada palabra.
—Querida, realmente necesitas superar los celos. Ella es la Omega líder, debemos tener reuniones frecuentes para asegurarnos de que todo esté a tus excepcionalmente altos estándares. —Él se levantó de su escritorio y caminó hacia mi madre, abrazándola. Mi madre se mostró visiblemente más suave con su raro contacto.
—Ugh, lo que sea. Ustedes dos me irritan —. Salí enfurecida de la habitación.
Benjamin
Después de que Hailey salió a trompicones, golpeé la espalda de Julianna y le sugerí que debía calmar a Hailey. Ella me sonrió seductoramente o eso creía ella que era seductor. Pensé que parecía un poco trastornada.
—¿Tú tampoco necesitas consuelo? —Lamió sus labios.
Tuve que tratar de ocultar mi repugnancia hacia ella. No siempre había sido así. Solía sentirme atraído por ella, pero la encontraba cada vez más molesta con los años. Su desesperación era un desvío total, pero tenía que admitir que interpretaba su papel muy bien; la manada todavía pensaba que ella era mi verdadera pareja.
Por eso tenía que mantener en silencio mis asuntos. Afortunadamente, las Omegas han sido pequeñas juguetes calladas y sumisas en el pasado. Ellas eran suficientes para satisfacer mis necesidades. Aunque Julianna y yo somos parejas, no estamos destinados, por lo que, aunque ella sospeche lo que estoy haciendo, no siente mis actividades a través del vínculo de pareja como lo haría si estuviéramos destinados.
—Querida —le dije mientras acariciaba la parte de atrás de su cabeza—, por mucho que me encantaría eso, creo que nuestra hija te necesita más que yo.
El dolor se transformó en ira en su rostro.
—Bien, jodido viejo. Si ya no puedes, simplemente dilo —escupió mientras se alejaba, cerrando la puerta de un portazo.
Suspiré cuando volví a mi escritorio y me senté, cogiendo el teléfono y marcando un número que había usado con frecuencia en los últimos meses.
—¿Hola? —contestó una voz alegre y de inmediato me sentí más relajado, sabiendo lo que vendría a continuación.
—Necesito tu ayuda —dije en voz baja.
—Cualquier cosa que necesite mi Alfa, lo obtiene —respondió—, te veré en diez minutos.
Me ocupé de algunos papeles que necesitaba revisar sobre los gastos de la fiesta de Hailey, o “baile”, como le gustaba llamarlo. Traté de hacer algo de trabajo antes de escuchar un suave golpe en la puerta.
Sonreí ampliamente.
—Adelante.
Meghan entró con una falda negra corta y una blusa azul claro de escote pronunciado, mostrando sus senos tersos. Se giró y cerró la puerta detrás de ella, inclinándose innecesariamente para mostrar su trasero, no es que me quejara. Se acercó de forma provocadora y se sentó en el suelo entre mis piernas. Colocó sus manos en mis muslos y me miró.
—¿Necesitas algo, Alfa? —ronroneó seductoramente.
A diferencia de mi “pareja” eso me excitaba, podía sentir cómo me endurecía y presionaba contra mis pantalones ante lo que estaba insinuando. Meghan miró hacia abajo y soltó una risita mientras se dirigió a desabrochar mi cinturón.
Me liberó de mis pantalones y me miró antes de llevar hábilmente mi m*****o a su boca. Me recosté y gemí, dejando que hiciera lo único en lo que era buena.
Ser un Alfa era bueno.
Meghan
Mi Alfa gimió mientras lo satisfacía. Tragué y lamí mis labios seductivamente, mirándolo a través de mis pestañas.
—¿Eso era lo que querías? —pregunté, sabiendo la respuesta.
—Mmm —fue todo lo que pudo responder mientras soltaba mi coleta —. Siempre sabes exactamente lo que me gusta.
—Haría cualquier cosa por ti —respondí con una sonrisa coqueta.
Estaba adicta a la sensación de poder que obtenía al estar cerca de él. Estar en su oficina con este pequeño secreto nuestro. Estaba haciendo todo lo posible para complacerlo para que no tuviera ojos para otros. Espero que pronto pueda convertirme en algo más que el Omega que mis padres de poca monta me condenaron a ser. Me convertiría en la próxima Luna; él no amaba a Julianna; ella ya no podía complacerlo. Solo necesitaba deshacerme de ella. De alguna manera.
—¿Conoces a la Omega, Isla? —Fui sacada de mis pensamientos cuando el nombre de esa perra escapó de los labios de mi Alfa.
—¿Por qué preguntas? —pregunté hesitante, esperando realmente que no estuviera atraído por ella.
Sabía que fue un error hacer que ella limpiara los baños de la casa del grupo. Debería haberla mantenido alejada de él a toda costa. Empecé a entrar en pánico; por mucho que odiara admitirlo, incluso a mí misma, ella era jodidamente hermosa. Y, por alguna razón, estaba ganando confianza. Si el Alfa lo notaba, no habría forma de detenerlo para que consiguiera lo que quiere. Le encantaría ser el que la rompa.
—Ella se peleó con Hailey hoy —dijo pausadamente. Yo no dije nada, así que él continuó —. ¿La castigaste por entrar en mi oficina sin permiso? —Levantó una ceja.
—Sí, Alfa. Eso no volverá a suceder. Me aseguraré de que ella se mantenga alejada del piso de los rangos en el futuro. Parece que confinarla a la cocina y a los lavaderos es el siguiente paso —continué pensando en voz alta.
—Bien —sonó distante mi Alfa.
—Ella siempre ha sido un poco problemática, pero en las últimas semanas, ha estado comportándose mal. No sabía que llegaría tan lejos como para atacar a tu hija. —Amplié mis ojos.
—Para ser completamente honesto, no estoy seguro si Hailey dramatizó el problema —. Me miró —. Esto queda entre nosotros, por supuesto. —Asentí con la cabeza —. Sabes cómo puede ser Hailey. Tiene un toque de drama.
—Ella superará eso, es joven y es hija de un Alfa. Es normal que haya algo de pelea en ella. —Puse mi mano en su muslo desnudo, sonriéndole. Si ella iba a ser mi hijastra algún día, tenía que mantenerme a su lado, cuando se trataba de sus hijos.
—Pero el problema no está en las teatralidades de Hailey. Los miembros del grupo parecen estar apoyando el lado de Isla. La ayudan a recoger sus cosas e incluso se enfrentan a mí tratando de explicar la situación —se frotó la barbilla, pensando—, sinceramente no tengo idea de por qué, así que quería preguntarte por qué los miembros del grupo parecen estar de su lado en lugar de mi hija.
Esto me enfureció y me tomó un segundo encontrar mi voz.
—No encuentro ninguna razón por la cual alguien elegiría a esa maldita de poca monta en lugar de la hija de su Alfa —dije. Me mordí el labio, sacudiendo la cabeza.
Esta perra simplemente no se va a ir.
—Eso es lo que estaba pensando —reflexionó, acariciándose la barbilla.
—Así que, ¿qué quieres que haga con ella? —le pregunté. Con suerte, él tenía una respuesta. Quería deshacerme de ella antes de que el Alfa la notara por otra razón además del odio. No podía permitir que él la deseara en lugar de mí.
—No estoy seguro todavía. Realmente no me importa qué le pase, pero si la gente sabe quién es, tenemos que ser discretos al respecto —reflexionó. Me gustaba por dónde iba.
Me levanté, dejando caer mi ropa interior.
—Prefiero que la saquen antes de que algo más suceda. Déjamelo a mí. —Un destello de comprensión entró en sus ojos, que no entendía, pero jugaría a lo largo de ello.
—Me encargaré de eso.
Asentí entusiastamente.
—Esa es una idea brillante, Alfa.
Subí mi falda, posicionándome sobre su m*****o ya erecto. Tomé su longitud de un solo movimiento rápido, apretando alrededor de él y suspirando.
Follaría con este hombre hasta que fuera solo mío.