Capítulo 10.

1612 Words
Me desperté temprano sin darme cuenta de porqué. En ese momento me di cuenta de que las puertas de la terraza se habían abierto de par en par a causa de las fuertes ventiscas que empezaron por la mañana. Me levanté rápido de la cama y corrí para ponerle el cerrojo a las puertas para que de esa manera no se puedan volver a abrir. Detrás de mí, en la cama, Thomas empezó a estirarse y a mirar para ver lo que hacía sin entender nada. - ¿Todo bien? –me preguntó. - ¿Tú a qué hora llegaste anoche? Porque no te oí siquiera meterte en la cama –le encaré cruzándome de brazos. - ¿Qué más da? –se sentó en la cama y metió sus pies en los zapatos para irse al baño. -Pues no me da igual porque sé cosas –avancé dos pasos-. Y más te vale no meterte en problemas. - ¿Qué cosas Ane? –se rio por lo bajo. -Cosas como que te juntas con gente que no deberías. - ¿Y qué sabes tú de eso? –sus expresiones cambiaron de pronto-. Mejor no te metas, ya sabes, las apariencias. -Sé lo suficiente para saber que eres tú el que va hablando de mi por ahí –aunque se había girado para seguir en dirección al baño, volvió a darse la vuelta para mirarme. -Mejor no te metas –me señaló con el dedo-. Hay cosas que es mejor que las aceptes desde ahora. -No pienso aceptar que manches mi imagen solo porque no quiera acostarme contigo –levanté las cejas. -Muy bien –su respuesta me había dejado un tanto confundida mientras él logró entrar al baño y cerrar la puerta con el pestillo. Me cambié lo más rápido posible para que no le diera tiempo a salir del baño y salir de la habitación. Dejé que mi pelo largo cayera por mis hombros de una manera un tanto despeinada y bajé abajo. - ¿No ha dormido bien señorita? –Charlotte me sorprendió preparando el desayuno en la cocina. -El viento nos ha abierto las ventanas y ya no me ha entrado sueño –me senté en la silla de enfrente de ella para hablarle. -No se preocupe, le preparo un café antes para que se anime un poco –me sonrió mientras me traía diferentes sabores para elegir. -Este, que necesito despejarme –tapé mi boca cuando sentí salir un bostezo. -Buenos días –oí de pronto detrás de mí, pero no me giré porque sabía de quién se trataba. -Buenos días señor James –Charlotte le dedicó otra sonrisa mientras este se sentaba a mi lado derecho. -Te queda bien el pelo hoy –me giré para mirarlo extrañada ante ese comentario. -Pues ni siquiera está peinado –casi me echo a reír. -Bueno, era un simple comentario –giró su cabeza de nuevo y su expresión se volvió seria. No entendía nada de James, sinceramente.  -Te dejo también unas cuantas galletas para que no se te ponga pesado el café –Charlotte dejó sobre la mesa un bote con dibujos de galletas con pepitas de chocolate, cosa que me recordaba a cuando Sarah nos traía el desayuno a la habitación cuando éramos más pequeñas para que nuestros padres no se enterasen de lo que comíamos. -Gracias por las molestias –al instante me trajo el café preparado junto a un azucarero de porcelana. -Lo hago con gusto –me sonrió. A mi lado, James seguía muy callado comiéndose una de las galletas que Charlotte dejó sobre la mesa, cosa que no era tan normal de él, desde mi punto de vista. Empecé a pensar que algo pasó con Katherine durante la noche, pero no una simple discusión, puede que algo más serio que le haga estar así ahora mismo. Terminé rápidamente de beberme el café y me levanté de la silla para salir a tomar un poco de aire al jardín. El sonido de los pájaros mañaneros me reconfortaba a medida que iba avanzando hacia el columpio que días antes no tuve ocasión de estrenar. Aproveché y me columpié un par de minutos mientras observaba las flores que rodeaban la calzada hasta el columpio como una niña pequeña, en ese momento divisé un pequeño cobertizo con utensilios de jardinería y no me lo pensé para ir. Cogí una cesta que había y unas tijeras y salí para cortar un par de flores porque me apetecía llevármelas a mi habitación. - ¿Qué haces? –me sobresalté al ver de reojo a James. -No me asustes así –me erguí para mirarle mientras me echaba hacia atrás el pelo. -No tienes que hacer tú esto, está Jane o Charlotte si así lo deseas –se cruzó de brazos. -Hay cosas que me gusta hacerlas por mi cuenta –puse una mano en mi frente para dejar de hacer una mueca por el sol y para verle mejor. -No te entiendo a veces –negó con la cabeza. - ¿Qué no entiendes? –dejé la cesta en el suelo junto a las tijeras. - Eres tan diferente a los demás, y no te importa –su tono de voz parecía incluso triste. -Solo intento ser yo misma –parecía que me estaba excusando de su comentario, pero era lo primero que me había salido al tener su mirada sobre la mía. -Ese es el problema, aquí nadie busca ser él mismo y yo… -bajó la mirada buscando qué decir, pero no lo logró. - Tú… ¿qué? Si hago algo mal, dímelo –no sabría decir con qué tipo de expresión le miré, pero parecía empatizar con mis palabras. Levantó la mirada y me sonrió apenado. Una de sus manos se elevó hacia mi rostro y yo me quedé demasiado quieta al no saber qué sería lo siguiente que iba a pasar. -Quién fuera tuyo, Ane –dio media vuelta dejándome de piedra en mitad del jardín sin siquiera recordar qué estaba haciendo minutos antes porque su gesto me había dejado sin control sobre mí. ¿Qué me estaría pasando con James? Su comportamiento estaba siendo tan fluctuante desde el día que nos conocimos que me hacía plantearme muchas cosas sin querer. Algo dentro de mí me decía que esto estaba yendo a peor de a poco porque yo seguía estando casada con Thomas a pesar de que solo estemos casados con el título y no con la carne. Pero otra parte de mí me decía que no perdiera más el tiempo estando sola y que me arriesgue ahora que es posible. No entendía muy bien qué se me estaba pasando por la cabeza por momentos, pero de alguna manera tendría que poner mis pensamientos en orden. Me llevé las flores cortadas arriba a mi cuarto mientras me vestía. Decidí ir a casa de mis padres para ver a Emilie y hablar con ella, seguramente mis pensamientos se aclararían al final del día y podré tomar una decisión por mi bien. Le pedí al chofer que me dejase en mi casa y este accedió amablemente. Obviamente no avisé a nadie más que a Charlotte, pero le dije que no le dijera nada a nadie si preguntaba. Llamé al timbre un poco nerviosa por la reacción de la casa entera al verme por aquí tan sola, pero como no le debo explicaciones a nadie, dejé la vergüenza de lado. Sarah me abrió la puerta con una sonrisa de lado a lado y me invitó a pasar amablemente. Me indicó dónde se hallaba Emilie y me llevó con ella con gusto. - ¡Ane! Te echaba de menos –en cuanto me vio entrar por la puerta se levantó para venir hacia mí y abalanzarse en un abrazo. -Yo a ti también, ¿cómo estás? -Muy bien, con las calificaciones finales –miré hacia su escritorio repleto de papeles. -Me alegro –nos sentamos en los taburetes de su cuarto. - ¿Cómo es que has venido hasta aquí? –me sonrió. -Porque quería verte… y hablar con alguien. -Sabes que puedes decirme lo que quieras, hermana. -Lo sé, y, además, no estoy pasándomelo muy bien en la casa de los Strafford, que digamos. - ¿No estás bien con Thomas? -Creo que quiero divorciarme de él, nuestros padres ya han conseguido el dinero que querían a base de este matrimonio. - ¿Hablas en serio? –su expresión pasó de preocupación a sorpresa. -Sí, muy en serio. -Pero ¿qué va a decir Thomas? Tiene que estar de acuerdo. -Aún no he hablado con él, pero lo haré. Si he venido a hablar contigo es para que sepas cómo me siento y lo que quiero hacer con mi vida. - ¿Y cómo lo vas a hacer? Estoy un poco confundida con todo esto. -Me las arreglaré de alguna manera, no te preocupes. Eso sí, no digas nada de momento porque quiero decirlo yo. -No te preocupes por eso, estoy de tu lado. -Gracias –suspiré-. Ojalá ser feliz alguna vez con alguien que me quiera de verdad. -Se supone que a Thomas le gustabas antes de la boda incluso. -Bueno, no voy a comentar nada de eso ahora, pero hablaré con él, eso tenlo claro y diga lo que diga tendrá que hacerme caso. -Muy bien, antes que nadie vas tú. Me fui bastante decidida de casa de mis padres. También me fui sin saludarles, ya que no estaban, pero no me importaban ahora mismo los modales. Aunque estuviesen seguro que no saldrían de su despacho para verle la cara, aunque sea un momento. 
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