Capítulo 11.

1620 Words
Llegué de vuelta a la casa de los Strafford. O, mejor dicho, a mi casa. Ya que el apellido ahora me pertenecía, pero no sería por mucho más tiempo. Entré al recibidor y vi como Thomas aparecía de pronto desde el comedor bastante extrañado por mi aparición. - ¿Dónde estuviste sin avisar? -En casa de mis padres –dije mientras Jane me ayudaba a quitarme la capa que me cubría y la dejaba en el perchero. -Haberlo dicho y te acompañaba, es muy temprano –metió las manos en los bolsillos nervioso. -No te preocupes, puedo hacer las cosas sola también –me abrí paso para rodearle y entrar al comedor, pero me cogió del brazo para decirme algo más. -Espero que podamos hablar en algún momento –bajó el tono de voz. -Desde luego que necesitamos hablar –mi mirada se volvió lo suficientemente dura para dejarle saber algo, pero no parecía entenderme del todo. -Me parece bien, cuando coincidamos hablaremos –dejó por fin mi brazo suelto. Sin decirle nada más, avancé por la puerta del comedor y me encontré a James escondido detrás de la puerta haciendo como que miraba algo, pero seguramente era para oír lo que estábamos hablando. -Disimula mejor la próxima vez –susurré asegurándome que Thomas no venía detrás. Me miró desconcertado, pero no dijo nada más y salió por otra puerta que aún no sabía hacia dónde llevaba mientras que yo me senté en el comedor con el desayuno puesto solamente para mí, al parecer. Levanté la vista hacia la cocina que estaba del otro lado y vi a Charlotte guiñarme un ojo mientras me veía observar el desayuno. Le agradecí con la mirada su discreción y empecé a desayunar, aunque era bastante tarde para que esto se llegase a llamar desayuno.  -Señorita, el señor James me dijo después de que usted partiera que le dejara esto –sacó de su bata un libro con una portada cubierta de un color oro con detalles de terciopelo y pana. Lo cogí sin decir nada mientras lo abría para mirar el título. “Orgullo y Prejuicio”. En ese momento sonreí para mis adentros, pero Charlotte notó la sonrisa salir hacia fuera también-. Me alegra que le guste, el señor dijo que le gustará. - ¿Cómo supo que me gustaba leer? No recuerdo que me viera en algún momento disfrutar de mi momento de lectura. -No me lo comentó, pero me dijo que entenderías algunas cosas al leer este libro –se despidió con una sonrisa y me dejó ahí con el libro entre mis manos estupefacta. Aquella portada era preciosa, rara vez había visto libros con esta índole de detalle y los que veía no me los podía permitir con los pocos ahorros que tenía. Me levanté de la mesa sujetando el libro contra mi pecho mientras subía arriba para empezar a leerlo con muchas ganas. No me esperaba ese detalle por su parte, pero imagino que si algo tengo que entender de este libro es porque me quiere decir algo. Para mi sorpresa, Thomas no se pasó por la habitación durante las siguientes dos horas, y en cuanto lo hizo solo fue para avisar de que tendría que salir y que volvería tarde. No le hice mucho caso y seguí leyendo el libro hasta que lo terminé bien entrada la noche. Me dejó pensando bastante la historia que contaba este libro y los personajes me enamoraron totalmente, sobre todo Darcy. Entendí perfectamente lo que James me quería dar a entender con esto y necesitaba decirle que antes de regalarme un libro podría decírmelo con sus palabras, pero que de todas formas apreciaba el detalle. Guardé el libro entre la ropa del armario para que no cogiera polvo y salí de mi habitación. En ese momento me percaté de que Katherine hoy no había dado siquiera la cara con nadie y que sus voces y gritos no se escucharon en todo el día, un motivo más para hablar con James. Llamé a su puerta y esta se abrió sin siquiera darme tiempo a poner la mano encima del pomo. Detrás de esta un James medio dormido me miraba confundido mientras se echaba a un lado para que yo entrase. -Me he terminado el libro que me has dado. - ¿Tan rápido? –sonrió. -Sí, pero no entiendo el gesto, aunque entiendo el mensaje –me crucé de brazos. -Es fácil, deja tus prejuicios y yo dejaré mi orgullo y podremos avanzar –cruzó sus brazos también. -Pero… ¿a qué te refieres exactamente? –sabía por dónde iba, pero quería oírlo de su boca. -A que quiero conocerte más profundamente. Creo que suena bastante claro. -Sí, obvio que sabía a qué te referías, pero quería oírlo de ti –levanté las cejas. -Bueno, pues era eso. -Pero no es tan fácil como tú crees. Sigo siendo una mujer casada y tú tienes novia, es imposible que esto salga bien. -Tú te puedes divorciar y yo termino con mi novia, no hay nada imposible –se acercó dos pasos hacia mí. -Ya pensaba en divorciarme desde antes de que tú lo digas, pero no lo hago por ti, lo hago porque no puedo ser feliz así. -Puedes ser feliz con quien tú quieras, pero si te estoy proponiendo que lo seas conmigo es por algo. -No prometo nada, pero tampoco quiero darte esperanzas. Espera a que las cosas se den por si solas y ya veremos qué pasa –di media vuelta para volver a salir, pero no me dejó. -Hablaba enserio, piénsatelo bien. -Lo haré –le miré por última vez antes de salir de su cuarto y cerrar la puerta despacio mirando hacia todos lados. Me acordé en ese momento que no le había preguntado por Katherine, pero ya no importaba después de esa conversación. De pronto James se interesaba por mí y yo no sabía cómo tomarme eso. ¿Y si los demás se enteran? ¿Y si piensan que me divorcio de Thomas por alguien más? Tenía la cabeza llena de preguntas y dudas, pero lo que tenía claro es que antes de nadie voy yo y eso nadie me lo va a poder discutir.  Me metí de vuelta a mi cuarto y me senté en la terraza para apreciar el atardecer que caía sobre mí mientras le daba vueltas a cómo decirle a Thomas lo que tenía por decirle. Seguramente no esté de acuerdo y esto acabe bastante mal, pero no creo que tengamos un destino mejor que el de separarnos y tomar caminos distintos. Oí como la puerta de la habitación se abría en cuanto el cielo se oscureció completamente. Seguí sentada en el sillón de la terraza con la manta encima sin decir nada y oí como Thomas avanzaba en dirección a la terraza. Se sentó en el sillón opuesto y se quedó mirando a la nada unos momentos. -No estamos avanzando. - ¿El qué no está avanzando? –no lo entendía del todo. -La relación. -Es obvio el por qué –solté sin más. - ¿Obvio? Lo será para ti, pero yo no entiendo nada. -Yo estaba pensando en que es mejor que nos separemos. Al fin y al cabo, mis padres ya han conseguido lo que querían y es hora de pensar en mi felicidad. -No estarás hablando enserio –se sentó mejor en la silla mientras me miraba serio. -Sí, estoy hablando en serio. No pienso estar así toda mi vida y privarme de ser feliz solo por las necesidades de mis padres –espeté. -Muy bien –se cruzó de piernas-. A ver qué piensas hacer al respecto. -Tranquilo que lo verás antes de lo que canta un gallo –me levanté del sillón y pasé al cuarto. Thomas vino detrás de mí para seguir hablando. -En lugar de esforzarte por esta relación buscas acabarla y que quedemos mal como socios que somos y ante los clientes que tenemos –subió el tono de voz. -No me grites –le avisé-. Y no, porque un matrimonio no funcione no se tiene que arruinar nada, no te preocupes tanto por cosas que no necesitan de tu atención. - ¿Es que no entiendes? –se acercó peligrosamente-. Yo no me quiero separar de ti, yo quiero intentarlo. - ¿Es que no entiendes tú? –subí el tono de voz igual que él-. Si a mí una persona no me gusta no me puedo enamorar. -Tonterías… -se fue hacia el baño sin saber qué más decir, como era obvio que pasaría al decirle eso. Estaba consciente de que no saldrá nada bueno de intentar separarme de él, pero no me queda otra si quiero aprovechar mi vida de verdad.  Cogí la manta que traía de la terraza y salí del cuarto inmediatamente. Unas inmensas ganas de llorar me invadían por la forma en la que discutimos y no me apetecía volver a verle la cara durante la noche ni tenerle cerca siquiera. Llamé a la puerta de Charlotte para ver si podía pasar la noche con ella, no iba a molestar a James con lo ocurrido y menos cuando me tenía que pensar algo que estaba relacionado con él.  - ¿Está todo bien señora? –me miró preocupada al ver mi cara. -Más o menos, ¿me puedo quedar a dormir en tu cuarto esta noche? -Claro que sí, pase –se echó a un lado y entré. Nos pasamos una larga hora hablando de varias cosas y le acabé contando mis razones por estar ahí. Agradecí tener con quien hablar de estas cosas sin que tuviese que estar de un lado o de otro. 
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