Después de varios días andando de reunión en reunión, llegó el descanso y los días de no hacer nada, pero también volvió Katherine, cosa que a mí me daba igual, pero a ella parecía molestarle mi presencia.
Hoy que era domingo, mis padres venían a casa de los Strafford para comer, cosa que me emocionaba por volver a ver a mi hermana. Me puse el vestido más floral que tenía en mi armario y bajé para ayudar un poco a Charlotte con la vasija, pero para mi sorpresa, ya estaba puesta.
Salí de nuevo hacia el jardín para tomar un poco el aire, pero me percaté de que el columpio estaba ocupado por Katherine y James que estaban hablando de algo serio al parecer. Di media vuelta esperando a que James no me viera y entré de nuevo dentro.
Fui al recibidor a recibir a mis padres y a Emilie que estaba súper emocionada por verme. Llegué justo a tiempo para cuando Charlotte les abrió la puerta.
- ¡Hermana! Cuánto tiempo –saltó para abrazarme.
-Lo mismo digo, ¿cómo estás?
-Bastante bien –le sonreí-. ¿Estás sacando buenas notas? Sabes que mamá se va a molestar como no seas la mejor.
-No te preocupes de eso ahora hermana, venimos a pasárnoslo bien.
Fuimos todos al comedor a sentarnos. Nuestros padres se liaron a hablar de cualquier cosa, entre eso, negocios. Yo y Emilie nos estábamos poniendo al día con los chismes del colegio en la esquina de la mesa.
-Me han contado cosas sobre James que creo que deberías de saber, ya que es tu cuñado –soltó.
No sé si debo agradecerle al más alto por esto, o si es una maldición oír constantemente de James y sus hazañas.
- ¿Se ha metido en problemas?
-No, pero sí que está metido en una red donde hay varios asesinos y atracadores que son buscados por la justicia –susurró.
- ¿Pero tú de donde sabes tantas cosas, Emilie? –la miré enfadada-. Deberías de dejar estas cosas de lado.
-Me lo han contado para que te lo dijera que te andes con cuidado, te han echado un ojo encima –me miró asustada.
-No estarás hablando enserio, ¿no? –abrí los ojos como platos.
-Sí que hablo enserio, hermana. A lo mejor James no te hará daño, pero los que lo conocen sí. Deberías hablar seriamente con él y decirle que se ande con cuidado y que no se acerque a ti –me apretó la mano fuerte.
- ¿Y qué más te han contado? –la curiosidad me pudo.
-Que… no has intimado aún. Que aún eres virgen.
La sangre empezó a hervirme sabiendo que esto sólo lo sabían Thomas y James. Estaba claro que James me estaba viendo la cara de estúpida en esos momentos, pero yo no me iba a quedar corta. Pensaba dejarle claro hoy mismo que como no se mantuviera en la raya contaría todo lo que sé sobre él al mundo entero, lo tenía claro.
-Gracias por decirme todo esto, lo tendré en cuenta –le agradecí con una sonrisa-. Cualquier cosa que te digan ven a decírmela, estaré por aquí un tiempo.
-Sin duda, hermana. Quiero lo mejor para ti.
-Espero que nuestros padres no sepan nada de esto, me moriría de vergüenza y de miedo al mismo tiempo –le avisé.
-No, no. No les pienso decir nada, esto queda entre tú y yo.
La comida empezó más rápido de lo que pensé, ya que habíamos estado perdiendo bastante el tiempo hablando unos con otros. Mis padres no se dirigieron mucho hacia mí, podría decir que mi madre me preguntó lo justo y ya está. Era algo a lo que te tienes que acostumbrar siendo casada, que tus padres ya no se hagan responsables de ti, sino que eres responsabilidad de tu marido.
Durante la comida, James y Katherine no se presentaron, cosa que me hizo enfadarme aún más con James. No sabía si estaba enfadada o si tenía miedo por todo lo que me había contado Emilie, pero lo que tenía claro era que hablaría con él para que me cuente la verdad.
Mi familia se fue cuando el sol terminó de atardecer, por lo que aproveché e intenté buscar a James para ver si Katherine no estaba rondando a sus alrededores. Subí a mi cuarto para cambiarme, puesto que no bajaría a cenar. De camino a mi cuarto me encontré con Katherine salir de la habitación de James, lo que me pareció la oportunidad perfecta para entrar a su habitación y hablar con él.
Esperé a que Katherine tomara la esquina y bajar y abrí la puerta de James de par en par encontrándomelo en calzoncillos andando por la habitación como si nada. Me tapé los ojos por la vergüenza de mi atrevimiento y cerré la puerta detrás de mí.
-No pensaba que serías tan atrevida, pero me vale –me sonrió pícaro.
-No vengo para tonterías –le miré fijamente-. Vengo a decirte que te andes con cuidado con lo que cuentas sobre mí por ahí.
-No sé de qué me hablas –se puso un pantalón encima.
- ¿No sabes? Pues seguro que los idiotas de tu grupo sí que saben que sigo siendo virgen.
Me miró fijamente con el ceño fruncido.
-Yo no le he hablado a nadie de ti, no sé quién te habrá dicho eso, pero es mentira.
No supe que decir.
-Entonces no entiendo nada –miré al suelo-. Solo sabíais tú y Thomas eso.
-En ese caso deberías de hablar con él –vino a ponerse delante de mí- porque yo, aunque sea el idiota más grande que vayas a conocer, no sería capaz de hablar las intimidades de ninguna mujer –cogió la puerta y salió.
Me quedé perpleja ante su respuesta, pero no me lo pensé dos veces y salí detrás de él para no quedarme sola aquí. Para nuestra sorpresa Katherine estaba volviendo al cuarto y me vio salir detrás de James, cosa que no me gustó para nada.
- ¿Qué hacíais? –oí cómo le preguntaba a James en la lejanía y cómo este le contestaba con un simple “nada”.
Entré a mi cuarto y me cambié el vestido que llevaba por un camisón después de darme un largo baño que Charlotte se ofreció a prepararme horas antes. Me relajé bastante, la verdad, pero no podía evitar darle vueltas a lo que me había contado Emilie. Me preocupaba que por culpa de saber ciertas cosas se llegue a meter en problemas o alguien le llegue a hacer daño de cierta forma.
Creo que me veo en la obligación de hablar con ella y a la vez hablar también con Thomas de todo esto porque no pienso vivir en una conveniencia donde ni siquiera se respeta mi intimidad.