—Espérame Ales —escucho detrás de mí la voz de Leonardo. Me detengo de golpe para esperar escuchar que pudiera decirme que no se haya dicho allá adentro. Creo haber tenido suficiente con la ola de palabras que se desbordaron allí, y más que las palabras las expresiones de menosprecio a todo cuanto hice en una oportunidad por mantenernos unidos. Me limité a escucharlos, callado y observador, como siempre he sido. Los dejé desahogarse. A fin de cuentas, en momentos cuando más presión sentimos, solo necesitamos liberar lo que nos ahoga, dejar salir todo el odio que nos embargue y pudiera revertirse en algo peor si no lo exteriorizamos. No respondí a ninguna de las palabras ofensivas que fueron dirigidas a mi persona, porque sé que la mayoría de ellas fueron dichas al calor de la frustraci