—¿Qué ha pasado en mi ausencia? —le preguntó Sabina, con genuina curiosidad. —Padre se enfureció tanto, que nadie se atrevía ni a observarlo. Nunca lo había visto así —Henrique fingió un escalofríos, y las risas surgieron. Sabina comenzaba a sentirse realmente en su hogar, con una calidez que poco recordaba de Chenery, pero que le era instantánea junto a su adorado hermano mayor. Aunque eso era de niños, porque desde la adolescencia él se había comenzado a comportar odioso con ella, y la alejaba constantemente. Ahora se sentía una niña de nuevo, y aquello le alegró el corazón. Henrique le contó sobre algunas cosas que comenzaron a cambiar, más que nada algunas órdenes nuevas, o restricciones, que su padre había decretado luego de la emboscada de Dante. Tuvieron que encontrar a los espí
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