Me sorprendí. Justo cuando faltan 15 minutos para que empezara el partido, más gente empezó a llegar casi que llenando por completo el estadio. Parecía el "derbi" pero de los equipos masculinos.
-Nunca había visto el estadio tan lleno para un partido femenino - comentó Jeremy, dándole un mordisco a un perro caliente que había comprado, él me había ofrecido uno pero yo me negué.
-Supongo que el partido de hoy es muy importante - comenté.
-Sin duda, es un derbi, pero aun así me sorprende - volvió a decir el moreno, dándole un sorbo a su coca-cola.
Vi a un hombre enfundado en el uniforme formal del equipo acercarse a la zona en donde estábamos sentados (que era donde solo se sentaban familiares e invitados especiales de los jugadores) y era enfocado por varias cámaras y los periodistas le hacían preguntas. Cuando el tipo se quitó la gorra que llevaba puesta, pude reconocerlo. Era Brad Evans, capitán del equipo masculino y capitán de la selección estadounidense. Este hombre era la sensación del equipo, superando a mi hermano, y era tal vez el gringo que más había triunfado en la liga inglesa; era ganador de varios balones de oro y múltiples premios por su excelente rendimiento deportivo, incluso, por él, la selección estadounidense ganó su primer mundial, cuando este solo tenía 17 años y marcó los goles definitivos para llevar a su equipo a la victoria. Rosaba casi los 30 y era extremadamente hermoso, mi hermano y mi hermana llegaron a gustar de él, pero se desencantaron cuando vieron lo "mujeriego" que era.
-¿Qué hace él aquí? ¿No debería estar en Liverpool? - le pregunté a Jeremy.
-Está lesionado. Desgarre muscular, ya lleva 2 semanas fuera de las canchas y creo que le hacen falta unas semanas más - dijo Jeremy, al parecer emocionado al ver que el gringo se iba a sentar al lado de nosotros.
Efectivamente, el puesto que estaba al lado de Jeremy estaba reservado para el emblemático gringo, que se sentó sin siquiera mirarnos. Su vista estaba puesta en el caro Smartphone que tenía en sus manos.
Estábamos muy cerca de la cancha, de hecho yo perfectamente podía saltar la reja y saltar al pasto, pero por lo menos aquí en Inglaterra eso da cárcel.
-Sr. Evans ¿desea algo de tomar o de comer? - preguntó una de las señoras que aseaban el estadio, lo supuse por el uniforme de servicio sucio que tenía puesto.
-Agua mineral - dijo secamente, escribiendo en su celular.
-¿Nada más? - preguntó la señora, con cierto temor en sus ojos.
-No - dijo, y la señora desapareció en cuestión de milésimas.
No evité rodar los ojos. Con tan solo ese acto pude saber que se trataba de otro futbolista arrogante que se las picaba de buen jugador y de tener mucho dinero. Recordé entonces una vez que mi hermano le había dicho a mi hermana que el tipo lo había humillado en el vestuario, pero lo que no escuché fue como. Estar ahora cerca de ese idiota me causaba náuseas, literal...me habían empezado a dar unas náuseas terribles.
Ambos equipos salieron a la cancha, y a la primera que vi en la hilera de mujeres del United fue a mi hermana con la banda de capitana en su hombro. Ella no era la capitana oficial, solo estaba reemplazando a la verdadera capitana, ya que había quedado embarazada, y por ende no jugaría en un largo tiempo.
-Estoy viendo el partido, no me jodas ahora - dijo Evans ante el bullicio de la gente, contestando su celular - nos vemos a las 10, cuando termine esta mierda - dijo enojadamente.
El partido empezó, y hasta por la cara de la gente, supe que no era lo que esperaban. El partido estaba aburrido, ni un gol se asomaba en ninguna de las porterías, y mis ganas de vomitar aumentaban, incluso, me había dado un dolor en la espalda.
-Iré al baño, tengo muchas ganas de vomitar -le dije a Jeremy.
-¿Te sientes mal? ¿Quieres que te acompañe? - me preguntó, con un evidente semblante de preocupación.
Le iba a decir que no era necesario, pero no sabía en dónde estaban los baños y temía perderme al merodear por ese gran estadio sola así que asentí. Pasamos por el frente de Evans y pude sentir su mirada, pero no reparé en ello ya que lo único que quería era vomitar lo que sea que me haya hecho daño.
Por las buenas indicaciones que tenía el estadio, no demoramos en encontrar los baños y mientras Jeremy esperaba en la puerta, yo entré. Ingresé a uno de los cubículos y vomité. No me gustaba vomitar, de hecho no lo soportaba cuando me enfermaba. Quedé sentada en el piso del baño al sentir un bajón de azúcar. Supuse que se debía a que no había comido muy bien estos días. Sin duda tendría que empezar a tomar ese tal Herbalife si quería tener los nutrientes necesarios sin necesidad de comer mucho.
Intenté levantarme, pero de pronto empecé a sentir que algo bajaba de mi zona intima, y no era orina. Miré mi jean y vi que se empapaba levemente de sangre. Me estaba bajando la regla por primera vez.
Entré en pánico, no sabía qué hacer. No podía creer que me llegara justo en ese lugar, y que no tenía ni siquiera disponible a mi hermana para que me ayudara. Me quedé tirada en el piso totalmente en shock.
-¿Isabella? ¿Estás bien? - escuché preguntar a Jeremy desde la puerta.
No di respuesta alguna. Estaba totalmente en shock. Escuché entonces unos pasos que se acercaban al cubículo y a Jeremy llamarme. Reaccioné cuando este intentó abrir la puerta de mi cubículo. Me daba pena que me viera así.
-¡No entres! - le dije, sintiendo como las lágrimas bajaban por mis mejillas - no entres - dije esta vez como un susurro.
-Bella ¿Qué ha pasado? - preguntó, con voz temblorosa.
-Me ha llegado mi primera regla - dije, y sentí como la sangre se acumulaba en mis mejillas. Era vergonzoso tener que decirle eso a él - no sé qué hacer - dije, sollozando.
-Oh, mierda - susurró - pues, no puedes quedarte ahí.
-No pienso salir estando así - dije, hipando.
Pasó un minuto y vi que Jeremy deslizaba por debajo de la puerta del cubículo una caja de cartón, pequeña y delgada.
-Lo saqué del dispensador de toallas higiénicas - dijo, otra vez con las voz temblorosa.
-No sé ni cómo ponerme esto, necesito a mi hermana - dije en un sollozo, juntando mis rodillas y ocultando mi cara en ellas para llorar.
-El primer tiempo acabará en unos minutos, iré a buscarla ¿ok? -Me dijo, y vi su sombra por un rabillo de la puerta - iré ya para que me dejen entrar a los vestuarios, solo les diré que necesito a tu hermana urgente, volveré con ella ¿ok?
-Ok - dije, sonándome la nariz.
Pasaron varios minutos, los cuales fueron una eternidad para mí. Escuché pasos rápidos que llegaban al baño.
-¡Isabella, abre la puerta! - Escuché la voz de mi hermana - Jeremy, sal un momento.
Quité el seguro de la puerta y dejé que mi hermana la abriera lentamente. Mi hermana seguía con el uniforme con el que había jugado, estaba sudada y con un semblante de terror en su rostro.
-¡Oh, mi amor! - Dijo mi hermana agachándose - no te preocupes, a mí me llegó de una manera peor.
-¿Enserio? - pregunté, enjugándome las lágrimas.
-Si ¿mamá no te ha contado? Fue en pleno partido - dijo, y me ayudó a levantar - fue traumático, pero lo superé.
-No sé cómo ponerme la toalla, y mi jean se ha manchado - dije, apenada.
-Tengo otro par de ropa interior y una sudadera del equipo, iré a por ella, no me demoro - dijo, dándome un beso en la frente y salió corriendo.
Mientras mi hermana volvía, me dirigí a la puerta, y solo abriéndola un poco, vi por un rabillo la silueta de Jeremy.
-¿Jeremy? - dije en un susurro.
-¿Si? - respondió este.
-Gracias, y lo siento mucho -dije muy apenada.
-No te preocupes, le puede pasar a cualquier mujer - dijo, y me tranquilicé.
Minutos después llegó mi hermana agitada, escuché que Jeremy le decía que faltaban 5 minutos para el comienzo del segundo tiempo antes de que mi hermana cerrara la puerta para que el moreno ni mirara.
-Bien, sácate los pantalones y las bragas - dijo, sacando unas bragas limpias de su bolsa de deporte y recibiendo la toalla que le alcancé - ¡rápido!
Lo siguiente me lo reservo, pero solo puedo decir que ya me encontraba con la sudadera limpia que ella me había alcanzado, y por supuesto, ya protegida.
-¿Sientes cólicos o algo? - preguntó mi hermana mientras se cambiaba ella, para llegar lista al inicio del segundo tiempo.
-No, solo náuseas - dije.
-Entonces debes irte ya - dijo, y sacó dos billetes de su bolsa - uno es para ti, y el otro para Jeremy. Cojan taxi y váyanse.
-No, me quedaré - dije, y yo misma me sorprendí de lo que dije.
-¿Segura? - me preguntó.
-Harás un gol, y quiero verlo - dije.
Mi hermana sonrió y me abrazó, no me importó que estuviera sudada, y correspondí al abrazo. Si ella se estaba sacrificando por mí, yo también lo haría por ella.
-¡Dios, me van a quitar la cabeza! - dijo mi hermana, y tras darme un beso en la frente, salió corriendo.
Yo salí lentamente del baño, caminando raro obviamente, y me encontré con Jeremy, que me sonrió apenas sus ojos chocolatosos se encontraron con los míos.
-¿Te sientes bien? - preguntó.
-Eso creo - dije, devolviéndole la sonrisa - vamos, el segundo tiempo ya empezará.
Regresamos a nuestros asientos, y las chicas ya estaban jugando. No vi a mi hermana, y mi corazón empezó a latir rápidamente.
-¿Qué ha pasado con Sophia? - preguntó Jeremy.
-Al parecer cometió una falta disciplinaria, chico - dijo Evans, y lo volteamos a mirar. Miraba algo en su celular - o eso me han dicho.
-¿Una falta disciplinaria? - pregunté, y los ojos azules del gringo se posaron en mí. Hizo una expresión que no puede descifrar.
-¿Eres...Isabella? - preguntó este, y yo enmudé.
-Sí, se llama Isabella - dijo Jeremy, que al parecer tampoco le había caído bien el gringo.
-Eres idéntica a tu hermano, pensaría que son gemelos de no llevarse 7 años - dijo Evans para seguir concentrado en su celular.
Era la verdad, mi hermano y yo, al parecernos a nuestra madre, éramos idénticos, cualquiera notaría que somos hermanos, si me cortaba el cabello, quedaba idéntica a él, incluso teníamos casi la misma estatura, solo que él me superaba por 5 cm.
-No debieron perdonarle a tu hermana que se hubiese salido del vestuario y hubiese demorado - me dijo Jeremy al oído.
-Ahora me siento mal - dije. Por mi culpa mi hermana no podría jugar.
Faltaban 10 minutos para que el partido terminara 0-0, todos creíamos que terminaría en un empate, pero cuando una jugadora del United se lesionó, se vieron obligados a reemplazarla por mi hermana, ya que ninguna otra que estaba en las bancas ocupaba su posición.
Inconscientemente, apreté la mano de Jeremy cuando vi que entró, y que enseguida recibió un pase. Olía a gol.
Mi hermana corrió como la flecha de un troyano desde la mitad de la cancha, y al verse acorralada por varias chicas, decidió lanzar el balón desde una distancia considerable del arco. El balón hizo una trayectoria casi que sobrenatural y atravesó los tres palos.
Desde pequeña me parecía una locura sin sentido que la gente en los estadios perdiera la cabeza y gritaran como locos al ver a su equipo hacer un gol, pero ahora, era yo la que gritaba "gol" y abrazaba a Jeremy. Me sentía feliz por mi hermana, no muchas veces marcaba un gol, ya que era defensa, y tengo entendido que los defensas son como los esclavos de los arqueros, o eso decía mi hermano, bueno, puede que mi hermano solo lo dijera para burlarse, ya que él es delantero.
Pasaron los minutos restantes hasta que el partido terminó, y las chicas empezaron a celebrar con bailes en la cancha. Todos en el estadio empezaron a corear el himno del Manchester, y hasta yo me lo sabía, ya que era fácil de aprender, y recordaba que cuando pequeña, cuando mi padre me traía a ver a mi madre jugar, lo cantaba junto con mis hermanos. Era un himno que para mi familia era muy especial.
-Olvida los planes Jefrey, habrá fiesta esta noche en mi mansión con las chicas, han ganado el derbi - decía Evans a alguien en su celular y se alejó.
-¡Vamos a buscar a Sophia! - dijo Jeremy emocionado, y tomándome de la mano, me condujo a los vestuarios.
Los guardias nos dejaron pasar y pudimos ingresar al vestuario, en donde mi hermana al parecer nos estaba esperando y nos dio un fuerte abrazo a ambos.
-¡Felicidades, has hecho un gol! - le dije, emocionada - creí que no podrías hacerlo por mi culpa.
-La DT sabe que tiene que ponerme a jugar - dijo orgullosamente - ¿aun conservas los billetes? No podré llevarlos, debo ir a una fiesta.
Recordé entonces lo que había dicho Evans, y supuse que mi hermana iría a la fiesta de ese idiota. Pero me daba algo de risa que todas las chicas fuesen a ir a esa fiesta en sudaderas.
-Bien, nos vemos mañana entonces - dije, y casi que empujé a Jeremy para que saliéramos de ahí.
-Puedes traer a los muchachos a la fiesta - dijo de repente Evans, apareciendo detrás de mi hermana. Hasta ella se sobresaltó - será una fiesta sana, no habrá alcohol, y si buena música, comida, y helados.
-¿Helados? - preguntó Jeremy, pero calló. Se dio cuenta de que había sonado muy infantil con eso.
-Sí, de todos los sabores, y mucha comida chatarra - dijo, posando una mano en el hombro de mi hermana - ¿desean venir?
-¡Claro! - contestó Jeremy. Le daría un puño en cuanto pudiera.
-¿Están seguros? - nos preguntó mi hermana cuando Evans desapareció.
-Bueno, creo que nos podremos divertir un poco - dije. No me estaba pareciendo muy mala idea. Recordé que mi hermano había asistido a varias fiestas organizadas por el gringo y no había pasado nada malo, por el contrario, la había pasado bueno.
-Vamos entonces - dijo, y la seguimos al estacionamiento.
Mientras mi hermana conducía, se iba maquillando. Era una especialidad que le había heredado a mi madre.
-No se acerquen a la pista de baile, solo quédense en la cocina tragando - decía, aplicándose rímel - y por nada del mundo suban al segundo piso, y no acepten propuestas indecentes, ambos son jóvenes muy atractivos.
-Ok - respondimos Jeremy y yo, con las mejillas sonrosadas.
-Y ustedes tampoco vayan a hacer nada raro ¿Ok? - dijo mi hermana, y sentí que se me volvía a bajar el azúcar - a Ethan no le gustaría que le fueras infiel, Bella - dijo, mirándonos con burla por el retrovisor.
Yo rodé los ojos y me recosté en la ventanilla. Me sorprendí al ver que tomábamos el camino al conjunto de mansiones en donde vivía la familia Clooney.
-¿Por aquí también vive ese Evans? - pregunté.
-Sí, es la zona residencial más "coti" de la ciudad, ese idiota siempre quiere lo más caro - dijo mi hermana, también rodando los ojos.
-Si no te cae bien ese "idiota" ¿Por qué vienes a sus fiestas? - le pregunté.
-Él invita, y nadie puede decirle que no, a nada...solo te digo eso - dijo Sophia haciendo una mueca.
No hice más preguntas, y me removí en mi asiento. Ahora me incomodaba estar sentada, la sensación de cuando me bajaba ya saben que liquido era incomoda.
Mi hermana parqueó el auto en la gran bahía que estaba al lado de la mansión que muy seguramente era la de Evans. Ya varias personas (más que todo, chicas) ingresaban a la mansión.
-Ya saben, no hablen con nadie, y si hay algún problema, me buscan en la pista de baile - nos decía mi hermana mientras entrabamos a la mansión.
Era grande, casi como en la que yo vivía, y el lugar en donde muy seguramente estaría ubicada la sala estaba despejada para ser la pista de baile. Todo estaba decorado con bombas rojas, negras y blancas, algunas con el símbolo del equipo, y la música ya retumbaba en toda la casota.
-¡Pero miren, aquí está la defensa goleadora! - dijo un chico que no reconocí, y mi hermana saltó a abrazarlo.
-¡Richie! Tiempo que no te veía - dijo mi hermana.
-Creo que deberíamos ir ya a la cocina - le dije a Jeremy, a la vez que lo arrastraba hacia dicho lugar.
Evans no había mentido; la cocina estaba llena de bocadillos, cajas de pizza, bolsas llenas de pollo de Nando's, postres, pasteles y supuse que los helados estarían en el gran congelador que tenía al lado de la nevera.
-¡Wow! - Dijo Jeremy, y vi como sus ojos brillaban - ¡esto es el paraíso!
Incluso a mí se me hizo agua la boca. Después de haber vomitado, mi estómago crujía, y demasiado. Minutos después me encontraba devorando todo junto a Jeremy.
-¿Qué quieres? ¿Alitas o pechuga? - preguntó Jeremy, con otra bolsa de Nando's en su mano. Ya habíamos devorado cerca de 3 pollos completos, pizzas, helados y postres. Sentía que reventaría.
-Ya estoy muy llena - dije, sentándome en el mesón, al lado de los postres - es la primera vez que como así.
-¡Hey, guarden un poco! - dijo una voz que reconocimos al instante.
Evans apareció en la puerta, mirándonos con cierta diversión. Yo me bajé el mesón y Jeremy dejó la bolsa de pollo y se limpió los rastros de migas de su boca.
-No se preocupen, esto es para ustedes, se portaron muy bien en el partido, aunque desaparecieron por un tiempo - dijo, acercándose a nosotros - ¿eres el hijo de Andrés Pereira, verdad? - le preguntó al moreno, y este asintió - lo supuse, si te va bien en la academia, puedo mover montañas para que juegues de titular en la cantera, y hasta en el primer equipo.
-¿Por qué harías eso? Apenas le conoces - dije, queriendo saber porque de repente era atento con nosotros.
-Si este latino es amigo de la familia Harrison-Wood, entonces es amigo mío - dijo, dedicándome una sonrisa la cual no respondí - disfruten de la comida.