El ambiente es romántico y Luisa no puede evitar sonrojarse pues aunque de cierta forma se siente tonta solo de actuar de esa forma no sabe como hacerlo diferente, su corazón acelerado la hace sonrojarse cada vez más pero una parte de sí se siente ansiosa de poder experimentar dicha intimidad con un hombre que ha ido demostrando paso a paso lo mucho que ella le importa y que no escatima en mimos y paciencia para demostrarle el camino que deben seguir, tiembla y se estremece desde la planta de los pies hasta la punta del pelo solo de sentir su respiración pesada tan cerca y la forma en que la atrae hacia si, desearía que ese momento perdurase para toda la eternidad pero es consciente de que a medida que pasa el tiempo se van acercando a vivir algo que ella no sabe como será pero que sin duda su expectativa dará paso a lo que será su vida en común como marido y mujer.
La luz de las velas y los nervios de ambos hacen que sea un ambiente cargado de algo que Luisa no sabe como definir pero que sin duda ansia, sus olores que empiezan a entremezclarse son distintos y le gusta pues es la mezcla de lo dos, huele a eso de lo que esta prohibido hablar, Luis la mira con infinita ternura y algo más, ella desea ponerle nombre pero su inexperiencia le hace que ello sea imposible, esta más que dispuesta a seguir el camino que su marido le esta mostrando.
Con ello Luis le hace un gesto a su esposa para que levante los brazos y le permita desnudarla de una buena vez, se siente tan diferente que por primera vez en su vida desearía no ser tan recatada como le han dicho que es, desea sentir la piel de su esposo pero no sabe que pensará él si lo hiciera como imagina, es una señorita que va en un camino a convertirse en una mujer completa y solo puede pensar en la palabra "deseo", suspira y sin darse cuenta del como, el resto de prendas desaparecen y Luis la toma con dulzura y observa su desnudes, en un principio la joven intenta ocultar su desnudez pues no es lo propio y sí su madre le dio la sabana por algo será.
Entre tanto Luis ajeno a los pensamientos de su mujer se centra en sentir, por primera vez en su vida siente la necesidad de tomarse su tiempo pues sabe que lo qué tiene con su esposa es algo demasiado precioso y valioso como para tratarla con prisas y sí es una señorita como sabe qué es lo que menos quiere es asustarla y que ella lo tome de manera errónea y mecánica, adora ver sus pezones erguidos por el deseo, le gusta ver como se enmarcan sobre la tela que va cayendo y humedece sus labios imaginando su sabor y lo que será tenerlos en su boca, baja la mirada a su monte de venus y su bonito trasero.
A él le gusta ver las formas femeninas, ronronea mientras observa como su mujer sonrojada hace todo por ocultar su cuerpo, imagina las cosas que le dijeron sobre el comportamiento de una señorita y desea hacer todo por darle la seguridad que necesita para demostrarse como es con él.
-Quítate las horquillas del cabello - pide nervioso quitándose los pantalones, la morena asiente abriendo sus ojos desorbitadamente al ver las formas masculinas y lo que le diferencia de ella, traga saliva a medida que le ve desnudarse.
-¿Y la sabana? - inquiere en voz ahogada viendo como su marido se acerca sonriente al ver su melena suelta caer sobre sus hombros tapando sus senos, suspira sintiendo lo increíblemente pesados que los siente y lo duras que tiene las puntas.
-¿Quieres usarla?, - inquiere viendo sus senos - mira de todas maneras la cama quedara manchada también y yo prefiero sentir nuestras pieles juntas - acaricia su rostro, Luisa se sorprende y jadea viendo la mano de su esposo hacer un camino desde su barbilla hasta el valle de sus senos y en ese momento contiene la respiración.
-Eres mi esposo, será como tu dices - traga saliva al responder.
-Te va a gustar - gruñe llevando uno de sus dedos a hacer un camino sobre uno de sus senos hasta llegar al borde su pezón - tal vez duela al principio pero prometo ser cuidadoso - la joven asiente sin dejar de verlo.
Luis con infinita paciencia la lleva a la cama, allí se toma un poco más de tiempo para acariciar sus piernas escuchando los gemidos suaves que Luisa se empeñaba en ahogar, besa su torso viéndola contraerse de excitación con cada toque, sabe claramente que se equivoco pues una mujer virgen no reacciona como ella lo esta haciendo, lamenta imaginar lo que seguramente le dijeron de su noche de bodas.
Al llegar a sus pechos se muestra hipnotizado, le encantan y no duda en tocarlos suavemente y esta vez se toma su tiempo, le gusta tocarlos mientras va escuchando como su respiración se altera, humedece sus labios y se introduce uno en la boca, mientras con la lengua lo humedece hasta arrancarle deliciosos gemidos, intenta ignorar el sentimiento de frustración que le embarga al ver como se empeña en mostrarse insensible a sus caricias, con un poco más de mimo se queda unos momentos más aferrado a aquella parte de su anatomía.
Con las manos acaricia sus nalgas abriéndose paso en medio de sus piernas, Luisa chilla cuando ve las intenciones de su esposo, sin duda le gusta cada cosa que hace en su cuerpo y siente que no hay más en el mundo que ellos dos. Luis en un santiamén se ha quitado lo último que protege su desnudez y se ha unido a ella, adora escucharla gemir cuando sus labios rodean los pezones y los succiona una vez más como si fuera un bebé hambriento, de cierta manera lo es y no le importa admitirlo pues es algo que ha deseado desde que se comprometieron y a la vez es algo que lleva torturándolo desde que salieron de la iglesia declarados marido y mujer.
Luisa adora esas sensaciones sin duda sus pechos son una parte muy sensible cosa que la hace más consciente de si misma de lo que nunca imagino, decide relajarse y permitir que su cuerpo disfrute los dulces y eróticos besos de su marido, lo único que le haría falta en aquel momento sería recibir dulces palabras de amor, pues ya sabe que su corazón ha quedado en manos de Luis y eso la hace inmensamente feliz.
Continuará...