Capítulo 4CUANDO Odella era pequeña, como la mayoría de los hijos únicos, tenía un compañero imaginario que siempre estaba con ella. El suyo era un niño llamado Mickie, y conforme ella creció Mickie creció con ella. Formaba de tal manera parte de su vida que, con el tiempo, se convirtió en cierta forma en su ángel de la guarda, en especial después de la muerte de su madre. Le pedía consejo y ayuda cada vez que lo necesitaba. Ahora, mientras se iba a acostar, hablaba con Mickie como lo hacía cuando era muy pequeña. El pequeño ser imaginario era conocido de toda la casa. Se trataba de Mickie el travieso y Odella era la buena. Cuando tenía seis años, trató de saltar el arroyo, cayó en él y se empapó de los pies a la cabeza. Su padre se enfadó con ella y le dijo: —Fue algo absurdo que hic