Capítulo 4

1862 Words
— ¿Y cuéntame sobre Aradia? – preguntó Gustavo mientras tomaba una lata de sopa. — Vaya, vaya, eso suena a mucho interés – los dos rieron. — Vamos, es guapa y supe desde que tú y el ruso estaban nerviosos antes de que llegara – lo miro – Admitelo, los conozco bastante bien. — Demonios – maldijo y los dos volvieron a reír – Si, es cierto. — Lo sabía – sonrió Gustavo – Así que habla ¿Por qué creyeron que podíamos funcionar en esa cena? Sin mencionar que siento que hablaron con mi hija para que ella estuviera de acuerdo. — No lo sé, ¿ella ya te dijo algo? – los dos se giraron a ver a Gen que estaba sentada en el carrito de compras y rieron al ver que su frente estaba recargada en el carrito. — No me podría decir nada – sonrió – Vamos habla Horacio. — Está bien – se puso frente a él – Aradia estuvo casada hace como 10 años, su esposo murió en un accidente de auto – suspiro – Fue trágico, cuando llegué aquí ella aún tenía ambas sortijas en su dedo anular. Fue solo hace unos tres años que dejo las sortijas y las sustituyo por sexo con chicos urgientes por sexo – lo miro – Por algo es la mujer más sexy y más perseguida por hombres y mujeres, aunque todos saben que es heterosexual. — Vaya – susurró - ¿Sabes como se llamaba su esposo? — Julian – lo miro – Antes de que pusiera la foto de él en su cajón y no lo sacará jamás, pude ver que era lindo. Era pelirrojo de ojos verdes – le sonrió - ¿Por qué? Gustavo ahora entendía el nombre del barco, sin mencionar que aún tenía esa mirada que él tenía en sus ojos cuando murió su esposa. — Solo curiosidad – se acercó a su hija – Gen por favor – levantó su carita del carrito, y la despertó, sus ojos somnolientos se abrieron y miraron a su papá – Por favor, tenemos que ir de compras. — Déjala dormir y la despertamos en la tienda de ropa – dijo Horacio sacándola del carrito para cargarla. — Entonces está chica se volvió una sugar mommy. — Hablando ortodoxamente, si – lo miro – Tú no eres así Gus. — Claro que no, porque superé la muerte de mi esposo con nuestra hija. — ¿Ya lo superaste? Después de lo que me dijiste de la casa… — Fue solo un mal momento – comenzó – Estuve tres semanas en casa y mis primeros días fueron horribles, me la pasaba llorando, sacaba su ropa y la olía – suspiro – Pero entonces Gen me sacó el susto de mi vida. — ¿Qué pasó? — Dejó de respirar unos segundos, estaba muy asustado – se detuvo – Temía perderla a ella también, recuerdo esa noche, estaba dándole primeros auxilios mientras la ambulancia llegaba. Dije en voz alta “No quiero que te la lleves a ella también, ya te llevaste a Ayde, no quiero perder a mi hija también” cuando dije eso, ella comenzó a llorar y de la nada una mariposa entró a casa y se posó en la frente de Gen calmando su llanto. Según los paramédicos fue solo apnea, pero se que esto fue una lección. — ¿Y cuál fue? — Cuando Ayde tuvo sus últimos momentos de vida conmigo y la bebé, ella dijo que me quería feliz con una parte de ella – suspiro – Después de que paso lo de Gen, supe que Ayde estaría con nosotros siempre y que consumirme en la miseria seria una perdida de tiempo con ella. Así que tomé mis cosas y vine aquí. — ¿Y qué planeabas hacer aquí? — Darle un cierre a Ayde – lo miro – Cuando vine aquí, ella me siguió y me pidió vivir juntos. — Solo duraste dos semanas conmigo – los dos rieron – Pero fuiste muy feliz cuando te fuiste. — Ayde será parte de mí siempre, será parte de mi hija siempre, ella estará con nosotros siempre y no dejaré que eso cambie algo. Le daré la mejor vida posible a Gen. Solo quiero ver a mi hija feliz. — Bien Gustavo, eso me encanta – lo miro - ¿Y donde entra tu felicidad aquí? Tú debes ser feliz. — Si ella es feliz, yo también. Gustavo se adelantó comprando el resto de cosas en la lista, hasta que Horacio lo encontró. — ¿Crees que Aradia entra en el ámbito de ser feliz? Gustavo sonrió un poco, Aradia es linda, le gusta y le encanta como es con su hija, pero teme que se está refugiando en ella para no sentirse solo. — Aradia es lindo con Gen y lo es conmigo – le sonrió – Pero soy un alma libre y una relación a distancia no creo que sea algo que ella quiera. Además que cuando Gen cumpla tres años volveré a casa y me estableceré ahí – lo miro - ¿Sabias que me invitó a una fiesta el viernes? Bueno dijo que no es fiesta… — Espera – lo miro - ¿Aradia Conway te invito a la ceremonia del año? — ¿Qué? Gustavo se detuvo para mirarlo, su reacción fue algo más que una sorpresa. — Este viernes el Alcalde hará una ceremonia importante para toda la malla del CNP, todos los EMS del hospital y todos los bomberos – lo miro – Esta es una gala importante ¿y ella te invito? — Algo así, bueno nos invitó a los dos. — Gustavo, entiende esto, si Aradia Conway te invito a esta gala, en verdad y hablo muy enserio, ella de verdad tiene interés contigo. — ¿Qué de importante tiene esta gala? – lo miro. — La última gala a la que fue acompañada, fue con su esposo. Gustavo frenó en seco y lo miró, sentía su corazón en la garganta… Miró a su hermano que tenía a su hija dormida en los brazos. — ¿Hablas totalmente en serio? — Si. — No Horacio, hablo en serio ¿ella no ha llevado a alguien más a esa gala, fiesta o lo que mierda sea? — Hablo totalmente en serio Gustavo, su última gala fue con su esposo. Gustavo lo entendió por completo, una gala a la que había ido solo acompañada por su esposo, volverá a ir con él y su hija… — ¿Y qué cojones hacemos aquí? – dijo Gustavo - ¡Vamos de compras ahora mismo! — Si, me gusta tu idea, pero paguemos esto y vamos por eso. […] — Me siento como una desesperada. — Te ves bien – dijo Volkov tomándole una foto que le enviará a Ivanov – El rojo es elegante y sexy. — Yo prefiero un vestido formal – dijo Conway. — ¿Un vestido formal? Eso suena a que quieres impresionar a alguien – sonrió mirándola. — Claro que no. Aradia apretó los labios y comenzó a ver el resto de opciones que le dio Volkov. — Por favor Aradia, desde tu cita con Gustavo te veo diferente. — ¿Diferente bien o mal? — A si que te interesa – sonrió divertido – A Gustavo le gusta cualquier mujer en vestido sexy y elegantes, que demuestren su sensualidad. — ¿Su esposa usaba vestidos así? – preguntó. — No lo usaba muchas veces, pero Horacio me dijo que a Gustavo le encantan las mujeres que son seguras de su sensualidad. — Te odio – susurro – Señorita, quiero que me muestre los vestidos que escogieron. — Claro Superintendente. Aradia entró al vestidor y comenzó a quitarse el vestido rojo. Por otro lado Gustavo, Horacio y Gen entraban a la misma tienda de ropa. — ¿Qué le gusta a ella? – preguntó Gustavo mirando los trajes. — Sé tú mismo Gustavo, eso siempre atrajo a las mujeres – le sonrió. — Pero ya no soy ese hombre soltero de antes – le miro – Soy papá soltero. — Tienes dos opciones, buscas algo que te guste o te vas combinado con Gen. — Me gusta la segunda idea. — Entonces vamos por el vestido de Gen – dijo Gustavo. — Sí me parece bi… - Horacio vio que Volkov los había escuchado y levantó su mano diciendo que “alguien” estaba en el vestidor – De hecho, sabes – tomó un traje cualquiera – Pruébate esto. — ¿Enserio? – dijo mirándolo. – No me gusta mucho. — Si pruébatelo y Gen y yo vemos vestidos – le sonrió – Te vemos en el vestidor ¿si? — Está bien – sonrió un poco confundido. Tomó el traje y se dirigió al vestidor, por suerte Volkov ya no estaba ahí – Bien podemos hacerlo – susurro. Y justo cuando estaba por escoger vestidor, una puerta se abre y sale Conway con un vestido blanco largo y escotado de enfrente – Aradia – dijo sorprendido. — Gustavo – lo miro y trago saliva. Gustavo la recorrió con la mirada, el vestido llegaba casi hasta el piso, tenía una abertura en la pierna, un escote de corazón que resaltaba sus pechos. — Yo estaba… — Yo me probaba… Los dos se quedaron cortos en las palabras, era como si algo los estuviera atrapando y sin duda la tensión que vivieron el otro día en el barco fue suficiente para que ahora estuvieran en el vestidor besándose apasionadamente. ¿Cómo llegaron a ese punto? No lo saben… Estaban comenzando a quitarse la ropa y parecía que nada los paraba… Pero fue cuando sus ojos se volvieron a encontrar, llenos de lujuria y deseo. — Gustavo espera – se separaron jadeando. — Dios – susurró jadeando. — Si – sonrieron – Oye – se acercó tomando su rostro – No quiero esto así. — ¿No quieres el sexo o que? — Quiero el sexo, desde que vi tu cuerpo lleno de tatuajes – los dos se sonrieron – Pero no quiero que esto sea en un vestidor y tampoco quiero que pienses que soy esa clase de mujer. No dejare que pienses que solo te quiero por sexo. — Bien – susurro – Tienes razón, además estaba por comprar un traje para la fiesta a la que me invitaste. — ¿Enserio? – dijo ilusionada. — Si – sonrió mirándola – No tenía traje así que tenía que comprar uno – dijo rápido. — ¿Viniste solo? — Horacio se llevó a Gen a buscar un vestido y buscar un traje que combine con él. — Eso es lindo – le sonrió – Podría ayudarles, solo si quieres. — Creo que sería lindo eso – acaricio su mejilla. — Bueno, pero ahora el problema es que si salimos juntos van a creer que tuvimos sexo – susurró riendo. — Saldré primero y después tú, nos vemos en el área de vestidos de niñas – le dio un beso en los labios y salió. Aradia sonrió, mordiéndose el labio. Le gusta el rubio…
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