Padre Soltero

Capítulo 5

Gustavo había escapado del vestidor, cuando vio a Horacio junto con Volkov se dirigió a ellos un poco más tranquilo, cuando se acercó vio que su hija estaba de pie, sosteniéndose por sí sola.

— Oh Dios mío – dijo al verla - ¿Cuánto lleva así?

— Diez minutos – dijo Volkov – Es impresionante, no se ha caído.

— La bebé ya tiene más fuerza.

— Ven mi amor – dijo Gustavo estirando su mano, su hija sonrió y se acercó caminando hacia él a paso apresurado y sin tropezarse tanto – Eso es – todos aplaudieron – Vamos a celebrarlo con un helado.

— Tenemos algunos vestidos – dijo Horacio - ¿Quieres verlos papá? – sonrió divertido.

— Claro – tomó a su hija en brazos, pero se puso inquieta – Vaya, ya no quieres estar en los brazos de papá – la volvió a bajar y ella comenzó a caminar – Gen, por favor ven.

Gustavo persiguió a su hija hasta que vio a donde llegaba.

— Miren que encontré – dijo Aradia cargando a la bebé y dándole un gran beso en su mejilla provocando la risa de la bebé – Hola nena.

— Genial te quiere más a ti que a mí – se cruzó de brazos.

— Descuida papá – se acercó y le dio un beso en la mejilla – Todos te queremos.

Gustavo abrió los ojos y se sonrojo, la pareja que estaba mirándolos desde atrás se codeaban mutuamente y reprimieron su emoción.

— ¿Qué vestidos tienes? – dijo Aradia.

— Me gustaron estos – dijo Horacio – Son perfectos para la gala.

— ¿Perfectos? Claro que no – dijo Aradia – Esta tienda es un asco para vestidos, lo sé porque hace un mes acudí con Greco a un robo en la tienda de vestidos y pude ver vestidos para niñas.

— Pues vamos – dijo Gustavo.

— Por desgracia estoy de servicio ahora – dijo Aradia dejando a la bebé en el piso – Pero Horacio sabe de qué tienda hablo, pueden ir – le sonrió.

— Si, vamos – dijo Horacio tomando la mano de su sobrina.

— Está bien, entonces vamos por el vestido y después por un traje – dijo Gustavo.

— Espera – Aradia lo tomó del brazo – Este es mi número – le dio un papel con su número anotado – Me gustaría ir con ustedes, pero tengo un día lleno de cosas y este pequeño descanso fue para buscar un vestido.

— Yo comprendo preciosa – le sonrió – Tranquila.

— Llamame.

— Lo haré – le sonrío, miro a Volkov que estaba justo detrás de Aradia – Nos vemos en casa ruso.

Viktor miró a Aradia con una sonrisa burlona.

— No digas nada c*****o – susurro.

— 10-4 Super – sonrió divertido.

[…]

Gustabo estaba doblando la ropa de su hija recién salida de la secadora, escuchaba la risa de su bebé junto con la de su hermano. Siente que ha sido un poco egoísta al llevarse a su hija y que no la vea nadie más, pero creía que hacía lo mejor. Ahora a su mente viene Aradia ¿y si ella puede ser su compañera de vida? Le gusta, pero solo lleva conociéndola tres días y se va en cuatro días.

Sin mencionar que cuando vuelva a casa, estarán a mucho tiempo de distancia y una relación a distancia no es lo mejor para ella… Por algo Ayde le pidió vivir juntos, porque su relación a distancia los torturaba a ambos.

Sacudió su cabeza y frotó su rostro. Piensa demasiado. Solo lleva tres días de conocer a la chica y ya planea su vida con ella.

— Parezco adolecente – susurró y tomó la ropa de su hija y la metió en su cajón.

— ¡Gustavo! ¡Ven! – grito Horacio.

— ¡Ya voy! – grito, guardo todo y bajó las escaleras - ¿Qué pasa?

— Volkov nos espera en un restaurante para cenar, vamos.

— Esta bien vamos.

— ¿Estás bien? Te noto distraído.

— Solo soy yo y mi mente – sonrió – Vamos, tengo hambre.

Horacio acomodó a su sobrina en la silla y subió al lado del copiloto.

— ¿Qué harás cuando vuelvas a casa? – pregunto.

— No lo sé – suspiro – He pensado en algunas cosas – lo miro – Y no se que hacer, debe ser algo que me de tiempo para cuidarla. Con las acciones de Ayde tengo suficiente, pero quiero hacer algo y que no me reconozcan como el amo de casa – sonrió divertido.

— Sabes – sonrío – Recuerdo cuando dijiste que serías policía.

— Yo también lo recuerdo – sonrío – Pero ser policía quedó muy atrás y creeme fue loco pensar en ello – se relamió los labios y pensó en un buen recuerdo.

— Bien, pensemos que trabajo quedaría perfecto en un rubio sexy que es papá soltero – lo miro – Diablos se me ocurren muchas.

— Callate – los dos rieron – Puede que haga asesoría legal – se detuvieron en el restaurante – Me daría bastante tiempo.

— Tienes razón – bajaron del auto y bajaron a la bebé.

— ¡Hey otaku! – gritó Gustavo cuando entraron, varios lo miraron raro.

— Creí que con una hija cambiarías – sonrió divertido.

— Tengo una hija y seré el doble de peor.

— Hola amor – Horacio beso a su esposo y le dejó a su sobrina.

— Lindo lugar – sonrió Gustavo - ¿Qué celebramos?

— Nada – dijo Volkov – Pero si queremos hablarte de algunas cosas.

— Vale – los miro - ¿Qué pasa?

— Primero que nada, estamos más que felices que estés con nosotros de nuevo – dijo Horacio – Y también para decirte que siempre que vengas tendrás una casa aquí.

— Gracias, gracias.

— Pero ¿Por qué no tener dos casas? – sonrió Volkov y sacó una cajita de regalo.

— ¿Qué es esto? – sonrió al abrir la cajita y ver un par de llaves ahí dentro - ¿Llaves?

— Decidimos que el dia de tu gran cita con Conway – los tres rieron – Fuimos a ver una casa que desde hace meses nos gusto para ti, porque es grande y tiene muchas cosas para que Gen esté cómoda – sonrió – Así que tienes casa nueva – le sonrieron.

— Chicos, vaya, no sé qué decir – sonrió en grande – Gracias.

— No agradezcas Gustavo – dijo Volkov – Tal vez no sea para que te establezcas aquí, pero una casa para ustedes dos cuando vengas aquí – le sonrió – Aunque tenerte en casa con Gen es fantástico.

— Gracias chicos en verdad – sonrió Gustavo.

— Y eso no es todo – dijo Horacio y miró a su esposo – Pensamos en tener un bebé, pero te queremos a ti para que nos digas tu opinión.

Gustavo miró a su hermano y cuñado, estaba feliz por lo que hacían por él y le gusta que quieran formar una familia.

— Dios estoy mas que feliz por ustedes que quieran tener un bebé – les sonrió – Y miren, que les parece si esto lo hablamos en, la que parece mi nueva casa – sonrió – Chicos en verdad gracias por todo.

— Gustavo eres familia – dijo Volkov – No tienes que agradecer – le sonrió – Y menos por esta nena – le hizo cosquillas provocando su risa.

Gustavo sonrió mirando a su familia, le gustaba estar con ellos.

La cena terminó y salieron del restaurante para irse, Volkov cargaba a Gen en sus brazos ya que estaba dormida. Subieron a la camioneta de Gustavo.

— Sacaré mi chamarra de atrás – dijo Gustavo bajando de la camioneta.

— Te ves lindo papá – dijo Horacio al ver como Volkov tenía una manta sobre él tapando a su sobrina.

— Gracias – le sonrió y miró al frente – Mierda, mierda – señaló.

— ¿Qué? Oh mierda – estaban viendo a Aradia salir del hotel que estaba frente al restaurante, detrás de ella salía un hombre un poco mayor. Los dos tomaron su camino – Esa hija de puta.

— No le digas – dijo Volkov.

— No le ocultaré esto a mi hermano. Esa cabrona solo lo está ilusionando.

— Díselo mañana, no hoy.

— Está bien…

[…]

— ¿Qué la vieron hacer que? – dijo Gustavo sin creer lo que dijo.

— Lo siento Gustavo, se que estabas ilusionado – dijo Horacio.

— No, está bien – les sonrió – Por algo soy papá soltero – les guiño - ¿Iras a trabajar hoy?

— Si ¿Por qué? – dijo Volkov que tenía a su sobrina dándole de comer.

— ¿Aún está la hermana de Greco?

— Si – dijo Volkov.

— No – dijo Horacio – Gustavo no.

— ¿Qué? Solo estaré viendo a una gran ex amante y ver quien tiene los huevos más grandes.

— Gustavo…

— No Horacio – dijo Volkov – Gustavo tiene razón, si de verdad Aradia quiere algo serio con Gustavo, debe aprender que andar de loca no la dejara estar con alguien de verdad.

— Y que no todos somos adolescentes que estamos a su merced y que caemos a sus pies – Volkov y Gustavo se sonrieron y chocaron sus puños.

— Pues Gen y yo nos quedaremos aquí.

— Perfecto ¿te llevo? – sonrió Gustavo.

— Claro que sí – dejó a su sobrina con Horacio y le dio un beso a ambos – Vámonos.

— No se cuando conspiraron esos dos – susurro Horacio a su sobrina…

Alguien le debe dar una lección…