Helena tenía el corazón bombeando su sangre a la misma velocidad con la que Pato manejaba yendo a su departamento. Sentía cierta incomodidad al saber que le estaba causando molestias al tener que hacerse cargo de ella. No entendía cuál había sido la reacción de que ella viviera en un simple cuarto. Para ella ese lugar habría sido un palacio. Era un lujo que por primera vez podía darse en la vida gracias a la ayuda que sus padres le daban de manera mensual, sin embargo; había algo que lo había molestado y por lo cual estuvo callado durante todo el camino. Tan solo escuchaban canciones al azar de su lista de reproducción. — Pato ¿estás enojado conmigo? —preguntó Helena con cierta cautela. Tomó un mechón de cabello y empezó a juguetear enredándolo en su dedo. — No. No Lena, perdón por es