Helena nunca pensó que se metería en problemas por salir en plan de amigos con Pato a comer a un restaurante. Era una actividad aparentemente genuina. Cualquier persona en su sano juicio puede salir a comer con un amigo para ponerse al día con pláticas sobre sus actividades diarias o intentar disculparse como era el caso de su supuesto esposo. Pero las circunstancias estaban sujetas a las interpretaciones dependiendo de las experiencias pasadas o las pláticas sostenidas con el espectador y los interlocutores. En pocas palabras Juan estaba viendo que Pato, el ligue de su hermana, se había aprovechado de la borrachera del día anterior y había aprovechado para ligarse a Helena, que ahora estaba con su mano entrelazada. Había sido un juego sucio y deshonesto. — Juan ¡Qué sorpresa verte! —