Si algo soñó Helena cuando era niña fue ese beso ardiente, suave y apasionado que le encendería las mariposas en su estómago, justo como estaba pasando en ese momento, que le arrancara el suspiro y perdiera la voluntad por un momento.
No pudo evitar sentir una sensación que le nacía del pecho, como un temblor que se apoderaba de su cuerpo mientras se perdía en la intensidad que tenían los labios de Pato. Sentía cada movimiento tan intenso y lleno de deseo que dejó escapar un gemido involuntario al sentir su lengua invadir su boca.
Pato no quería que ese momento acabara. Nunca un simple beso lo había llevado a su límite ¿era un beso con magia? Solo era capaz de reconocer que su cuerpo temblaba con ligereza, nunca un beso lo había sacudido tanto como aquella vez. Era la tercera vez que be
