Si a Helena le hubieran dicho que tenía la capacidad de retener la respiración por más de dos minutos continuos sin reaccionar, nunca lo habría creído. Sin embargo; estar en medio de la sala del departamento de Pato con las palabras que había estado esperando, la golpearon de repente, fuerte y claro resonando en su cabeza como un constante eco en medio de una habitación oscura. Parpadeó un par de veces bajando la vista al suelo, donde yacía el contrato hecho añicos, para después subir la vista hacia su amigo chocando con su mirada seria y viéndolo tragar saliva con dificultad. — ¿Qué? —fue lo único que Helena pudo decir ante el shock que estaba pasando. Pato suspiró, la tomó de la mano para sentarla en el sillón donde había estado durmiendo. — Escucha, sé que te tomé desprevenida y