¿Y SI NOS CASAMOS?

1007 Words
Condujo hasta la residencia Prado donde desde hace unas semanas vivía Lucía sola, su abuelo había decidido darle más espacio ahora que era mayor de edad, mudándose a una villa a las afueras de la ciudad donde empezó su retiro. Entró a esperarla en la hermosa sala con ventanas francesas que daban una vista del hermoso jardín lleno de plantas, se puso a analizar el lugar, había cambiado poco en todos estos años. A diferencia de su enorme, pero fría casa, este lugar era cálido, rodeado de plantas con flores, otras cargadas de frutos y podían escucharse pájaros incluso, cual novela romántica. Cuadros adornaban las paredes con fotografías familiares llenas de rostros felices, incluido el suyo de niño. Había pinturas y dibujos enmarcados, pudo reconocer una de las suyas que nunca había podido terminar, la había realizado para Matt, pero no tuvo oportunidad de colgarla en su oficina como lo había prometido. Matt... Hace mucho no pensaba en él. Estaría decepcionado como la mayoría de personas que lo conocían, aún más sabiendo que no solo había incumplido su promesa, iba a hacer todo lo contrario. - Es culpa tuya por confiar en mí, por dejarnos solos - dijo en voz alta, sintiendo que de alguna forma su amigo lo escuchaba. Dio un salto cuando la puerta sonó y pensó por un momento su difunto amigo había decidido entrara a saldar cuentas. - ¿Dónde estabas? – interrogó furioso a Lucía ni bien cruzó la entrada, aunque era más miedo que enojo. - Fui a la universidad a entregar los papeles para matricularme – susurró con un tono nervioso. - Pues eso tendrá que esperar – se acercó a ella disfrutando el nerviosismo que le causaba - verás, como oficialmente cumpliste la mayoría de edad, déjame informarte que legalmente empezaron tus responsabilidades como m*****o de esta “familia” – hizo comillas con sus dedos al pronunciar esta palabra mientras tomaba aire. – Bueno, te espero el lunes para que empieces tu inducción, entenderás que no queremos dar un mal ejemplo así que entrarás como pasante de tiempo completo en la empresa – la palmeó en la espalda mientras caminaba a la salida. - Andrés, espera… - de espaldas hacia ella sonrió con malicia sin que lo viera - ¿Qué? – se volteó. - Yo… cómo voy a estudiar si estaré trabajando tiempo completo. No puedo empezar como pasante de medio tiempo, como Matt… - se arrepintió de inmediato de nombrarlo. Andrés respiró profundo controlando la ira que sentía, se acercó a ella arrinconándola contra una pared y sujetando su barbilla para que lo vea directo a los ojos. - Tú no eres Matt, yo no fui Matt. Él tenía a nuestros padres para que se hagan cargo de todo, a mí me tocó renunciar a todo para hacerme cargo de este lugar. Mientras tú jugabas con muñecas, salías por helado con tus amigas y te quedabas en casa, yo estuve en un internado preparándome día y noche para hacerme cargo ¡DE TODO! Incluyéndote. – Sus rostros estaban tan cerca que casi podía besarla. Ambos empezaron a respirar con agitación, era la primera vez que estaban tan cerca, viendo directamente los ojos del otro. En el silencio casi podían escuchar sus corazones latir como si estuvieran en una maratón. Él soltó su barbilla y desvió su mirada, notando que había estado viendo sus labios por demasiado tiempo, volvió a su personalidad fría y seria de siempre, nuevamente buscó los ojos de ella con los suyos, como si buscara ver su alma. - Lo siento, no quiero dejar mi responsabilidad, es que pensé que quizás yo podría prepararme mejor – la voz de ella se fue apagando mientras su rostro se volvía cada vez más rojo. - Hay una opción en realidad, pero no sé si vas a querer aceptarla. Después de todo nunca me has escuchado – dijo apartándose. - Yo te escucho, dímela, por favor - le respondió, con una voz dulce resultado de su inocencia, porque a su edad solo había conocido lo que Andrés le había permitido conocer. - Podemos casarnos, por la ley, como una forma de garantizar que nuestros bienes se unan. De esa manera no tendrías que lidiar con nada, cuando finalices tu carrera y estés familiarizada con la empresa me pides el divorcio, dividimos los bienes y listo. - ¿Estás seguro? – la duda se notaba en el tono de su voz - ¿y si encuentras a alguien con quien quieras casarte en ese tiempo? – su tono se volvió casi un susurro mientras agachaba la mirada, la idea de imaginarlo con otra mujer le dolía en el corazón. - Eso no pasará, no tengo interés de tener una relación sentimental. No quiero una novia, no quiero una esposa, la única mujer que he soportado más de una semana has sido tú y con eso es suficiente – respondió sin darle importancia a sus palabras. Lucía ocultó una enorme sonrisa, el hombre que la hacía emocionar y que sus mejillas enrojezcan acaba de decirle que solo la necesitaba a ella en su vida, o bueno, no exactamente eso, pero era parecido y bastaba para hacerla feliz. - Acepto entonces Andrés, si tú crees que es lo que mejor yo lo haré – dijo sonriente, pensando que por fin tendría una oportunidad de estar cerca de la que era su persona favorita en todo el mundo. Él sonrió, imaginando que su plan iba de acuerdo a lo pensado y ya no tendría que preocuparse que alguien se llevara lo que le pertenece. > Pensó moviendo la cabeza para sacudirse la idea. Mientras ella le devolvía la sonrisa imaginando que podría ver ese rostro a diario, que quizás lo enamoraría, que quizás él le daría una oportunidad, podrían ser felices, tener hijos, al primero le pondrían Pepe. > Se dijo a sí misma, moviendo también la cabeza para sacudirse la idea.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD