VIVAN LOS NOVIOS

876 Words
4 DÍAS PARA LA BODA - ¿Qué estás planeando Andrés? - Te lo dije abuelo, Lucía y yo vamos a casarnos. Deberías estar orgullo, después de todo estoy siguiendo tus pasos, ¿no me decías que vaya por todo y no me conforme nunca con migajas? - Sabes que ella te quiere, confía en ti, haría lo que tú le dijeras, no merece que le hagas algo así. - ¿No fue eso lo que hicieron mi padre y tú con mi madre? - Tu madre era adulta y lo aceptó, Lucía es una niña que… - ¡¿Se lo dirás entonces?! Vas a romper su ilusión, dejarás que se quede sola cuando tú mueras para que alguien se aproveche de ella y mande por la borda el trabajo de nuestra familia. El anciano guardó silencio, sabía lo que había creado, un monstruo que ni él era capaz de controlar. - Por lo menos dale una ceremonia bonita. Déjala vestirse de novia, que sea especial su día. Solo te pido eso en consideración a sus padres y a su hermano que significaron tanto para nosotros - habló derrotado. - Por supuesto abuelito – sonrió con los ojos llenos de oscuridad. 2 DÍAS PARA LA BODA ANDRÉS Se había prometido mantener un perfil bajo con la boda para evitar atención innecesaria en su plan, negándole a Lucía el planificar algo más de lo necesario. Solo serían ellos, su abuelo, la institutriz de ambos, sus 2 mejores amigos y el juez, pero sin saber cómo había llegado hasta allí estaba en medio de una joyería viendo anillos de matrimonio. > se repetía así mismo para convencerse. Terminó eligiendo un par de anillos sencillos, lo suficientemente expresivos para que todos los hombres supieran que Lucía estaba casada así no intentarían nada con ella, pero no tan ostentosos que pudieran llamar la atención sobre quién era su esposo y qué tanto dinero tenía. Debía ser cuidadoso, no vaya a enterarse alguien más de su plan y arruinar las cosas. > ahí, ante la mirada enamorada de una vendedora, el hombre no se había dado cuenta pero por primera vez en muchos años sonreía, con ilusión, con esperanza. 0 DÍAS PARA LA BODA Era un día normal en la vida de Andrés, la rutina de siempre. Desayuno leyendo las noticias, ir a la oficina, documentos, reuniones, salir a medio día para casarse, lo normal... Bueno, no tan normal, porque estaba ahí, en medio de su sala decorada con flores (gracias a su abuelo que había decidido darle un toque especial sin su permiso), esperando a la mujer que se convertiría en su esposa. De pie frente al juez, sus ojos quedaron sorprendidos al ver una hermosa novia descender por las escaleras. Sus cabellos castaños estaban adornados con una delicada corona de flores, mientras el vestido blanco de encajes la hacía lucir como una hermosa princesa. Su mirada se iluminó y de sus labios nació la más bella sonrisa, viendo a esa bella mujer descender del brazo de su abuelo, mirándolo solo a él, sonriéndole solo a él, algo que lo llenaba de un orgullo que no había sentido antes. - Quizás nunca podré volver a tener la oportunidad de usar un vestido así de lindo – dijo ella tímidamente mientras se colocaba a su lado. - Fue una… buena decisión – le respondió con torpeza. > se tranquilizó a sí mismo. Mientras la ceremonia continuaba su mente se desconectó de todo, quedando en piloto automático y se permitió soñar con una vida sin el accidente. Con Matt dirigiendo la empresa y el proyecto que soñaba con él, donde siendo un gran pintor podía ser parte de ese lugar sin sentir que trataba de llenar unos zapatos que no le quedaban, con su padre y sus padrinos orgullosos. Y Lu, quizás Lu estaría aquí frente a él en unos años, sonriente, sabiendo el paso que está dando, queriéndolo de verdad y no a la ilusión que tenía por él. Ese amor romantizado al ser el único chico que tenía cerca, el único que sabía la verdad de su vida, el que pensaba la protegía y por eso lo veía con esa gran sonrisa llena de ingenuidad que le recordaba el error que estaba cometiendo. > dijo una voz interna que sonaba igual a la de su padre. - Andrés, puedes besar a tu hermosa novia – le dijo el juez sacándolo por completo de sus pensamientos. La joven abrió los ojos con sorpresa, pronto sus mejillas quedaron completamente coloradas, mientras un millón de mariposas revoloteaban en su vientre, quedándose inmóvil, lista para recibir el beso que más había esperado en su vida. Sonriendo ante su timidez, la cual disfrutaba, Andrés se acercó viéndola a los ojos para sonrojarla más. Cerrando los ojos le dio un beso, dejando sus labios entrelazados con el labio inferior de ella, quedándose en ellos más de lo que esperaba ante la corriente que recorrió todo su cuerpo. Lucía cerró los ojos y sintió esos suaves labios con los que tanto había soñado, mientras su aliento escapaba sin que ella pudiera evitarlo. Al separarse saboreó sus propios labios, procurando que nadie la vea, ese pequeño momento había sido el más feliz de toda su corta vida.
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