CAPÍTULO DOCE Sarah había renunciado a tratar de quitarse de encima al Sr. Smith. Era tan pesado que incluso con toda su fuerza, se le hizo imposible mover su maciza constitución. Cuando al principio él se trepó sobre ella, estaba demasiado paralizada por el terror para intentar moverse. Pero, mientras él se contoneaba encima de ella, luchando con su cinturón, tratando torpemente de desvestirse, su miedo se había trocado en ira. Había aprovechado para intentar sacarlo, pero era demasiado grande. Eventualmente su brazos se rindieron y ella se quedó allí, pretendiendo estar en algún otro lado, dejando que las últimas lágrimas que se le habían salido rodaran por sus mejillas hasta la almohada. Él seguía sin dar pie con bola, y ella seguía rezando por que no lo consiguiera. Se concentró e