CAPÍTULO TRECE La respiración de Keri había vuelto a la normalidad. Había pasado delante de dos patrullas que iban en sentido contrario en Sunset, y con cada una había rechinado sus dientes, esperando ver que alguna diera la vuelta en U con las sirenas ululando y las luces intermitentes encendidas. Pero ninguna lo hizo. Aguardó hasta que, ya a salvo, se dirigía al sur hacia Inglewood por la 110 para llamar a Ray. Este contestó al primer repique. —¿Estás en camino? —preguntó. —Sí. Debo estar allí en quince minutos. ¿Y tú? —Más o menos igual. —¿Contamos con respaldo? —preguntó. —Sí. La Policía de Inglewood ha tomado posición detrás de una iglesia, a tres cuadras de distancia. Esa es la dirección que te di. Asegúrate de mantener un bajo perfil. Castillo está en camino también. Consigui