Capítulo 4

1525 Words
Gerard mi abogado y amigo personal me escribió muy temprano, pensé que el hombre de ayer se tardaría más, pero parece que empezó a contactar a Gerard apenas terminamos de hablar. –¿Y podrás cuidar de ella? –Es Audry, la conozco desde que nació –justifiqué. –Pasar cinco minutos con ella cada año a hacerte cargo por completo de su bienestar es algo totalmente diferente. –No voy a permitir que mis padres se la lleven, Gerard. –No lo sé –murmuró –. Tal vez estaría mejor con ellos. –Nunca –expresé. Mis padres siempre fueron vistos como los padres ejemplares frente a la sociedad, personas que superaron una difícil situación conmigo y esas cosas, pero nadie sabe la verdad, solo Frank y yo sabíamos lo que habíamos vivido con ellos. No es que fueran unas personas malvadas, pero esa sobreprotección y horarios estrictos son aún peor, especialmente la parte de la soledad, siempre había algo más importante que nosotros, su trabajo, una fiesta, la sociedad, "era para sacarnos adelante." Esa era su frase y jamás se dieron cuenta de lo que pasaba, ni lo siguen haciendo, según ellos y la sociedad en la que crecimos fueron los mejores padres, así que seguramente le harán lo mismo a Audry, ya escuchó a mi madre decirle que siga los pasos de Frank y sea un ejemplo para su padre mue.rto. –¿Y qué pasa con esa prima de tu cuñada? ¿No la puedes localizar? –Audry no la conoce y yo tampoco sé quién es. –Podría contratar un investigador. –Espera… ¿Acaso no crees que pueda hacerme cargo de ella? –No dije eso –levantó las manos –. Siendo sincero no me gusta este tipo de casos donde hay niños involucrados, te voy a ayudar siempre y cuando Audry esté bien y quiera quedarse contigo, de lo contrario, se tendrá que ir con tus padres o con alguien que pueda hacerse cargo de ella y pueda darle todo lo que ella necesita. –Se supone que eres mi abogado. –No me voy a pelear con el estado solo por tus caprichos, Adam, esto es diferente. –Eres un fastidio –reproché al recostarme en la silla, se me quedó viendo y yo no lo entendí hasta que me lo dijo. –Tengo que hablar con ella. –¿Ahora? –Ahora antes de que le digas que le vas a dar cena dulces todas las noches. –No le puedo dar dulces como cena –rodé los ojos –. Pero si quieres hablar con ella va a ser un poco difícil. –¿A qué te refieres con que va a ser difícil? –Es que ella no habla con nadie –encogí los hombros. –¿Cómo que no habla con nadie? ¿Y cómo sabes tú lo que pasa con ella? –Ella habla conmigo y con Isabelle, la ama de llaves, pero con nadie más –expliqué –. Está en su dormitorio, vamos y lo ves por ti mismo. Salimos de la sala y subimos las escaleras hasta llegar con Audry está pintando en su escritorio y tiene un poco de música baja. –Hola Couer –saludé y ella se detuvo –. Él es Gerard, un amigo y te quiere conocer. Ella lo miró, Gerard espero a que saludará pero no dijo nada, su institutriz me lo dijo está mañana, ella no le habla desde que llegó y no pudo trabajar nada con ella, le dije que no volviera porque se notaba que le estaba perdiendo la paciencia y no voy a permitir eso. –Hola Audry, soy Gerard, un amigo de tu tío, ¿cómo estás? Ella solo bajó la mirada y movió la cabeza para ver su dibujo, Gerard me miró, pero yo retrocedí, tenía que ver que era verdad lo que le decía así que no me iba a meter en su magia de abogado. –Que bonito dibujo, ¿te gusta pintar? Ella solo movió la cabeza afirmando mientras tomó su pincel de nuevo para cambiar el color. –¿Qué estás pintando? Ella solo señaló el dibujo, era obvio que era una muñeca, ella las dibujaba y luego las pintaba. –¿Te gustan las muñecas? ¿Tienes alguna? Ella afirmó, pero no respondió con la voz, Gerard volvió a enderezarse y me miró, luego volvió a ella. –Audry, solo quiero saber que piensas de que vivas con tu tío Adam, ¿eso está bien para tí? Ella afirmó con la cabeza mientras tomaba el color de su paleta de colores. –Tú tío Adam es médico y trabaja mucho, ¿estás de acuerdo con eso? –dudó. Ella solo encogió los hombros. Intentó hacerle otras preguntas pero era la misma respuesta, contesta sí y no con un movimiento de cabeza, pero tienes que insistir demasiado, terminó por despedirse y salimos de ahí, le dije que iba a volver en un momento y ella lo aceptó, cuando pinta le gusta que la dejen sola, así que no le importa mucho que me vaya. –Tiene una cita con la terapeuta el viernes –me adelante a decirle –. Siempre va a terapia, pero creo que esto es diferente. –¿Antes era más expresiva? –Sí, bastante alegre y a pesar de las circunstancias ella siempre fue muy activa. Gerard se pasó las manos por las sien, parece que piensa demasiado. –Necesito un informe sobre su estado de salud físico y mental, me voy a poner en contacto con el abogado del testamento para iniciar los trámites –explicó y lo último lo murmuró –. En qué problemas me estás metiendo. –Siempre te doy algo de emoción –sonreí. –Supongo que ya tomaste una decisión, te vas a quedar. –Lo mejor es que Audry siga su rutina de siempre, tengo un hospital aquí donde el director está muy viejo, ya debería irse. –¿Piensas ocupar su lugar? –Es lo mejor, aunque me gusta operar, pero el horario de oficina es lo mejor por ahora. –¿Has pensado en todo? –expresó. –Suenas hasta sorprendido –levanté mi ceja –. ¿De verdad no crees que pueda cuidarla? –No es eso –mintió –. Te estaré informando… Ah y casi lo olvido, tienes que decirle a tus padres. –¿Qué? –Tienes que decirle a tus padres sobre Frank. –No lo haré. –¿Y cómo pretendes que no se enteren sobre su muerte? –No sé, me haré pasar por él cuando llegue el momento de llamar. –Adam, tienes que decirles, será mejor que se enteren por ti que por el abogado porque estoy seguro que va a hacer la llamada. Oh no, el maldito abogado que no confía en mí para cuidar de Audry, ya se me había olvidado, él puede llamarlos y decirles, debería de meterse en sus propios asuntos en lugar de estar dudando de mi capacidad con Audry. –Los llamaré. Gerard se fue de la casa y yo regresé con Audry, seguía pintando y se detuvo cuando me vio. –Ese hombre que vino hace un momento –me habló –. ¿Era el de servicios sociales? –dudó. –No –contesté –. Es mi abogado, se encarga de los papeles que yo no entiendo. –¿Por qué quiere saber si quiero vivir contigo y me dijo eso de que trabajas mucho? –Solo quiere saber si estás bien aquí conmigo, eso es todo. –¿Me van a llevar para otro lado si hubiera contestado algo? –No –respondí –. No lo van a hacer mientras yo esté aquí contigo, de acuerdo. –Está bien. –¿Quieres ir a otro lugar? –Preferiría estar con mi mamá, pero eso no se puede –contestó –. No te ofendas. –No lo hago, yo también quisiera que estuvieran aquí. Ella lo aceptó mirando su marco. –Audry, tenemos que hablar de algo. –¿Qué pasó? Ella sabe que nunca le digo su nombre a menos que sea algo serio. –No es nada relevante, pero me gustaría saber si Frank alguna vez te contó sobre tus abuelos, nuestros padres. Ella miró hacía arriba como intentando recordar algo, se movió un poco incómoda al tocarse el pecho, le iba a preguntar si se sentía bien, pero entonces habló. –Creo que sí, dijo que viven muy lejos y no pueden venir porque ya son grandes. –Así es, ellos viven en Estados Unidos. –Oui, eso dijo. –Bueno, no sé si esten demasiado ancianos para viajar, pero que Frank ya no esté es algo importante y tal vez tomen un vuelo para venir aquí, ¿te gustaría conocerlos? –Oui. Bueno, al menos tenía un punto a favor, Frank no se había inventado una historia de padres muertos, así que aunque mis padres aparecieran aquí Audry no se va a asustar por eso, ¿en qué problemas me metiste, Frank?
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