Ella sonreía en forma pícara y se acostó allí al pie de su esposo para que tuviese mejor visión de todo lo que se proponía hacer, quería castigarlo en lo que más le dolía, no tocar a su esposa y ella lo sabía, allá abajo se penetraba ella misma gozando y gimiendo, hasta que tuvo un orgasmo ante los gritos desesperantes de su esposo.
—¡Dianne!, por favor, nooo, tú eres miaaa, ¡suéltame!, no lo hagaaaas
Ella tuvo el descaro de ponerse en cuatro con su trasero hacia su esposo e irse penetrando el culo con el otro vibrador ante los ojos de Adam que ya estaba quedándose sin voz y algunas lágrimas de impotencia resbalaban por sus mejillas.
—¡No lo hagas!, por favor, ¡eso es míoooo!, ¡Dianeee, no me dejes así!, yo te amo
Pero ella se acostó con esos dos vibradores metidos en su coño y en su culo, se retorcía de placer mientras Adam jalaba las cadenas tratándose de zafar, estaba desesperado por tocarla, tenía su polla dura, le dolía de las ganas que tenía, pero estaba inmovilizado, no podía y la escucho que tuvo un gran orgasmo y se quedó observándola, que se sacó los dos vibradores y se los llevo al baño para lavarlos, no aguanto más y lloró, algo que usualmente no hacía, sino que esta vez ese castigo le dolió en el alma.
Dianne salió con los dos vibradores limpios y secos, los guardó en su sitio, camino sensualmente hasta su esposo, cuando se percató de que estaba llorando con su cabeza agachada, le alzo el mentón y vio sus mejillas mojadas con lágrimas bajando por ellas, sintió el suelo húmedo, Dianne no creyó jamás que su castigo llegara a tanto, le había dado duro en el corazón de su esposo y eso ella no quería, le saco todo y los brazos de Adam cayeron a los lados.
Se arrodilló a llorar mientras abrazaba las piernas de su esposa, entonces ella se agachó para abrazarlo y decir
—Mi amor, por favor, no pensé qué... te doliera tanto, era un castigo por lo de la broma, sin embargo, te veo llorar, pero ¿por qué?
Adam no contestaba nada, solo se limitaba a sollozar en su regazo, hasta que ella le recordó lo que esa vez se masturbó frente a ella, Él le respondió triste.
—Pero esto es más cruel, me dejaste ver cómo gozabas con esas cosas, yo te amo, yo te deseo siempre, sabes que me muero por ti, yo... quise aguantarme, creí que era cosa de nuestro juego de roles, sin embargo, cuando me dijiste que era un castigo yo... yo no pude soportarlo
En ese momento se arrepintió de haberlo hecho, porque conocía a su esposo como la ama, se percató de que se le pasó la mano, lo abrazo para calmarlo, Adam no soltaba a su esposa, la tenía bien apretada contra su cuerpo y Dianne le susurro.
—Ven conmigo, mi amor
Lo ayudo a levantarse, le limpio, las lágrimas, le sonrió, le musito
—Te amo
Lo sentó en la cama y ella se metió entre sus piernas para besarlo con pasión, recibiendo un beso con la misma pasión arrebatada del amor de su esposo, sus lenguas batallaban allí dentro, para Adam en ese momento era hermoso, disfrutaba de los labios de su amada esposa, Dianne acariciaba su cabello, su nuca, sus hombros y Él, en cambio, recorría con sus manos la espalda, caderas y nalgas de su adorada cónyuge
Adam estaba tan excitado como enamorado, tomo a su esposa con amor, con desesperación, con lujuria y ella hacia lo mismo, parecían dos bestias en celo, hasta que ella le sugirió hacerle la asfixia erótica y Él accedió, tomo el collarín y le coloco a su esposo alrededor de cuello, se montó encima del cuerpo masculino, engullo con su húmedo y delicioso coño la polla dura y ansiosa de Adam, mientras jalaba un poco para apretar el collarín.
Adam ya sentía la presión en su cuello, sin embargo, no le importaba, adoraba cuando su esposa le hacía ese fetiche erótico, una vez se lo había hecho, probar y le gusto, por eso en ese momento de tensión, de dolor que sufrió su amado optó por darle ese gusto, apretaba cada vez más. Él estaba ya sonrojado por la falta de aire que comenzaba ya a hacer estragos, la observaba feliz mientras Dianne aumento sus movimientos a más velocidad, logrando que Él acabara en forma violenta, a pesar de estar casi sin aire, sintió unos golpecitos en su pierna y era que le avisaba que pare.
Dianne aflojo ya la presión del collarín escuchando cómo agarraba aire su esposo, a la vez que exclamaba divertido y casi sin voz.
—¡Qué rico!, mi amoooor, casi me ahogoooo, te amo
Se quedó allí acostado, jalando aire ante la mirada de Dianne, que estaba satisfecha de haberle cumplido ese gusto a Adam, se acostó a su lado poniendo su mano en su pecho que jadeante le menciono.
—No me castigues así de nuevo, mi amor, creo que no lo soportaría
Ella simplemente se levantó un poco para besarlo, ambos se besaron con lujuria y mucha pasión, se quedaron descansando para tranquilizarse, hasta que Dianne le menciono de que debían trabajar al día siguiente y debían dormir, porque no lo han hecho mucho esa semana, entonces Adam pregunto.
—Dianne, ¿quién estará pendiente de los chicos a su regreso?
Ella le sonrió con amor para responder con su dulce voz
—Ya están grandes mi amor, además tu esposa ya tenía un plan para estas situaciones
Adam la observaba con sorpresa y curiosidad y le indago
—¿Un plan?, ¿qué plan?
Dianne le informó que con Misael habían quedado, que si no lo llamaba hasta las once de la noche, Él iría a vigilar a los chicos a la dirección de la fiesta para darles protección, Adam admiraba a su esposa que pensaba en todo, nada se le escapaba. A veces recordaba en cómo la conoció, cuando estaba semidesnuda parada allí con ese exhuberante cuerpo ante sus ojos, fue la primera vez en que la vio y que su cuerpo reacciono a pesar de estar presente su otrora esposa fallecida, algo que jamás le había sucedido en ese entonces.
Se levantaron para salir de su cuartito e irse a su habitación en donde se bañaron mientras jugueteaban allá adentro, con caricias, besos y arrumacos, se pusieron sus respectivos pijamas para acostarse, Dianne quiso ver una serie que le encantaba "el juego de las llaves", ambos allí acostados, abrazados y a cada momento besándose como era su costumbre, siempre demostrándose su amor verdadero, ni siquiera alcanzaron a mirar el final del capítulo porque el sueño les gano.
En otro lugar, los gemelos desde el instante en que llegaron a la fiesta causaron un gran revuelo, las féminas jóvenes revoloteaban a su alrededor, ellos como los gallitos atractivos se pavoneaban a sabiendas de la gran admiración que causaban a toda mujer que los miraba, habían heredado el atractivo y la galantería de su padre.
Mujer que los miraba, mujer que se prendaba de ellos, jóvenes muy altos, fornidos debido al ejercicio que sus padres le habían exigido hacer por salud, muchas de las madres de las invitadas, se autoinvitaban para estar allí presentes y aprovechar observando a esos especímenes jugosos hijos de su gran amiga la doctora Dianne Carter, solo iban de observadoras, porque no se atrevían a acercárseles, la conocían en demasía.
La doctora Dianne Carter era conocida entre sus amigas como "la leona", porque así se comportaba cuando protegía a sus hijos, como si fuese una leona, que despedazaba a quien se acercara a sus crías, pasaban las horas y la madre de los Carter no daba señales de vida, Lucrecia una de sus amigas al ver a uno de los gemelos ir al sanitario, lo siguió disimulando y atisbando que nadie se percatara de lo que estaba pensando hacer.
Espero a que el joven saliera, estuvo vigilando como cazadora a su presa, en cuanto el chico cerro la puerta del baño, solo sintió que lo empujaron hacia un lado y le susurraban al oído.
—¡Muévete hombre que te va a gustar!
Un aroma de perfume de mujer le llego a la nariz a Andrew que era el nombre del que estaba siendo empujado, le encanto ese aroma y se dejó conducir de la mano ya, cerro sus ojos para no ver quien era el que lo estaba secuestrando.
Solo sonreía pícaro, se escuchó que abrieron una puerta y el clic de que encendieron la luz del sitio en donde ingresaron, la puerta se cerró despacio y otro clic de nuevo, intuyo que era el seguro de la puerta entonces sintió que lo aprisionaron contra la puerta y comenzaron a besarlo, le gusto ese beso lleno de deseo pasional y le regreso ese beso, su lengua dibujaba el contorno de la otra boca, su padre les había enseñado a besar trayendo a una chica que contrato para ese fin.
Lucrecia lo besaba con voracidad, para ella eso era un triunfo, Andrew con sus manos recorrían la espalda y apretujaba las nalgas de la mujer sin abrir los ojos todavía, solo disfrutaba del tacto, cuando ya la falta de aire les pudo se soltaron y Andrew abrió sus ojos, llevándose la gran sorpresa de ver a una de las amigas de su madre a quien conocía perfectamente y le hablo.
—¿Señora Lucrecia?, pero ¿Qué es lo que hace?, ¡mi mamá, Dios mío!, si mi mamá se entera nos mata
Comenzó a desesperarse cuando la mujer madura le acotó
—No te asustes cariño, tu mamá no se enterará, a no ser que tú se lo digas y ¿no creo que se lo vayas a decir, verdad, amor?
Andrew sin dejar de mirarla, pensó mejor y se dijo a sí mismo que era cierto, nadie los vio, los únicos testigos son ellos dos y no les conviene decir nada, solo le sonrió en forma picara y le menciono deseoso.
—¡Bésame preciosa!
Ambos se besaron mientras caminaban a trompicones hasta la cama en donde Lucrecia lo acostó, se le montó encima para seguir besándolo y solo le comento deseosa.
—Déjate hacer cariño, quiero saborearte, porque no puedo tocarte mi amor
Le ayudo a sacarse el pantalón para tener lo que deseaba y ansiaba tanto, la polla de Andrew asomo dura, erecta y grande, venosa, deliciosa, ambos chicos habían heredado las virtudes de su padre, la mujer saboreo succiono, lamió, estrujo hizo lo que quiso con esa deliciosa polla hasta que logro disfrutar de la leche que tanto deseaba lamer y engullir, se tragó todo lo que Andrew saco de sus pelotas, lamió todo el resto mientras escuchaba jadear a su presa.
—¡Qué rico!, es la primera vez que me hacen esto
Lucrecia se sentía orgullosa de haber sido la primera en mamar semejante polla joven, hijo de su gran amiga, antes de ayudarlo a ponerse de nuevo el pantalón, se montó encima del chico para volver a besarlo, Andrew igualmente la beso, no le importaba nada, ya había tenido su primer oral con una mujer experimentada y eso le bastaba.
Mientras esta escena caliente sucedía en una de las habitaciones de la festejada, el otro gemelo había sido abordado por otra persona, la más descarada y atrevida de las amigas de la doctora Dianne Carter, la llamada Vivian, una mujer voluptuosa que ya tenía algún tiempo de haberles echado ojo a los gemelos de su amiga.
Iba hacia el baño y fue testigo de lo que hizo su amiga Lucrecia, eso hizo que hiciera efectivo mucho más pronto su plan, su presa uno de los gemelos que quedo en la fiesta se separo del grupo para ir a tomar una soda, cuando ella solamente lo abordo tomándole de la mano y jalándolo hacia adentro del pasillo susurrándole.
—Ven conmigo mi amor, no te arrepentirás
Adam iba sorprendido, pero curioso al ver cómo la amiga de su madre lo jalaba hacia dentro de una habitación, lo metió y cerro tras de sí la puerta con seguro, se quedó allí parada observándolo y relamiéndose sus labios, el chico reacciono al darse cuenta de lo que realmente sucedía y le dedico una sonrisa picara.
Vivian lo atrajo hacia ella para agarrarle el rostro y comérselo a besos, su lengua se adueñó de la boca del gemelo atractivo y Él no se quedó atrás, pues ya sabia besar y estaba ansioso por probarlo todo, la mujer lujuriosa lo fue empujan do hasta la cama y le insinuó mientras le agarraba el bulto prominente que se veía.
—Ven cariño, quiero comerte esto, mmmm
Le fue aflojando el cinturón para después bajárselo y de a poco bajarle el bóxer y contemplar como lo que tanto deseaba salto hacia su rostro, duro, venoso, grande, delicioso para ella que no perdió tiempo en agacharse y metérselo a la boca sin previo aviso que lo hizo gemir de placer, se lo estaba succionando como si de eso dependiera su vida, fue tanto el placer recibido que Adam ya no puso resistirse y lanzó un grito.
—¡Maldición que esto está deliciosoooo!
Ella chupó hasta el último fluido de la polla del chico, se irguió para mirarlo a los ojos y disfrutar del semblante complacido y jadeante, lo beso de improviso recibiendo el mismo halago en su boca, mientras lo besaba con sus manos seguía acariciando las calientes bolas, hasta que ella solo mencionó
—Creo que hasta aquí nada más llegamos primor, no puedo hacer nada más contigo, ¿te gusto cariño?
Adam la observo risueño y le respondió
—Estaba muy rico, señora Vivian
Ella le ayudo a arreglarse para salir de allí, se acomodaron los trajes y abrieron la perta, pero la casualidad es traicionera, pues al salir se toparon ambas parejas en el pasillo, ambas mujeres se sorprendieron al principio y comentaron.
—¡Lu... crecia!
—¡Vi... vian!
En cambio, los gemelos se miraban entre sí con una gran sonrisa de satisfacción y picardía, dejaron a las dos mujeres paradas estáticas allí y salieron hasta la parte de afuera en donde estaba la fiesta, se carcajearon de la gran proeza hecha a escondidas de todos los presentes allí. Hasta que escucharon un carraspeo de garganta y su tez se tornó blanca, de lo que palidecieron del susto al ver a esa persona parada frente a ellos y con su rostro lleno de furia.
¿Quién será la persona que los descubrió?, ¿acaso esas mujeres serán castigadas por cumplir sus más insanos deseos?