CAPITULO 3

2297 Words
Casi dos horas tuvieron que esperar todos, cuando los Carter llegaron el recibimiento fueron puros reclamos jocosos, más que todo de Andrew Carter, gemelo del doctor Adam Carter. —¿Ya se cansaron de estar follando?, ustedes no pueden estar tranquilos ni un minuto, si el consultorio de mi hermanito está con seguro, ellos dos están encerrados adentro, ni siquiera lo disimulan, vean que ambos vienen con los cabellos mojados, la buena suerte de que siquiera se dan un buen duchazo después, jajajajaja Su esposa Sophie le reclamo dándole un golpe de nudillos en la cabeza —¡Andrew!, por favor, respeta aquí están sus hijos menores de edad, no seas tan atrevido, grosero e imprudente Todos se rieron al verlo agarrarse la cabeza diciendo —¡Auch, me dolió! Adam Jr, replicó —Tía, mis padres no respetan a nadie, a veces estamos mirando la televisión y ellos dos comienzan con sus arrumacos, allí es cuando nosotros nos vamos a ver lo que queramos en nuestra habitación, ¡ni siquiera podemos ver una película en paz! Ambos padres y esposos sonrieron con picardía, se observaron risueños, se sentaron después de saludar a todos, Dianne comenzó a hablar. —Ya que mi cuñadito se adelantó en informar nuestros encuentros amorosos, ya no es necesario pedir disculpas por nuestra demora, bien ahora a lo que nos reunimos aquí Hablaron varias horas sobre la recepción de la graduación de preparatoria de los gemelos Carter y al final se dirigió a sus hijos. —Adam y Andrew ustedes dos darán el discurso de despedida, entre ustedes planearán como lo hacen, mientras tanto, cada quién hará su parte para cumplir con todo sobre la recepción El doctor Carter indago a sus hijos —Hijos, ¿ya decidieron la carrera que van a estudiar en la universidad? Adam Jr, respondió de inmediato —Yo quiero ser neurocirujano como mi papá, pero también quiero ser cirujano plástico —Andrew Jr, también hablo con decisión —Yo también quiero estudiar lo mismo, sería genial que tengamos los mismos gustos en todo, ¿verdad hermano? Una gran sonrisa esbozó el otro gemelo para recalcar —Hasta con las mujeres, los mismos gustos, mmmm La doctora Dianne, hermana de los gemelos replico enojada —¡Oigan!, compartir sus gustos, no quiere decir que compartan las mujeres, ¡no sean atrevidos e irrespetuosos! Las carcajadas de todos los presentes inundó el lugar, el doctor Carter soltó una indirecta —¡Dignos hijos de su padre!, ¿verdad mi amor? Ni corta ni perezosa la doctora Dianne su esposa hablo —Así que eso es lo que piensas mi amor, que bien es saberlo, voy a tener que vigilarte doctor Adam Carter Al escuchar lo que dijo su esposa cambio todo su semblante jocoso y comento —Mi amor, que es eso de estar vigilándome, nunca lo has hecho, ¿y por qué ahora? Le dedico una sonrisa que Él conocía muy bien, una sonrisa malévola que pone cuando tienen planes de por medio, se le erizaron los vellitos de la nuca de inmediato, porque sabe que cuando su esposa dice algo es porque lo cumple y nada ni nadie la detiene cuando se propone algo. Terminaron la reunión, cada quien regreso a su casa, los gemelos subieron a su habitación para alistarse porque los habían invitado a una fiesta de cumpleaños, su madre estuvo de acuerdo a que asistieran advirtiéndoles de que no podían o mejor explicado, no debían tener relaciones sexuales con nadie, ella ya les había enseñado de lo que se trata la masturbación masculina. El día que estuvo enseñándoles eso, el doctor Adam Carter estaba sentado en la cama escuchando y observando todo, sus hijos atendían a su madre mientras les hablaba, su esposo se sentía orgulloso de verla hablar y gesticular con sus hijos en esa forma tan natural y tan sencilla sin morbo, sin tantas palabras rebuscadas, era directa, los gestos, la forma en que debían tocarse, todo. Hasta que ella lo miro y le dirigió la palabra pidiendo algo que no se la esperaba nunca en su vida, escucharlo, salir de su linda boquita. —Adam, por favor, entra al baño con los dos y muestrales como te masturbas tú, cuando no estoy contigo El sonrojo asomó como si fuese magia en sus mejillas, jamás creyó escuchar lo que le pedía su esposa, además de los motivos por el cual lo hacía y de que ella lo supiese, sus hijos se reían al verlo sonrojarse, entraron al baño a esperarlo mientras su esposa lo abrazaba dándole un sonoro beso cariñoso y hablando melosamente. —Mi amor, ¿acaso creías que no lo sabía?, te amo y me amas, conozco tus secretos Adam, anda mi amor, ve y enséñales, mejor que sus padres les enseñen y no sus amigos, aprovecha también diciéndoles de lo que se siente, de como y donde hacerlo, son nuestros hijos El doctor Carter miro risueño a su esposa, verla tan decidida y tan centrada en la salud s****l de sus hijos, como siempre cuidándolos, dándoles todas las armas para enfrentarse a la vida de amoríos que ya está muy cerca y no los atrape desarmados, caminó decidido a mostrarles todo y enseñarles trucos hasta para enamorar, porque si su esposa le dijo que debe de enseñarle, pues les va a enseñar todo, absolutamente todas las armas que utilizan los hombres para con las mujeres. Cuando los gemelos ya se iban a la fiesta se despidieron de sus padres, se fueron en su auto, la pareja quedo sola en casa, la doctora Dianne miró a su esposo mientras recorría su pecho con su palma y menciono pícaramente. —Mi amor, nos quedamos solitos, que te parece si... probamos lo que querías, lo del sumiso, nos encerramos en nuestro cuarto y nadie nos molestara mi amor Adam se emocionó porque siempre era Él el dominante más que todo porque a su esposa le encanta que lo haga, pero esta vez le va a dar gusto a lo que siempre quiso sentir, porque su hermano le narraba lo que su esposa Sophie le hace y que lo hace volver loco de placer, además como ve a su esposa gozar cuando hacen el rol de amo y sumisa, sonrió para sus adentros esperando una sesión de sexo increíble, sin imaginarse siquiera que su esposa Dianne, iba a cumplirle lo que dijo «que le iba a hacer pagar su bromita en la clínica». Subieron la escalera juntos besándose como es su costumbre, al llegar al pasillo caminaron pasándose de largo la puerta de su habitación, pues iban a usar su cuartito del placer, que está escondido de los ojos de los demás, entraron ambos y la puerta se cerró con seguro porque es automática. Ya adentro a toda prisa el doctor Adam Carter se desviste sin fijarse en lo que está haciendo su esposa debido a las ganas de probar, la ingeniosa y dominatrix Dianne está preparando un collarín de asfixia erótica, unas esposas recubiertas de cuero adheridas a unas cadenas, ella si estaba observando a su esposo que se encontraba de espaldas. Antes de que se diera vuelta le ordeno con fuerte voz —¡Desde ahora eres mi sumiso Adam Carter!, obedecerás todas mis órdenes sin reclamo alguno, solo existe una palabra de seguridad que será "rojo", la usarás cuando ya no puedas más o te sientas mal o ya no desees seguirlo haciendo, ¿entendiste?, debes responderme sí o no, mi ama Adam le respondió con voz baja y segura —Sí, mi ama Dianne le hablo ordenando —Te quedarás con el bóxer hasta que yo te lo ordene, mientras tanto, ven a mi lado y te colocarás de rodillas con tus manos en las piernas, ¿entendido? Adam le contesto agachada la cabeza, mientras caminaba hacia su esposa, que estaba ya lista con su traje de dominatrix de látex, que consistía en una especie de bikini de látex n***o, que resaltaba su bello cuerpo bien trabajado y que Él al disimulo fijo la mirada en ella relamiéndose los labios en forma casi imperceptible. —Sí, mi ama Se arrodilló al pie de su esposa, poniéndose en la posición ordenada, Dianne mientras tanto camino sensualmente hasta situarse detrás de su sumiso, agarro una de las fustas que estaban colgando, paso su extremo por los hombros, espalda, brazos y nalgas de su sumiso, le largo un golpe en la espalda que hizo retorcerse de placer a Adam, que no pudo aguantarse el gemido, eso hizo sonreír a Dianne. Dos veces más lo golpeo con la fusta, recibiendo igualmente ese gemido ronco de su esposo, ese gemido que ella adora escuchar, se dio la vuelta lentamente para estar frente a su amado esposo, le agarro el mentón para alzarlo y plantarle un beso largo y profundo, que ambos disfrutaron, dejo de besarlo brindándole una sonrisa que Él se la regreso, volvió a pasarle la fusta por su piel, por el pecho, bajando hasta su obligo cuando sin previo aviso lo golpeo en el pecho, cerro sus ojos para escuchar el bello gemido. De la misma manera, le dio dos golpes más con la fusta, se dio la vuelta para después agacharse y besar la espalda de su esposo y lamiendo cada pedacito de su piel, sintiendo cómo se estremecía de placer, sonrió de esa manera malévola, cuando iba a hacer algo, como si estuviese lista para no complacerlo, sino castigarlo sin que se lo espere. Camino hacia el frente de Adam y volvió a agarrar su mentón muy delicado mientras le ordenaba sutilmente —¡Levántate mi sumiso! Adam se levantó del suelo, con su dedo índice fue empujándolo hasta la pared en donde estaban colgadas unas cadenas adheridas a poleas y al final unidas a unas esposas protegidas de cuero, le alzo los brazos para ponerle las esposas con los brazos hacia arriba, las piernas separadas y agarradas de las cadenas que al final están protegidas así mismo con cuero para no lastimar la piel, allí estaba el gran doctor Adam Carter esposado y sin poder moverse. Dianne dejo la fusta encima de una mesita, se acercó a su esposo para acariciarlo completamente esta vez, besando y lamiendo, su lengua hacía que Adam se estremeciera y su polla ya estuviera erecta, dura, se notaba que deseaba salir del bóxer, su esposa con su mano pasaba tocándolo por encima de esta tela que impedía que la tocaran piel con piel, eso estaba enloqueciendo a su esposo y sin posibilidad de reclamar por su posición de sumiso, de repente sintió un dolor en su pecho y era que su dómina le había mordido un pezón, un dolor que se fue convirtiendo en placer, porque después se lo lamía mirándolo con deseo. Lo acaricio, lo hacía estremecer de placer hasta que llego a la parte inferior y le bajo el bóxer liberando o que tanto desea y le gusta disfrutar, la gran polla de su esposa salto ante sus ojos lista para que sea chupada, lamida, succionada, lamió su glande y el doctor soltó un gran gemido porque estaba demasiado excitado y ella lo chupo mirándolo como gozaba cuando de repente lo mordió. Adam gritó por el dolor, sin embargo, cerro la boca de inmediato acordándose de su rol de sumiso, le dolió, pero a la vez disfrutaba mucho, entonces su esposa comenzó a mamársela, estaba gozando mucho cuando de nuevo lo mordió y esta vez fue mucho más fuerte y tuvo que decir la palabra de seguridad. —¡Ro... jo! Dianne dejo de morderlo, pero continuó lamiendo y agarrando las pelotas de su esposo, pero con cuidado solo se las apretaba para que sintiera gozo, volvió a chupar despacio su polla, volviendo a que se pusiera erecta y escuchar de nuevo sus gemidos roncos, se levantó para acariciar su pecho, besarlo de nuevo mientras con su mano lo estaba masturbando, sintió que se estaba endureciendo era la señal de que estaba cerca de llegarle el clímax, pues ella conocía todas las reacciones de su esposo. Fue entonces que lo soltó a la sorpresa de Él, que simplemente la observaba incrédulo de qué lo dejara de esa manera, Dianne miraba la polla erecta de su esposo, abrió un cajón y saco un vibrador de allí, se lo enseño mientras sus ojos lo miraban de esa manera malévola, entonces se acostó en la cama ante la mirada de Adam y comenzó a masturbarse y penetrarse su coño húmedo con el vibrador. Dianne gemía, hacía gestos de complacencia frente a su esposo que observaba todo muy callado creyendo que era cosa del rol de su esposa, ser una dominatrix, hasta que la escucho que soltó una risita para decir. —Jajajaja, mi adorado esposo, desde ahora ya no eres mi sumiso, desde ahora eres el doctor Adam Carter y debes pagar por tus bromitas que me hiciste en la clínica y tu castigo es Hizo un silencio absoluto mientras observaba como Adam la miraba sin poder creerlo, entonces Dianne se le acercó trayendo en sus manos dos vibradores y le musito en el oído. —Tu castigo será... ¡Verme gozar con estos y tú no vas a probar nada de mí! Un estridente grito proveniente de Adam se escuchó allí dentro de esa habitación insonorizada para afuera —¡Noooo!, mi amor, perdóname, por favor, no me hagas esto, no me dejes así, yo... yo quiero follarte, por favor no me castigues así, ¡Dianeee! El doctor Carter fue advertido por la doctora Dianne Carter que lo castigaría, lo que nunca imaginó era que el castigo iba a ser lo más cruel del mundo, pues, le iba a privar de lo que más le gusta hacer, hacerle el amor a su esposa.
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