He takes your hand, I die a little
I watch your eyes and I’m in riddles
Why can you look at me like that?
* *
(I Wish – One Direction)
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Las semanas que siguieron fueron dolorosas, pero al mismo tiempo esperanzadoras, era alentador darme cuenta que seguía en pie pese a sentir que mi corazón se rompía un poco más cada día. Pensaba en mí mismo como la rana en el agua hirviendo de aquella rara metáfora de cómo nos vamos adaptando a los cambios si estos se hacen poco a poco, estaba muriendo... pero iba bien.
Pensar en Lilieth y Logan siempre era doloroso para mí, y sin embargo, parecía estarme acostumbrando bastante bien al dolor, me gustaba creer que lo tomaba con gracia. La feliz pareja había creado para sí una rutina que les permitía verse frecuentemente pero permitía que Logan se concentrara en los ensayos con la banda, lo que se traducía a que yo tenía períodos de intenso dolor alternados con momentos de paz mental, aunque eso último podía fácilmente entrar en discusión.
Todas las mañanas tenía que verlos en clase y en los pasillos del colegio, debía almorzar con ellos, y la mayor parte del tiempo tenía que regresar a casa con ellos, dos tardes a la semana debía verla pasearse por la casa y jugar a la hora del té con mamá y Lauren, y en ocasiones no encontraba excusas para negarme a salir con ellos… Esos eran los periodos de dolor.
Los de paz mental radicaban en mis tardes en "Colette´s Cafe", me había postulado para la vacante de cajero en una cafetería francesa de la manzana para poder ocupar mi tiempo con personas distintas… En un aire no tóxico para mí, entendía que terminaría volviéndome loco si seguía exponiéndome a esa situación.
—Te apuesto veinte euros a que hoy tampoco dice nada. —comentó Lilieth del otro lado del mostrador.
Aquí entraba la parte cuestionable de mi “paz mental”, la cafetería era nueva y poco conocida, y Lilieth solía pasar mucho tiempo ahí… Haciéndome compañía, así que en realidad yo no estaba escapando de la fuente de mis penas, solo del agravante; lo cual me dejaba en el mismo punto… Sufriendo.
Miré hacia donde señalaba con la barbilla. El oficial Mason bajaba de su patrulla estacionada en la acera de enfrente y se encaminaba hacia nosotros, como cada tarde. Entraba y se sentaba en la misma mesa para ser atendido por Martha, nuestra mesera… Igual que siempre. Aquel hombre estaba evidentemente enamorado de Martha, y ella siempre mostraba su interés, pero él jamás hacía ningún avance, era tan tierno como patético.
—No pienso perder ni un centavo más apostando contigo —respondí mientras ella sonreía. —. Lilieth… ¿Qué haces? ¡Para!
Ella, que había sacado su cámara y se disponía a tomar fotos, frunció el ceño cuando jalé de su brazo y la obligué a bajar el aparato.
—Vamos, hombre… Que solo es una foto.
—Una foto de un oficial de policía sin su consentimiento… ¿Acaso estás loca? —susurré asegurándome que el hombre no nos escuchara, por suerte su mesa estaba a unos seis pies de la caja.
—No se va a dar cuenta, y lo necesito para un proyecto; haremos una exposición sobre el amor en la clase de fotografía, pero sabiendo que todos los demás presentarán toneladas de fotografías de empalagosas parejas enamoradas… Yo decidí inclinarme por el amor no correspondido, así que ando a la caza de escenas como esta.
Pensé en lo irónico de sus palabras, el término “cazar” hacía pensar que le costaba encontrar alguna, y lo cierto era que me tenía ahí frente a ella, sufriendo de amor, y ni por enterada se daba, pero claro… Ella me miraba, pero no me veía realmente.
—De acuerdo, que sea rápido y luego guardas esa maldita cosa bien al fondo de tu bolso —gruñí mientras ella volvía a sonreír con entusiasmo. —. Pero que quede claro que si te descubren y Antoine me pide que te eche… Lo haré.
—Sí, sí, sí… No pasará nada, hombre.
Me mantuve en silencio y vigilante mientras Lilieth sacaba foto tras foto de Mason, y solo respiré cuando finalmente bajó la cámara y la guardó antes que Martha terminara de tomar el pedido del hombre.
—Es tan… No lo sé… ¿Patético? ¿En serio se va a conformar con solo venir a verla todos los días? —preguntó con impaciencia sin apartar la mirada de la mesa del oficial.
—A veces es lo único que queda. —mis palabras fueron poco más que un murmullo lastimero, porque si él era patético… No quería saber qué era yo ante sus ojos.
—Es lo único que quedará si nunca se digna a abrir la boca, solo tiene que invitarla a salir, o … No sé… hacerle un buen cumplido; ella está loca por él… Es obvio.
—No es tan fácil, el rechazo puede ser doloroso.
—¿Más doloroso que el desamor? —me miró alzando una ceja y yo solo pude hacer una mueca incómoda. —No lo creo, eso es lo que se está buscando por cobarde. —sentenció con severidad.
«Genial… Patético y cobarde, toda una joya», pensé con sarcasmo.
—Solo digo que no podemos saber los motivos que tiene Mason para no hablar, quizás… —«Su hermano gemelo se declaró primero»—Hay alguien más de por medio.
—No lo creo, todo parece indicar que…
—¡Liam! ¿Puedes venir un momento, s’il vous plaît? —oí el llamado de Antoine en la oficina posterior, me disculpé con Lilieth y seguí la voz e mi jefe.
Antoine Roux era un anciano delgado y bajito, un jubilado que había logrado su sueño de tener su propia cafetería; y como ya había cumplido con ese, estaba destinado a completar el siguiente… Aprender a usar una computadora, cosa en la que no le estaba yendo muy bien. Ya había bloqueado tres veces su acceso al software, y borrado un par de controladores, ¿su último gran contendiente?... Sphotify
—¡No quiere guardar las canciones otra vez! —exclamó a medio berrinche, antes de inclinarse un poco hacia mí y susurrar. —. Creo que huele mi miedo, y he escuchado por ahí que los gobiernos nos espían con estas cosas.
—Antoine, no seas paranoico… Dudo que a nadie, mucho menos a nuestro gobierno le interese en algo que quieras descargar… ¿Gangnam Style? —miré el monitor del ordenador con suspicacia, mis ojos no me engañaban, pero aun así tenía que preguntar. —¿En serio?
—¿Qué? Es lo que está de moda ahora, tengo que estar en onda. —se encogió de hombros y sacudió su mano hacia el ordenador para que yo hiciera lo que me estaba pidiendo.
Encogiéndome de hombros me dispuse a resolver su problema, que no era más que una desconfiguración en los ajustes de guardado.
—Ahí lo tienes, ahora puedes seguir disfrutando de tu K-Pop. —dije conteniendo la risa mientras el anciano me dirigía sus palabra de agradecimiento.
No podía quejarme, Antoine y sus extravagancias y ocurrencias siempre terminaban por hacer mi día más llevadero, a veces incluso hasta divertidos, y era algo que había aprendido a apreciar pues últimamente mis días se hacían grises con una velocidad impresionante, como por ejemplo… Ese preciso momento, en el que salí de la pequeña oficina hacia el mostrador y noté que Lilieth ahora estaba sentada en una de las mesas, sonriendo mientras Logan rodeaba sus hombros en un posesivo abrazo que me revolvía el estómago.
La chica se había olvidado del Oficial Mason y de Martha, y ahora estaba sumida en una conversación con su novio, atenta a lo que sea que este le estuviese diciendo, sonriéndole y mirándolo con ese brillo en los ojos que nunca notaba cuando me miraba a mí, pero… ¿Por qué habría de tenerlo?, después de todo yo solo era su amigo. Pero aunque intentaba no aferrarme a ese sentimiento y dejar pasar el trago amargo, nunca podía evitar envidiar a mi hermano, y sentía que me ganaba un boleto más al infierno cada vez que pensaba al respecto.
Los chicos voltearon hacia el mostrador y me saludaron alegremente, yo forcé una sonrisa y devolví el gesto en modo automático, pero cuando Logan me hizo señas para que me acercara a ellos me negué, gesticulé hacia la oficina y les hice creer que Antoine estaba enfadado, que no podía acercarme; él asintió y levantó su pulgar al aire diciéndome que todo estaba bien y luego retomó la conversación con su chica.
Su chica… Me obligaba a mí mismo a pensar así para ver si terminaba de entenderlo y superarlo de una vez, no es que funcionara mucho, pero mantenía la esperanza. Aparté la mirada y procuré ocuparme en otras tareas para olvidarme de ellos, contando los segundos que faltaban para que se fueran a otro sitio.
***
Todo se mantuvo igual hasta que mi cielo pareció despejarse un poco el viernes por la mañana, cuando la señorita Boyle, nuestra orientadora, entró al aula arrastrando un carrito cargado de carpetas manila.
—Buen día, chicos… y chicas. Ya, ya… ¡Compórtense! O los reportaré —exclamó cuando el lugar se llenó de silbidos y vitoneos.
Aquello era algo que siempre ocurría cada que ella asomaba la cabeza en las aulas, en especial la de último año. Cristal Boyle era una mujer de unos cuarenta años que parecía no tener más de veinte, era una pelirroja con un estilo fresco que despertaba los pensamientos más inapropiados de mis calenturientos compañeros de clase, incluido mi hermano, que no paraba de sonreír como tonto cada vez que la mujer hablaba.
—Ya les había hablado sobre la temporada de admisión académica, la semana pasada hablamos sobre la orientación vocacional y todos me hicieron saber sus aspiraciones, así que estuve trabajando y les preparé una lista de las universidades que matriculan en las carreras que indicaron, así que por favor acérquense, tomen su capetita, utilicen esta hora para evaluar sus opciones y el lunes estaré esperando su respuesta para empezar con las solicitudes.
La mujer le dio un par de palmadas al lote de carpetas y uno a uno nos fuimos levantando para tomar la que estaba rotulada con nuestro nombre. Tomé la mía y regresé a mi asiento, y no la abrí hasta que Logan y Luke estuvieron sentados junto a mí. Los tres nos mantuvimos en silencio mientras leíamos la información.
En mi caso parecía que la señorita Boyle había escudriñado entre los archivos de mi laptop, pues la lista que me detallaba en la hoja era casi igual a la que yo había preparado por mi cuenta.
La RIAM y la Universidad de Limerick destacaban al tope de la lista, supuse que por estar aquí en Irlanda; seguidas por las RNCM, RAM y la Royal Holloway en Londres, esa era la lista principal; pero llamó mucho mi atención que había un apartado marcado con el título “No descartar” en donde se incluían el Conservatorio de Leeds y la BRIT School.
Eso me dejó un poco impresionado, eran dos de las instituciones de música, composición y artes escénicas más sonadas en los últimos años; de hecho se hablaba incluso de elite, pues preparaban a sus estudiantes para convertirlos en artistas completos.
Leer esas opciones me iluminó la mente, era sin duda una opción que no podíamos descartar, quizás la mejor para lo que queríamos lograr los chicos y yo.
—Oigan… ¿Qué les colocaron en la lista de “No descartar”? —pregunté cuando finalmente aparté la mirada de la hoja.
Logan parecía igual de impresionado que yo cuando me miró sonriente.
—La BRIT School, ¿puedes creerlo? ¿Te imaginas lo genial que sería estudiar ahí? —preguntó emocionado, pero ambos volteamos confundidos al escuchar el resoplido de Luke a nuestro lado.
—¿Qué ocurre? ¿Qué dice la tuya? ¿No la incluyeron? —pregunté extrañado, los tres habíamos anunciado tener las mismas aspiraciones, así que era absurdo que no la incluyeran a su lista.
—No, no… Sí está, tengo excelentes opciones, de hecho. —respondió nuestro amigo pasándome su carpeta.
Leí rápidamente la lista principal, era más o menos la misma lista que la mía, salvo por la inclusión final de la universidad de Dublín, pues Luke en una oleada de pesimismo manifestó querer estudiar también ingeniería mecánica, por si lo de la música no resultaba ser una opción para él. Mis ojos se fueron directamente al apartado que buscada y mis cejas llegaron al nacimiento de mi cabello de la sorpresa. Le habían indicado las mismas dos opciones que a Logan y a mí, pero había una tercera opción en su lista.
—¿Juilliard? —pregunté en un susurro de admiración.
Logan lanzó un silbido, igual de impresionado que yo, y le dio un ligero empujón por el hombro, mi amigo en cambio no dejaba de fruncir el ceño.
—¡Eso es genial, amigo! —Logan le pasó un brazo por los hombros, pero Luke se lo sacudió.
—No digas tonterías, esa mujer está loca.
—¡Hey! Mucho cuidado, que ella es una dama. —argumentó Logan, reí ante el gesto de advertencia de mi hermano, pero dediqué mi atención a Luke.
—¿De qué hablas? Es una opción excelente, Julli… —me detuve al verle entornar los ojos.
—¿Julliard? ¿Qué se supone que voy a hacer yo en Julliard?
—Triunfar. —dije.
—Convertirte en una estrella. —agregó Logan casi al mismo tiempo. Pero nuevamente el chico puso los ojos en blanco.
—No te entiendo, Luke; eres muy talentoso… Ni siquiera a nosotros nos colocaron esa opción. —Luke me miró con cansancio.
—Ya, ya… No quiero oír a mi club de admiradores, quiero hablar con mis amigos, los que conocen mi situación. —dijo en tono de advertencia.
—De acuerdo. —respondimos ambos al tiempo.
—Bien. Asumamos por un momento que de verdad tengo el talento y soy admitido, ahora díganme… ¿Cómo diablos hago para irme a vivir en Nueva York… A estudiar en Julliard? —el énfasis que hizo al decir lo último resumía todo. —Digo... Porque aún no sé si podría costear la universidad aquí, mucho menos costearme una plaza en Croyton, pero… ¿Nueva York? Es un maldito chiste, y lo saben.
Logan y yo nos quedamos en silencio, meditando lo que decía; porque entendíamos perfectamente su punto. Después de todo lo ocurrido el año anterior, y con el asunto de la emancipación de su padre, Luke no estaba en su mejor momento; y aunque mis padres procuraban ayudarle… Era poco lo que él aceptaba, trabajaba como un esclavo en el taller de Phill para poder costearse todo lo que podía; viéndolo así… Estudiar en Nueva York sí parecía descabellado.
—¡Una beca! —exclamó Logan un rato después, con expresión de triunfo. —Puedes solicitar una beca… De seguro te la dan.
—Eso es cierto, te costearían la carrera y tienes que admitirlo, Luke… Siempre has querido ir a Nueva York. —agregué entusiasmado.
—Sí, claro… Pero no a vivir bajo el puente de Brooklyn. ¿Cómo creen que se vería eso? Un indigente estudiando en el conservatorio más costoso del mundo. —con eso Luke nos cerró la boca.
—Bueno… Si vas a estar de pesimista, mejor ni hablamos —refunfuñó Logan. —. Pero es una lástima que lo descartes, sé que Lauren quiere aplicar para Julliard… Le vendría bien alguien conocido por allá.
Apreté los labios para contener la sonrisa que ese comentario me produjo; era un golpe bajo, pero sabía lo que quería hacer. Luke seguiría a Lauren hasta el séptimo infierno si ella se lo pedía; y en respuesta a eso nuestro amigo lo miró con cara de perro rabioso.
—Si alguno de los dos le dice algo… Los mato. —gruñó por lo bajo, y se levantó de un salto cuando la campana sonó. Me arrancó su carpeta de las manos y salió pitando del aula, mientras Logan y yo lo mirábamos en silencio.
—Eso no salió como esperaba. —dijo Logan torciendo la boca.
—Lo sé.
—¿Qué vamos a hacer entonces? El dinero para la matrícula será un problema para cualquiera de esas universidades. —me miró con pesar, y aunque comprendía su preocupación, me alegró entender que los pensamientos de Logan estaban en sincronía con los míos.
De ninguna manera dejaríamos a Luke estudiando una carrera de segunda opción. Él estudiaría música, que era su fuerte; y lo haría con nosotros, que éramos su banda; eso no entraba ni entraría jamás en debate.
—Aún no lo sé… Pero lo resolveré.
—Lo resolveremos. —corrigió él.
Sonreí y estiré mi mano empuñada hacia él, y con ese gesto de camaradería sellamos el pacto silencioso de encargarnos de Luke, sin que él lo supiera, y más importante... Sin que se interpusiera.