–¿Duele mucho? –le pregunté a Adrián. Fijó sus ojos oliva en mí y luego en Hope sabiendo que ella me ha contado que está semana le mostró a su lobo y fueron a dar un paseo, estaba demasiado emocionada para guardarlo. –Al principio sí –murmuró –. Luego te acostumbras. –¿Cómo es? Me miró pensativo, luego negó con un movimiento de cabeza. Creí que iba a enseñarme a su lobo, pero no lo hizo. –Sé que es diferente para tí porque has vivido con los humanos –respondió –. Pero esto es algo normal aquí, solo debes dejarte guiar por tu loba, ella sabe que hacer. Miré hacia la televisión intentando ver las imágenes, pero la única imagen que estaba en mi mente era la de Dylan desnudo en París. –¿Te sientes bien? –preguntó Hope. –Sí, ¿por qué? –murmuré. –Estás pálida. –No pasa nada –indiqu