Conferencia

2248 Words
—¿Qué acabas de decir? —me pregunta, acortando la distancia entre los dos. —No te acerques —estiro mi brazo, pero a él no le importa y termina provocando que mi palma tocara su pecho—. Olvida lo que dije, tengo que ir a solucionar… —miré detrás de mí, pero el taxista no estaba. Sin embargo, los dedos de Loid envolvieron los míos—. ¿Qué crees que haces? ¡No soy tu títere! —Si llevas prisa, puedo llevarte. —Ni muerta subo a tu auto, prefiero caminar. Él resopló, agachándose a tomarme de las piernas sin mi autorización. —¡Oye! ¡Bájame! ¡Tú, tonto cavernicola! Sin importarle mis protestas, me llevó a su vehículo, donde no paraba de sonreír con total triunfo. —¿Te hace mucha gracia, verdad? Pero te juré que me voy a divorciar de ti, y lo voy a hacer. No me importa cuanto me tome o a quien vaya, pero voy a hacer lo posible para que ese documento sea anulado. —Por supuesto —se burló, exhalando otra bocanada de humo de su cigarro, y debido a que las puertas y ventanas estaban cerradas, empecé a toser con esa gran molestía que entraba a mis pulmones. —¿Tratas de asfixiarme? —dije, buscando abrir la puerta, mas la mano de Loid, atrapó mi brazo contra mi pecho, teniendo así su rostro más que cerca. —Mira lo fácil que puede ser ponerte nerviosa, tiemblas como aquella muchachita virgen que tomé en nuestra noche de bodas. Tan asustada, tan frágil, y claro, sin contar con los gemidos que soltabas cuando te convertía en mía. —¡Eres un tarado! —no lo dudé y lo empujé del torso—. No me importa si me da una insolación, pero contigo no voy ni por las compras. En solo un movimiento, salí de su auto y corrí hasta meterme por un camino estrecho, estaba segura que al menos así, él no me seguiría. —Por poco… —suspiré, pasando mis manos sobre mi frente—. Pero no puedo seguir usando un taxi. Quizás debería usar algún vehículo para transportarme. Ya pensaría en algo, pero por el momento, era hora de ir a la empresa que por tantos años dejé a cargo de los accionistas de mi difunto padre. Había recibido toda la información antes de viajar de regreso, y de acuerdo a lo que había averiguado, sé que la constructora ha ido bien. No es un éxito cómo lo es la corporación Lombardi, pero tampoco ha tenido pérdidas. Si quería hacer frente a la empresa de Loid, debía hacer algunos cambios desde la raíz. Afirmé mi bolso a mi hombro, al tiempo que llegaba a un paradero, donde pude detener a un taxi. Reconozco que estoy algo nerviosa, pero me he preparado tanto para esto. Era lo que mi padre deseaba, que yo tomara las riendas de su empresa, confiaba en mi potencial, y no lo iba a decepcionar. Luego de que el taxi se detuviera frente al gran edificio, respiré profundamente antes de salir. Aquí iba, este sería un gran paso en mi vida profesional. Dejaba atrás a la mujer que dependía de alguien, a la muchacha que solo se escondía en el rincón de su habitación para llorar. Ahora sería la Directora de la Constructora Gabbani. A mi ingreso, sentí una ola de miradas que veía mis pasos. He oído que las pelirrojas llamamos la atención con nuestra cabellera, no sabía si en este caso sería algo bueno o malo, pero al ver el efecto que estoy produciendo, tal vez teñirlo no sería tan malo. —Buen día —saludé al llegar a la recepción—. Necesito llegar a presidencia, ¿podría indicarme? —Disculpe ¿Y usted es…? —Soy Georgiana Gabbani. —Lo siento, pero si no tiene cita, no puede… ¡Espere! ¿Dijo Gabbani? El rostro de sorpresa de la mujer, por poco me causa una carcajada, pero me mantuve seria. —Oh, claro. Usted es… ¡La hija de nuestro difunto señor Gabbani! Pero si es su vivo retrato. —¿Lo crees? —Bueno… En realidad él tenía los ojos café y la cabellera azabache. —Lo sé, mi hermana Kate en cambio si es el vivo retrato de él. Tan linda ella. —Pero sin duda alguna, usted es la más hermosa de su familia. Destacaría en el primer instante. —¿Hermosa yo? Estás exagerando. —De ninguna manera, pero no le haré perder más tiempo. La llevaré personalmente a presidencia. Hoy hay un consejo en la sala de junta, así que es un estupendo día para dar su presentación. —Gracias —contesté, aceptando la ayuda que ella me brindó. Al mirar todo detalladamente, noté el movimiento que había en pleno horario laboral. Era como un mar de personas que se movían de un lado a otro. Puedo entender perfectamente su labor, y sé que cada uno de ellos son importantes para lograr que la empresa despegue el vuelo. Así llegamos ante una gran puerta, la mujer que amablemente me había atendido, me pidió que esperara unos segundos, en los que ella tendría que interrumpir la reunión. Asentí con paciencia, pues no podía simplemente ingresar y reclamar mis derechos con total libertad, había que ser cautelosos en algunos aspectos. Tal vez algunos no estarían de acuerdo. Cuando la recepcionista volvió a salir, me sonrió, al tiempo que dejaba la puerta abierta. —Adelante —me invitó a pasar. Dando pasos cortos, pero seguros, di mi ingreso. Las personas que estaban sentadas, se levantaron al verme. —Señores, ella es la hija mayor del Señor Gabbani. La señorita Georgiana Gabbani. Heredera y mayor accionista de la constructora Gabbani. —Vaya, el abogado de su señor padre nos había notificado de su pronta llegada, pero nunca imaginé que sería tan pronto. Por favor tome asiento —me invitó uno de los tantos accionistas. —Muchas gracias, pero prefiero mantenerme así. —Como usted guste, solo tengo una pregunta. —Por supuesto. —Usted… ¿En verdad es hija del señor Gabbani? Pues conozco recientemente a su familia, y usted no se parece en nada a ellos. —Bueno, supongo que es algo genético. Yo no elegí nacer con estas características. Sin embargo, creo que no estamos aquí para hablar de mi apariencia. —Comprendemos, usted será la nueva directora. Su puesto siempre ha sido respetado. Aquí todos le teníamos un gran respeto a su padre, por lo tanto, usted contará con el mismo respaldo. —Se los agradezco, señores. Pero no quiero causar confusión. Traje mi información en estos documentos, de modo que cada uno de ustedes puede verificar mi capacidad y experiencia. La mujer que minutos atrás me había ayudado, repartió mis documentos, y cada uno de los señores empezó a revisarlos con asombro. —Número uno en su generación —comentó uno de ellos. —Graduada con honores —añadió el otro. —Maneja cinco idiomas a la perfección. —Y… ¿Trabajó para la empresa constructora del señor Barone? ¿Cómo? —Fue en la sede que se encontraba en el país donde hice mis estudios. Ingresé como practicante, pero ante mi trabajo, fui contratada y ustedes pueden ver la carta de recomendación. —Lo vemos, sin duda alguna usted posee grandes capacidades y está más que preparada. No cabe duda que su padre dejó la empresa en muy buenas manos. —Agradezco sus comentarios, me complace que no haya desacuerdo. Haremos que la constructora Gabbani sea la número uno. —Estamos de acuerdo, ¿podrías encargarte de organizar la conferencia para la presentación de nuestra nueva directora? —se dirigieron a la recepcionista, quien asintió con ánimo. —Bueno seño… —Señorita —completé. —Pero creí que estaba casada. —Eh… No es de gran importancia, los papeles de mi divorcio son cuestión de días. —Bueno señorita Gabbani, bienvenida. ————————— (POV Loid) —Bienvenido señor —dijeron mis hombres, al abrir la puerta de mi auto. —Buen día, supongo que tendrán novedades de lo que les he encargado. —La tenemos señor, sin embargo, el sujeto parece estar enterado de lo que usted planea, pues hemos encontrado una carta muy temprano cuando llegamos a recepción. —¿Una carta? Damela —les pedí. Al tomarla en mis manos y tras leer las iniciales B. G. Arrugué el papel dentro de mi puño. —Ese hijo de p*ta. —¿Qué desea que hagamos señor? Seguimos con lo indicado. —No —gruñí—. Esa calamidad no va a dejarme en paz hasta lograr lo que quiere. Por ahora finjamos que no sabemos de él. —¿Está seguro? —En algunas ocasiones, es mejor dar un paso atrás. —Perdone señor, pero con todo el respeto, pienso que si la policía supiera de esto… Jhonson no terminó de dar su opinión, cuando el mayor de ellos; lo calló de un grito. —¡No cabe duda que eres un estupido! Ellos no tienen nada que hacer en este asunto. Él señor Lombardi está tomando las decisiones correctas. Pero que se puede esperar de un novato como tú. —Suficiente —interrumpí. Mis hombres tomaron total atención a mis palabras. —No son unos infantes para tener que explicar las cosas con manzanas. Aquí todos sabemos del poder que ese tipo tiene, incluso dentro de la policía. A él solo le bastaría chasquear los dedos para borrarnos de este planeta. —Lo entendemos —respondieron al unísono. —Así que solo me queda una cosa por hacer. Si ese idiota cree que me ha ganado, va a tener que volver a nacer. (...) Al estar de nuevo solo, me dirigí a mi oficina, tan pronto tomé mi lugar, Mía tocó la puerta; ella es mi secretaria y siempre estaba atenta a mis pasos. —Señor Lombardi, ¿puedo pasar? —Sabes que sí. Ella sonrió con las mejillas enrojecidas. —Acabo de recibir la llamada para la invitación a la conferencia que se dará en el hotel "Farfalla blu". —¿Y de qué se trata? —Es sobre una presentación de la empresa rival, aquella en la que… Su esposa es la accionista. —Ya veo, de acuerdo, confirma mi asistencia. —¿Está seguro señor? No quiero ser entrometida, pero usted es muy superior a esos —dijo con tono denigrante—. Lombardi es una marca de prestigio. —No cuestiones mis decisiones, Mía. Nos conocemos desde muy jóvenes, pero sabes que no tolero cuando cuestionan mis órdenes. —Lo siento, entonces confirmaré su asistencia. —Absolutamente. Ella iba a retirarse, pero la detuve al llamarla. —Por cierto, necesito que agendes mis citas para otro día. —Lo haré. —Asegúrate de que reserven nuestros asientos. —¿Nosotros? —suspiró con sorpresa. —Emmm ¿Sí? Eres mi secretaria, es lo más normal. —¡S-sí! Lo haré de inmediato. Mía es algo extraña, a veces no comprendo sus cambios de humor. Bueno, no era algo que debía tomarle importancia, ahora solo quería saber. ¿A qué se debía la conferencia que darían? Imaginaba que la Zanahoria estaría allí. Sería muy interesante. (...) Al día siguiente, ya en la sala donde todos los periodistas estaban esperando al inicio de la conferencia, visualicé a mi alrededor, estaba repleto, pero por ningún lado aparecía ella. —¿Señor? Lo noto preocupado ¿Desea alguna cosa? —me preguntó Mía. —No, no es nada. Casi al instante, la mesa de conferencia se llenó, dejando al medio un espacio. Ellos dieron inicio, pero mi cabeza no estaba concentrada en lo que decían, solo esperaba ver a Georgiana, hasta que todos se levantaron y frente a mis ojos, ella ingresó a tomar el espacio vacío. —Desde hoy damos de conocimiento público, a nuestra directora. ¿Qué diablos es esto? ¿Alguna clase de broma? Ella notó mi presencia, borrándose la sonrisa de sus labios, pero luego buscó evitarme, sonriendo a las cámaras. —Esto es un insulto —murmuró Mía—. Es como si le estuviera declarando la guerra. Ella tenía razón. Este era un juego muy sucio. Escuché los murmullos de los otros asistentes, desencadenando mi cólera. —¿Desea que nos vayamos, señor? Levanté mi mano para negar, de modo que me quedé a oír las palabras que daría "Mi esposa". Como era habitual, ella empezó dando un discurso que no me importó en lo más mínimo. En realidad, mi sangre estaba hirviendo. Pero todo estalló, cuando uno de los periodistas hizo una pregunta que ella contestó con descaro, provocando que no pensara en mi actuar. —Es algo extraño que la esposa de uno de los hombres más poderosos en la construcción asuma el cargo de directora de la empresa rival. —Oh, no. Sobre ese tema, mi abogado está solucionándolo. Así que eventualmente se enterarán de mi divorcio. Provocando un ruido al subir las gradas, que llamó la atención de todos, llegué a la mesa de conferencia, donde estaba Georgiana. —Loid, ¿qué estás haciendo? —me preguntó, tratando de mantener la calma frente a todos los espectadores. Sin embargo, mi paciencia se había escapado hace ya buen rato, de modo que sin previo aviso, tomé sus brazos y pegándola a mi pecho, atrapé sus labios con los míos.
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