Aunque estaba en aquel cuarto, aún podía escuchar los quejidos que venían del exterior de la casa. Lo que fuera que estuviera pasando sonaba doloroso porque los sonidos de dolor eran bastante fuertes. Me acerque a la ventana y me percate que los autos seguían dentro de las enormes murallas ¿No habían salido?, pero entonces como respuesta a mi pregunta de inmediato ese extraño hombre que ahora calentaba cada fibra de mi interior paso escoltado por sus hombres a lo que parecía era un granero que estaba casi que escondido entre la oscuridad, seguramente de día era más perceptible, pero de noche, con todas las luces apagadas no era fácil de ver, de hecho si no hubiesen abierto la puerta y una línea de luz se hubiese filtrado nunca lo hubiese visto.
No soy alguien que suele romper las reglas, los brutales castigos que mamá me daba por ello me enseño que es mucho mejor la obediencia, pero en este caso la curiosidad me estaba matando, sé que estas personas no son ángeles precisamente, pero la mafia o por lo menos los mafiosos italianos tienen la fama de ser hasta cierto punto moralistas, tienen códigos y reglas que si las sigues no te hacen daño, pero si te atreves a desobedecer o a ir en contra de ello al punto de atentar contra uno de los integrantes de la Famiglia, te podías estar ganando perfectamente una visita al Averno, y no al club nocturno, aún recuerdo como la mujer que me trajo al mundo me amenazaba con hacer que me llevaran a ese lugar, no escatimo en detalles para describirme lo que pasa dentro de ese horrible lugar.
En Palermo, hay una isla privada que pertenece a la Famiglia Angelucci, quienes según mi madre son las personas que dominan y gobiernan el país, mismos que han hecho su fortuna a base de la mafia, matando a sus enemigos y haciéndose con el poder de todo y de todos, mismos que son capaces de lo que sea con tal de que su apellido y nombre permanezca del lado bueno, ocultándose bajo las sombras y siendo casi que fantasmas ante la policía. En esa isla, se supone que hay una especia de entrada, una que está enmarcada con una enorme puerta negra y roja con letras doradas que te dan la bienvenida al “Averno”, el infierno privado de la Famiglia, allí interrogan, torturan de las formas más crueles y matan de las formas más sanguinarias posibles, en definitiva, no es un lugar que nadie quiera visitar.
Aun sabiendo, que el club nocturno que tiene el mismo nombre que el horrible lugar que les acabo de describir, son ambos propiedad de los Angelucci, y que quizá este hombre que ha tenido el poder de sacarme de allí y tener a muchos a su mando sea uno de sus Generales o asesinos, decidí tomar el riesgo de saber lo que estaba pasado.
Salí con cuidado al balcón asomando mi cabeza con delicadeza y viendo como un pequeño punto rojo desde una de las esquinas del techo volteaba hacia mi dirección, una maldita cámara, tan rápido como salí volví a entrar me quede mirando fijamente la cámara y conté el tiempo que se demoraba en ir y venir para tener una vista de 180° de todo el lugar, cinco segundos, solo eso tenía para salir, cerrar la puerta, tomar el árbol que estaba cerca y bajar con cautela, sí, sé que suena loco, pero en realidad mamá me castigaba por todas las veces que me escape, pero regresaba, no me iba por estar huyendo en realidad solo era para conocer el exterior, y sentirme como una chica normal, era tan buena haciendo eso que me volví casi que invisible para las cámaras de mi casa y con ello para los ojos de mi madre.
Cuando por fin estuve afuera de la habitación, tomé el sendero más oscuro, me fui completamente pegada a la pared dado que esos son habitualmente los ángulos de los puntos ciegos en las cámaras de seguridad, las ponen a ver hacia el frente no hacia debajo de ellos, un error habitual que pocos los ladrones e intrusos notan, por eso los atrapan, por no prestar sumo cuidado a los pequeños detalles.
Caminé con cautela, me tomé mi tiempo tratando de que ninguno de los guardias que hacía sus rondas por el jardín me vieran, pero al mismo tiempo huyéndole a los perros. Cuando entre, juro que escuché a uno o dos, pero ahora mismo no los veo, ni los escucho. Al llegar a un punto de luz, me detuve, la luna estaba hermosa, redonda, iluminando todos los lugares del patio que no tenían techo o estaban debajo de los árboles como aquel granero, por ello tuve que quedarme quieta, tomarme mi tiempo y ver hacia todos los lados y contar el tiempo que se tomaba cada guardia para pasar, si llegue hasta aquí debo tener cuidado para que mi curiosidad no me lleve hasta la boca del lobo, cinco segundo, eso era lo que cada guardia demoraba en pasar, pero quede impactada, aunque para alguien que corriera rápido quizá fuese fácil cruzar en realidad no dejaban mucho entre un guardia y otro, la seguridad de este lugar no se la toman a la ligera, definitivamente ese hombre es alguien muy importante como para que lo protejan de esta forma.
Respire profundo y justo cuando el guardia dio la vuelta salí corriendo y me metí entre unos matorrales que estaban cerca, solo necesitaba que el otro guardia pasara para poder volver a correr hasta llegar a la ventana del granero y justo así lo hice, corrí tan rápido como pude, no mire atrás, cuando quise voltear ya me encontraba nuevamente en una zona oscura y de difícil acceso con la vista, pero al correr al parecer había hecho ruidos al pisar las hojas cecas porque el guardia se detuvo y alumbro con su lámpara en arbusto en el que me había escondido antes, mi pecho subía y bajaba con rapidez, que estúpida era, no debí haber salido de ese cuarto, pero entonces dejo de buscar y siguió su camino, sentí como nuevamente mi respiración se normalizaba me voltee y vi la ventana, estaba sobre mi cabeza, no saben cómo agradezco en este momento no tener la estatura de la mujer que me trajo al mundo, solo me levante un poco y pude ver todo lo de adentro, allí estaba el hombre que me había traído aquí, con Filiphe y otros guardias, y otro hombre estaba con los brazos amarrados sobre su cabeza con una cadena que estaba amarrada al techo, estaba lleno de sangre, muy golpeado, pensé por un momento que eran los guardias quienes estaban torturándolo, pero entonces me fije en las manos del hombre que me había estado besando y acariciando solo hace unos minutos y vi como ahora no tenía anillos y sus nudillos estaban llenos de sangre.
- Voglio che tu mi dica subito dov'è mia nipote. (Quiero que ahora mismo me digas dónde está mi sobrina)
- Lo giuro, non so dove l'hanno portata, Signore, ho solo aiutato l'auto su cui si trovava a deviare. (Lo juro, no sé a dónde la llevaron, Señor, solo ayudé al auto en el que iba a desviarse)
- Filiphe, penso che questo nostro caro amico abbia bisogno che tu gli rinfreschi la memoria.
Ambos hombres se vieron con complicidad, entonces el guardia se dio la vuelta y tomo una mesa que tenía ruedas para llevarla justo detrás del hombre y comenzó a pegarle en el pecho unos parches, me tomo solo unos segundos comprender que le iban a dar electro shocks, no tengo ni idea de lo que ocurre, pero al ver como electrocutaban a ese hombre di un pequeño grito por el que me toco llevar mis manos a la boca y agacharme, el hombre que antes había estado conmigo había mirado hacia la ventana y caminado hacia ella, Dios.
- -Demone, penso che dobbiamo aumentare il potere, cosa ne pensi? (Demonio, creo que necesitamos aumentar la potencia, ¿Usted qué opina?). Sentí su voz sobre mi cabeza.
- La penso come te, friggigli il cervello per vedere se ricorda qualcosa. (Pienso como tú, freírle el cerebro a ver si recuerda algo)
Volví a levantarme y vi cómo ese pobre hombre sufría, en definitiva, no estaba a salvo en este lugar, pero todo apuntaba a que, mientras me portara bien, cosa que justo ahora no hago, yo estaría a salvo. El hombre que estaba amarrado al techo susurró algo, sus energías se habían agotado después de tres intensas sesiones con esa tortuosa máquina, entonces todos comenzaron a salir, y justo cuando pensé que regresaría con calma, vi cómo ese hombre al que llamaron “Demonio”, iba en dirección a la casa. MIERDA.