Jenny: — ¡Vamos hombre! Entra de una vez, que tenemos mucho para ponernos al día. Con el corazón a mil revoluciones por minuto, me acomodo en el asiento, tratando fallidamente de disimular “mi incomodidad” por su presencia. El aroma de su perfume me enloquece, me transporta a esos momentos de intimidad donde piel con piel, me hacia el amor llenándome de placer, definitivamente mi cuerpo esta desconectado de mi mente. Obedeciendo al doctor Guzmán, se sentó en el sofá contiguo al mío, con esa personalidad fría que lo caracteriza, pero que irónicamente me hace arder por él. Involuntariamente me saboreo al saberlo tan cerca, al mismo tiempo que me duelo sentirlo tan lejano, pues, en ningún momento a volteado a mirarme. — No existo para él. El doctor Guzmán, se cruza de piernas en su