Leonel: El sonido de la puerta principal me saca de mis pensamientos, como reflejo intento levantarme de golpe, sin embargo, el punzante dolor de mis costillas me detiene en seco. Hiperventilando vuelvo a sentarme en la orilla de la cama, me sostengo el torso como si eso fuera aliviarme, aunque lo cierto es que no sirve de nada. — ¡Leeo, Leeo! ¿Dónde estás? — Escucho a Amalia a lo lejos, antes de desplomarme por completo sobre la cama. No pierdo el conocimiento, por el contrario escucho claramente el taconeo de mi hermanastra por el pasillo que da a mi habitación, simplemente mi cuerpo ha empezado a pasarme factura por no haber guardado el reposo que tanto insistieron los médicos que debía cumplir. — ¡Leeeeo! (Grito desgarrador) Leonel, háblame, por favor responde. La voz de Amalia se