Leonel: — ¡Por fin en casa! — Cuidadosamente intento caminar entre los muebles de la sala hasta mi habitación, como puedo me siento en la cama, pero es insoportable el dolor siento, el solo rose de la tela me está enloqueciendo desde la mañana, durante todo el día he mantenido mi cuerpo rígido, disimulando que a duras penas puedo mantenerme en pie. Apoyo mi mano sobre el abdomen, mientras me impulso con el otro brazo para levantarme — ¡Ya no aguanto esto! — Me arranco la camisa, sin importarme que los botones salgan disparados en todas direcciones, rebotando sobre la madera del suelo, resonando en el interior de mi cabeza, como un símbolo de tortura. Al ver mi reflejo en el espejo, desesperanzado trato de suspirar, sin embargo, resulta un verdadero flagelo, pues, casi puedo sentir c