Capítulo Tres: A veces la familia no te falla

1241 Words
Me desperté con discusiones y gritos. Estaba en el sofá sin camisa, solo con una sábana pegada a mí que alguien me había puesto.  ¿Qué demonios? Intenté incorporarme pero me mareé al instante y sentí la quemazón en mi pecho.  Todo volvió a mí. Los golpes, el olor a quemado en mi piel, y alguien que llamaban mi hermano salvándome.  Tenía otro hermano del que no sabía nada y parecía que él tampoco sabía de mí. —¿Qué demonios te pasa, Dylan? —El que supongo es mi nuevo hermano le gritó a nuestro padre—. Dejaste que lastimaran así a tu hija. Torturarla como a alguien que intentó matar al alfa. ¿Sabías de esto? —Cálmate, Draco —respondió papá sin emoción—. Ella puede manejarlo. Si no pudiera, estaría muerta, y sería una boca menos que alimentar. —Bueno, me alegra saber que eso es todo lo que soy para ti —gruñí, intentando volver a incorporarme usando el sofá para ayudarme—. Además, ¿por qué demonios tengo un hermano mayor del que no sé nada? Tú, tu esposa y tu patética excusa de hijo mediano son una mierda y deberían morir. —¡Cállate, perra! —gritó Sylvia desde su asiento al otro lado de la habitación. “Ella se llamará Sylvia o perra loca a partir de ahora” susurró Moonlight. Todavía estaba recuperándome de todo, pero estuve de acuerdo con ella y me concentré en enviarle un poco de mi energía para ayudarla.  Nuestro vínculo funciona en ambas direcciones con respecto a compartir. “Digamos simplemente que no tenemos padres. De todos modos, no parece que los tuviéramos” Miré hacia ella y vi a dos guardias parados a su lado y otros dos junto a Dennis. Ambos lucían peor por los golpes, sangre y miradas irritadas que me alegraron el corazón. Los guardias no me resultaban familiares; deben ser del grupo de mi hermano nuevo. Sentí un peso caer junto a mí. Giré lentamente la cabeza y vi por primera vez a mi hermano nuevo. Tenía el cabello castaño corto con unos impresionantes ojos azules. Heredó los ojos y la altura de Dylan.  Yo me quedé en el lado más bajo en cuanto a altura, pero después de algunas caídas, me conformaba con ello. Las alturas eran molestas. —Hola, hermana —dijo Draco, sonriendo—. ¿Necesitas algo más mientras esperamos a que mis alfas hablen con los tuyos? Dylan se levantó y se acercó pisando fuerte.  —¿Estás involucrando al alfa? ¿Qué te pasa? A nadie en esta manada le importa esa débil perra. Gruñí.  —La única débil perra que veo aquí es la patética excusa de padre que tengo frente a mí. Draco rió, cubriendo los insultos venenosos de Dennis y Sylvia.  —Definitivamente es mi hermana. Están resolviendo las cosas como creen conveniente antes de asegurarse de que pueda irse para siempre. Ella se va conmigo. Lo miré en shock.  —¿De verdad? Tú quieres... Tú me quieres. Me abrazó suavemente.  —Somos familia y la familia se mantiene unida. Lamento no haber venido antes. No tenía idea de ti. —Si no te hubieras ido de la manada, lo habrías sabido —exclamó Sylvia. Intentó levantarse, pero uno de los guardias la empujó hacia abajo. Ni siquiera la miró. Draco la ignoró y miró a Dylan.  —Siéntate. Tenemos permiso para llevar a mi hermana con nosotros. —Me miró con una sonrisa nerviosa—. Nadie ha mencionado tu nombre. ¿Cómo te llamas? —Gemma. —Sonreí y le extendí la mano—. Mucho gusto. ¿Ahora puedo cambiarme y recoger mis cosas? Preferiría que tu alfa no me vea así. Se puso un poco colorado y me hizo un gesto para que continuara.  —Está bien. Tengo algunas cosas más que resolver aquí. Tómate tu tiempo. Debe ser que no comprende cuán mal me trataron en todos los aspectos. Literalmente tenía tres conjuntos de ropa, un colchón en el suelo del armario en la sala de almacenamiento, una delgada manta y dos pares de zapatos que tenían más agujeros que suela en este momento en mi habitación.  Quería darle más tiempo teniendo una charla con nuestra maldita familia al ponerme ropa adecuada para que mi hermano mayor no tuviera que mirarme envuelta en una sábana. El sujetador rozaba mi quemadura así que eso no iba a funcionar. Me lo tuve que quitar.  Bajé las escaleras para ver a Draco golpeando a Dennis. Entre golpes, lo atacaba verbalmente por ser tan cobarde como para golpear a una chica que estaba atada.  Me senté en el último escalón y esperé. Me dispuse a disfrutar del espectáculo. Draco se levantó y miró con furia a Dylan y Sylvia, a quienes tenía sentados juntos.  —El Alfa quiere que los dos estén intactos porque son importantes para él. No estoy seguro por qué ya que ninguno de ustedes hace nada por ayudar a esta manada. —Es porque Sylvia es la mejor amiga de la Luna y sabe todos los oscuros secretos entre la poderosa pareja —interrumpí, sonriendo—. Pero ella se lo cuenta a Dylan, quien lo revela cuando está borracho y enredado con su amante que acaba de cumplir diecinueve. —Estás muerta —me gruñó Dylan.  Me sorprendió su amenaza ya que normalmente ignora cuando me lastiman y nunca me ha amenazado antes. Draco asintió a los guardias y uno de ellos le dio a Dylan una palmada en la parte de atrás de la cabeza.  No pude contener mi risa. Recibí algunas miradas desaprobadoras, pero no me importaba. —¿Conoces los secretos, o tenemos que agarrar a la dueña? —Draco me miró. —Sé lo suficiente como para que mi silencio me mantenga con vida, por ahora. Golpearon la puerta principal.  Draco fue a abrir, así que decidí decir lo que pensaba para poder irme con la conciencia tranquila.  Me estaba gustando esto de tener carácter. Solo tenía que esperar que la nueva manada fuera mejor. —Ahora que estoy dejando esta maldita manada, hay algunas cosas que tengo que sacar de mi pecho y ustedes tendrán que sentarse y escuchar. ¿No están emocionados? —pregunté con la sonrisa más grande en mi rostro—. Primero, son los peores padres del mundo. Las mentiras que me contaron solo para sentirse mejor ustedes mismos eran la pura tristeza retorcida. Tenía cinco años y le dijeron a la Luna que yo los había golpeado. Sylvia, ¿sabes qué tan débil te hizo ver eso? Intentaron discutir pero solo recibieron una palmada en la parte de atrás de la cabeza por parte de uno de los guardias.  Continué regañándolos por torturar a un niño, por dejarlo pasar hambre y por el daño emocional que me causaron. —Nada de eso me afectará. Soy una mujer demasiado fuerte para eso —gruñí.  Moonlight se adelantó y rugió hacia ellos, utilizando el último de su poder.  —No son nada y siempre serán nada. Yo, en cambio, solo puedo avanzar desde aquí. Ténganlo en cuenta mientras decido cómo revelar lentamente los secretos que serán la muerte de esta manada y de ustedes. Se empezaron a escuchar aplausos detrás de mí, lo que me hizo saltar.  —Buen trabajo, hermanita. Estamos listos para irnos. Dejémoslos hundirse en su pérdida. Asentí y lo seguí afuera.
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