Desconocido

1177 Words
[Galia] El atardecer en California, eran de mis cosas preferidas de vivir aquí, los colores que se forman entre el cielo y el mar, las nubes, las fotografías que lograba capturar eran increíbles, poco a poco la noche comenzaba a caer, si tan solo pudiera estar más tiempo aquí o acercarme aunque sea un poco al mar, papá siempre me dice que no debería venir, soy alérgica a la sal del mar, pero no podemos irnos a vivir a otro lugar, debido al trabajo de papá, es pescador y aqui tienen las mejores cardumenes de atún, truchas y una infinidad de peces, moluscos, cangrejos y más, que pueden alimentar a los turistas que visitan los restaurantes de la zona. La luna llena brillaba en todo su esplendor, iluminando el océano por completo, mi padre estará furioso si se entera que eh venido a escondidas a apreciar el desove de tortugas, por mi servicio social en la preparatoria, debo tomar algunas fotografías para después pulicarlas en un libro que estamos creando. De pronto, mientras esperaba pacientemente a que las tortugas salieran de sus nidos a dejar sus huevos, el cielo se nubló, parecía que una tormenta llegaría con furia, frunzo el ceño, el reporte del clima no pronosticó lluvia para hoy, el mar tambien lucía agitado, las olas llegaban con furia a la orilla, yo me mantenía en mi posición, detrás de unas rocas, donde el agua salada no pudiera tocarme, realmente sentía miedo, pero necesito los créditos de mi servicio si quiero graduarme, las tortugas parecían asustadas, no salían de sus agujeros, algunos de los turistas que se encontraban en la arena, salieron corriendo al ver cómo las olas golpeaban con fuerza las rocas, los truenos y relámpagos eran lo único que iluminaban el cielo, la tormenta se veía cada vez peor, era como si los dioses estuvieran molestos por algo, cuando era niña mi papá me contó que años atrás los dioses se enojaron porque un viejo rey tritón abandonó su reino por una humana, no lo dejaron volver y al final, el rey murió. Cuando todos los turistas se habían ido, y la tormenta se calmó un poco, bajé de las rocas en las que me encontraba, al parecer las tortugas tampoco aparecerían, porque por más que esperé, jamás salieron, decidí rendirme y volver a casa, seguramente mi padre estará preocupado y me regañará, comencé a caminar a paso rápido y entonces, a lo lejos... lo ví, un chico guapisimo salía del mar, me escondí detrás de unas rocas para que no pudiera descubrirme, pude ver que tenía el torso desnudo, llevaba solo unos simples vaqueros, y en las manos sostenía una especie de bolsa o una red de tela, abrí los ojos como platos, su cabellera era castaña, lucía confundido, desesperado, al salir de agua vi que iba descalzo, parecía un dios saliendo del mar, reí para mis adentros, gritó algo que no pude escuchar, mientras que despeinaba su cabellera rebelde y algo crecida, realmente algo malo le había pasado, se veía que sufría, quiero acercarme, pero él estaba demasiado cerca del agua, mordí mi labio inferior, ¿y si lo ayudo? tal vez le ocurrió algún accidente, volví a mirar, ahora caminaba sin rumbo, parecía desorientado, papá siempre dice que debemos ayudar a los que lo necesitan, asi que cuando estuvo un poco más lejos del agua, decidí salir de mi escondite, mi corazón late a toda prisa, respiro agitadamente —¿hola? ¿puedo ayudarte con algo?— le pregunto acercándome a él, entonces gira su vista y nuestras miradas se encuentran, pierdo la respiración al verlo de cerca, el tempo a mi alrededor se detiene, de pronto la frase de esa pelicula animada tiene todo el sentido del mundo, su cara parece tallada por los mismos angeles, ¡por los malditos dioses! tiene unos ojos preciosos, lo más azules que he visto, tan azules como el mismo mar, sonrie y su sonrisa tambien es perfecta, su cabello medio largo y castaño ondea con el viento, tiene un lunar diminuto arriaba de sus labios, los cuales son rosados y carnosos, su quijada es cuadrada, es más alto que yo obviamente, paso saliva, creo que eh perdido el aliento al verlo, salgo de mis pensamientos cuando veo que mueve la boca, diciendo algo —¿podrías ayudarme? creo... creo que estoy perdido, yo... yo no pertenezco a este lugar, yo...— tartamudeaba un poco, me preocupé ¿estará ebrio? —tranquilo, dime ¿cómo te llamas? ¿de donde vienes?— le pregunto tratando de tranquilizarlo, niega, mira a su alrededor, asustado —yo... no lo sé, yo... creo que estoy perdido— me pude dar cuenta de que tenía un feo golpe en la frente, sangraba un poco —tal vez... en esa bolsa que llevas ahí, tengas tu identificación o algo que nos pueda decir de donde vienes— sus perfectos ojos azules bajan a sus manos, sonrie de lado, no se si lo mejor de él son sus increibles ojos, su perfecto y bien trabajado abdomen o... sus manos, sus venas se marcan y, sacudo mi cabeza alejando los malos pensamientos —claro, mi bolsa, ahí debe venir algo ¿no?— dice sonando esperanzado, le da vuelta y caen un montón de tonterías, libros, cubiertos, pero nada que nos dijera algo sobre él —tal vez e tu billetera— me mira haciendo una mueca, sin entender de lo que hablo, tal vez de donde sea no las llaman así —muchos chicos la llevan en su bolsillo trasero del pantalón— le digo mordiendo mi labio inferior, sonrie ampliamente, de nuevo mostrando su maldita y perfecta sonrisa, se lleva las manos al bolsillo y sonrie, se hace su cabellera revuelta hacia atrás, parece el príncipe encantador al hacer eso y entonces se da cuenta de que si lleva una, abre la billetera, saca la identificación, comienza a leer en voz baja, intento leer sus labios y de pronto se queda mudo, alzo una ceja —¿y bien? ¿quien eres?— le pregunto con una sonrisa, su semblante cambia, ahora se muestra serio, eso me precoupa, vuelve a mirarme, sus ojos son hipnotizantes —no... no puedo decirte, yo... solo dime como llegar a este lugar— señala una dirección, tapando su nombre con sus dedos, entrecierro los ojos para ver un poco mejor —bueno, no queda tan lejos, igual y te puedo acompañar solo...— niega, guardando de nuevo su billetera, tirandose al piso para recoger sus pertenencias, intento ayudarlo pero se separa de mi, frunzo el ceño, que extraño es este sujeto, decido dejarlo solo, ruedo los ojos cuando comienza a hablar para si mismo, maldito loco —es mejor que me vaya, la dirección que buscas es cerca, solo... sigue por esas rocas, sal a la calle y sigue la carretera, verás un señalamiento y ahi están las cabañas, suerte— es lo único que le digo, no me despido de él, es lo que me gano por intentar ayudar a un desconocido.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD