MEGAN HOBBS
Nueva York tiene tintes distintos cuando te encuentras soltera, de repente ya los clubes por los que solías pasar y no captaban tu atención se vuelven tus lugares favoritos, los parques por donde caminabas con tu pareja en una tarde romántica se vuelven cursis, y para mí toda mi vida me parece aburrida ahora que me encuentro sola.
Me dedico al trabajo y a beber más de la cuenta. No soy alcohólica pero ahora que no tengo encima la preocupación de quedar embarazada bebo una copa de vino cada noche con mi cena, me doy mi tiempo para al menos cenar sola en algún restaurante mientras espero que los papeles del divorcio salgan porque con tantos cambios solo se han atrasado.
Finalmente yo me quedo con la casa, él con su coche y con la deuda pendiente de los millones que le di para comenzar. Según me contó mi abogado, ahora ni siquiera tiene para pagar los honorarios así que se habla de pensión por mi parte hasta que pueda establecerse nuevamente o siquiera encontrar un empleo con el que pueda mantenerse.
Y yo estoy cada noche en mi casa, sola, admirando las pinturas horrendas que compré para adornar la casa porque la artista era la favorita de mi esposo, notando que aquí, en el palacio que compramos para criar niños solo existen cosas que a él le gustaban porque yo no tengo ni siquiera un estatua que me hubiera gustado para tan siquiera decir que se siente también como mi hogar.
En retrospectiva, noto que nuestros años juntos solo fueron una recopilación de las cosas que a él le gustaban y que él quería, ni más ni menos.
¿Me siento como una idiota? Creo que eso es decir poco. Ruedo los ojos, estos pensamientos no me dejan tranquila por lo que camino al balcón para ver un poco el paisaje y las personas pasar cuando mi móvil resuena por el solitario lugar.
Dejo la copa de vino a un costado tomando el auricular. Al otro lado de la línea una mujer habla de que ya pospuse tres veces mi visita a mi ginecóloga, que necesito presentarme hoy y dado que mi agenda está libre, accedo.
Almorzar se ha convertido en mi momento de paz, usualmente lo hago en la oficina pero dado que hoy se llevaban las pocas porquerías de Drake, porque solo se llevó algunas prendas ya que las joyas, zapatos y los demás lujos se los obsequié yo, no quería quedarme fuera de la diversión por lo que me tomé el día.
Sabía desde que me subí al avión en Montana que regresar sería retomar con los dolores de cabeza infernales que me daban cada que pensaba en Drake y en lo idiota que fue, pero jamás pensé que me sentiría tan aliviada. El ver el rumbo que había tomado mi vida ahora que no lo tengo al lado me ha dejado claro que de haber seguido con él y de haber tenido un hijo, el siguiente paso hubiera sido renunciar a mi empresa, a mi empleo y no dudo que hubiera accedido solo para cumplir mi sueño de ser madre pero sé que aquello no me habría hecho feliz.
Levanté mi empresa de los cimientos, me hice de mi nombre propio sin influencia de mi familia, crecí porque así me lo dispuse. ¿En serio estaba dispuesta a renunciar a todo mi esfuerzo por cumplir sus deseos? Sí, tan cegada como estaba al principio, claro que lo hubiera hecho.
Entonces en cierta forma, mi separación ha supuesto un alivio para mí. En el momento en que el último hombre vino por sus cosas y la puerta se cerró cuando se marchó, una enorme piedra se cayó de mi espalda. La presión de ser siempre la mujer perfecta de negocios y esposa dedicada, la imagen de una mujer que podía con todo, la tensión de tener que cumplir con mis obligaciones y sumado a eso las suyas, todo eso se fue con sus cosas.
La mujer que fui en nuestro matrimonio salió corriendo con esas cajas dejando atrás a una persona que no tiene idea de quién es ahora que está soltera.
No tengo amigos porque todos son amigos de él, no tengo nada más que mi empleo, ni siquiera tengo a alguien más aparte de mi abuelo y eso si me entristece porque me encariñé con su familia, con la idea de ser parte de su cena familiar cada fin de año donde tíos, primos y conocidos van a recibir el Año Nuevo en su casa. Creo que de todo, lo que más extrañaré de Drake es su familia.
Decido que lo mejor que puedo hacer por mi salud mental es prepararme para la cita con mi doctora por lo que entro en la ducha dispersando cualquier pensamiento. Me coloco una falda tubo blanca, zapatos de tacón n***o y una blusa del mismo color.
Llamo a mi chofer mientras seco mi cabello y me maquillo solo los labios, de no ser porque perderé dinero si no asisto a mi cita no saldría por eso no me arreglo demasiado. Tomo mi bolso y resonando los tacones en el mármol de mi casa pido el ascensor que me lleva directo al estacionamiento.
—Buenos días, señora...
—Señorita Hobbs, Lucio—lo corrijo ingresando en la parte trasera del coche—No soy señora de nadie.
—Por supuesto, señorita—responde con una sonrisa. No es un secreto que a Lucio jamás le agradó mi esposo y viceversa. De hecho, Drake me pidió en repetidas oportunidades que dejara a mi chofer sin empleo pero me negué, Lucio es de las personas más fieles que he conocido en la ciudad y su esposa e hija viven felices y cómodas con el sueldo que él gana conmigo. —¿Dónde vamos?
—Al centro médico privado.
El camino para mi sorpresa no es nada tedioso, al parecer el resto de los ciudadanos no tuvo la misma idea que yo de salir y eso me saca una sonrisa. Es la primera vez en esta ciudad desde que me mudé que llego a un lugar a tiempo.
Lucio se baja y me abre la puerta tendiendo su mano hacia mí.
—¿Quiere que la espere?
—Sí, regreso en media hora más o menos.
Para cuando ingreso tengo que ir a la sala de recepción y dar mi nombre, como nunca tengo que esperar sentada a que sea mi turno porque la parecer la mitad de las ciudadanas se encuentran gestando y vinieron al mismo lugar. Puedo parecer una gruñona pero verlas siempre me ha recordado lo que no...
—Megan Hobbs—la enfermera llama. Me pide que la siga, aunque no es necesario que me recuerde el camino ella me acompaña de todos modos dejándome en la puerta de la doctora Cindy Moore, una vieja amiga que conocí extrañamente en una tienda de modas del centro de Times Square.—Adelante.
Me abre la puerta y al instante recibo un agrazo de la esbelta y rubia rompe corazones.
—¡No puedo creer que me hicieras llamarte tres veces!—me regaña al alejarse—Me llamaste con urgencias para concretar cita y luego no quieres aparecerte.
—Me tomé unos días para descansar en Montana—ella camina hacia su escritorio mientras yo tomo la silla de los pacientes dejando mi bolso en la silla desocupada de al lado.
La sonrisa radiante de mi amiga es algo característico suyo, dientes blancos y perfectos, cabellera larga y rubia y su estilo californiano que no se le ha ido ni siquiera llevando más de diez años viviendo en la ciudad.
—¿Cómo está tu esposo? Me sorprende verte sola.
—Acostúmbrate porque no divorciamos—digo sin tacto dejándola sorprendida al instante—Por eso vine, su serpiente estuvo al parecer en varios lugares así que quiero... quiero hacerme todos los estudios que puedas ordenar para checar que no me dejó nada.
Decirlo en voz alta me llena de rabia, de ira y de ganas de gritarme a mí misma por haber sido tan idiota de no notar que ese imbécil me estaba viendo la cara. De haberlo sabido quizás nada de esto habría pasado.
—Yo... lo siento, no tenía idea de que...
—Fue rápido y digamos que ninguno se opuso a firmar los papeles—comento—Pero bueno, no quiero hablar de mi divorcio porque trato de enfocarme en las cosas que pueden sumar y no al revés.
Cindy tarda unos minutos en enfocarse en su trabajo. Como dije, la mayoría de mis amigos también son amigos de Drake y ella no es excepción ya que su esposo y él salieron a varios partidos de basquet juntos y tuvimos muchas cenar dobles a lo largo de los años por lo que no la apresuro. Supongo que para todos supone una gran pérdida menos para mí.
—Haremos... tomaremos una muestra de sangre para conocer tus niveles primero y luego avanzaremos con las más complejas ¿te parece bien?
Así se me va la media hora en la que le pedí a Lucio que me esperara por lo que le envío un mensaje. Me sacan una muestra de sangre, según Cindy debo esperar los resultados en poco tiempo por lo que eso ocupamos para ponernos al día ya que el resto de sus pacientes están siendo derivados al segundo al mano. Me agrada el trato preferencial, de hecho esa es una de las mejores cosas que te puede dar el dinero porque en situaciones como estas soy privilegiada, puedo hacerme pruebas complejas en un día que a los demás podría llevarle siquiera meses para poder conseguir un turno.
Como mi amiga, Cindy me pide los detalles de mi separación y dado que a final de cuentas todos lo van a saber termino diciéndole la verdad. Al principio se sorprende y al igual que el abuelo pensaba que éramos felices, una pareja joven que había logrado una gran suma de dinero, un buen lugar en la sociedad y la seguridad financiera a la que todos aspiran pero no es así.
—Supongo que para él era muy importante el formar una familia—digo con la frente en alto.
—No pensé jamás que sería capaz de pedirte el divorcio, mucho menos por una jovencita—responde con rabia—Me sorprende la estupidez de los hombres a veces.
—Sí, bueno, supongo que me hizo un favor—me encojo de hombros—Al menos no me hizo seguir perdiendo el tiempo.
Está a punto de responder cuando su secretaria llega con los resultados de mi análisis de laboratorio, entra y se los entrega. Supongo que espera a que estemos a solas para hablarme pero ni aún así lo hace. De inmediato miles de pensamientos cruzan mi mente, me juro a mí misma que si me ha contagiado alguna enfermedad venérea lo dejaré tan en quiebra que incluso sus nietos tendrán que pagar su deuda.
—¿Tengo algo malo?—me atrevo a preguntar—¿Me contagió? Ese imbécil me contagió, maldición... lo sabía, sabía que ese imbécil no podía ser responsable como para usar un condón y...
—Estás embarazada.
Me ahogo con mi propia saliva, siento que tengo todo seco en la garganta y la cabeza está a punto de estallarme mientras pienso una y otra vez en lo que dijo.
—No puede ser, yo no... no puedo tener hijos—susurro conmocionada—¿Segura que es mi prueba?
Cindy luce igual de sorprendida que yo.
—No hay duda, estás embarazada—afirma con la misma conmoción en su voz—¿Y quién te dijo que no podías tener hijos? Porque tus niveles hormonales están bien.
—Hicimos in vitros, tres en total y el doctor que nos atendió aseguró que era mi culpa porque el semen según él estaba en buen estado.
—Linda, puedo asegurarte sin verte que no tienes nada de malo—dice con firmeza—Según tus niveles hormonales tienes alrededor de cinco semanas.
Mi mente hace los cálculos y no tengo que ser una maldita genio para notar en qué momento me embaracé exactamente y más que nada, de quién. Todo en mi cabeza comienza a pasar como en una mini película, los tragos, la noche de sexo, el haberme escapado... ¡Carajo!
—Supongo que tu divorcio no afectará su paternidad—el comentario de Cindy me baja de esa maldita nube en la que me encontraba.
—¿De qué hablas?
—Ahora que serán padres, tendrán que...
De inmediato alzo mi mano para detenerla.
—No es suyo, Cindy—aclaro sin tapujos. Puedo ver por su reacción que la dejé por completo sorprendida pero de todas formas mantengo mi posición al no demostrarle absolutamente ninguna emoción—Es mi hijo, si quieres saber quién es su padre lo único que puedo decirte es que no es suyo. ¿Podemos avanzar?
En cuanto ella guarda silencio y adopta la forma de doctora profesional, sé que he cometido un grave error al venir por su ayuda. Claro que no tenía idea de que estaba embarazada, pero ahora sé que no va a tardar mucho el medio para enterarse y más para que se sepa que no es hijo de mi reciente ex esposo.
Con el peso en mi maldita cabeza por haber sido tan idiota y los resultados de la prueba dando vueltas en mi mente, hago lo que ella me pide acompañándola hasta una sala donde me pide que me desvista para hacerme la trasvaginal.
Su postura deja mucho que desear, es como si de un momento a otro se hubiera olvidado que soy su amiga y pasé a ser solo una paciente más pero de todas formas me concentro en ver lo que se supone que debo ver.
A este punto no creo que esté embarazada, he pasado mucho, he peleado por esto durante mucho tiempo que ahora solo lo siento como si fuera una especie de mala organización de las pruebas por lo que estoy atenta a la ecografía. Sé lo que tengo que ver ya que a lo largo de los años me he practicado demasiadas que han dado negativas por lo que pego la mirada a la pantalla sintiendo la invasión en mi cavidad.
Los nervios no están, la presión de tener que tener un bebé en mi vientre sí o sí ya no aparecen porque ya no tengo nada qué perder, solo me quedo quieta esperando a que aquello no suceda, como siempre.
—Aquí está—menciona Cindy dejándome por completo tiesa—Está bien, por el momento crece con normalidad pero te daremos vitaminas pre natales y ácido fólico para que tomes.
—¿De verdad estoy embarazada?—es imposible negar la emoción que me recorre el cuerpo, las manos me tiemblan y los ojos se me cristalizan al instante en que siento un bamboleo que me deja oír el ritmo apresurado de su pequeño corazón. Me aferro a la camilla con todas mis fuerzas sabiendo que ese latido se ha convertido en el motor de mi vida en ese preciso instante—No puede ser...
NO PUEDE SER.