—Llevas una hora con el mismo platillo, ¿no te ha gustado? —Luka se plantó frente a Amelie del otro lado de la barra. Amelie lo miró. Movió la cabeza rápidamente.
—Esta tan rico que no quiero que se termine… —atinó a decir, por lo que él sonrío con gracia. Las palabras de Amelie eran sinceras nunca había probado una pasta tan exquisita como esa, había una vocecita en su cabeza que le decía que esa comida tenía demasiados carbohidratos, pero decidió ignorarla, había estado traumada con su peso por muchos años. No quería ser la Amelie de antes, pero por una vez, quería disfrutar de esa comida sin remordimientos. Valía la pena cada exquisito bocado, porque él chef también lo valía y no sabía porque, pero deseaba seguir viendo cocinar a Luka.
—Gracias, el mejor cumplido que me han hecho en
