El hotel al que llegó Amelie, no era tan lujoso, pero si suficiente cómodo como para pasar desapercibida entre la sociedad. Su madre era un icono en toda la ciudad, todas las personas la conocían. La gran Nora Davis. Ella solo era Amelie, la hija desconocida del matrimonio Davis. Siempre fue así. Entro a su habitación, el botones dejo las maletas a un lado de la puerta, ella le dio algo de propina y se marchó. Se miro al espejo, se observó detenidamente se quitó la peluca recogiéndose el cabello castaño suelto que caía como cascada sobre sus hombros, pensando en como podría hacer para que nadie la pudiera reconocer, ser otra persona. Podía maquillarse, pero no era tan experta haciéndolo, tampoco estaba segura de como se ponía la peluca que había comprado antes de dejar Massachussets. Ya había pasado la primera prueba pero necesitaba algo más, no podía dejar a la suerte que la peluca se moviera de lugar, necesitaba que pareciera cabello real, natural.
Resoplo fastidiada, ella no sabía nada de esos trucos de estilismo, nunca le interesaron, miro el reloj y no tenía mucho tiempo, necesitaba encontrar una solución lo más pronto posible, de eso dependía de que su plan saliera como ella esperaba.
Unos días atrás su madre le había llamado para informarle que había un evento que varias mujeres de la elite de Manhattan estaban organizando, se trataba de una cita a ciegas, cada una de ellas enviaría a sus hijos de entre veinte y veinticuatro años para que se conocieran, con el objetivo de que se formaran parejas entre los hijos de los más adinerados de la ciudad. Al principio Amelie se negó, pero luego de que Nora le dijera que Izan ya no era su prometido y ahora estaba con Alessia, su madre pensaba que era la mejor oportunidad para emparentar con alguien de su nivel. Fue entonces que a Amelie se le ocurrió un plan…
En Manhattan todos pensaban que estaba estudiando muy lejos, nadie sabia como era su físico ahora, aún tenían la imagen de aquella chica de la adolescencia, eso era algo con lo que podía jugar a su favor. Si tenía cuidado nunca nadie se enteraría que Abby James era en realidad Amelie Davis.
Después de darle muchas vueltas al asunto y pensar que había fracasado, se le vino a la mente una persona, aquel asesor de moda que su madre tenía como asistente personal cuando era niña. Se llevaba bien con él, era amable, pero no sabía si aún trabajaba para ella. Busco su contacto en r************* hasta que lo encontró. Hizo una llamada a su oficina mencionando que se trataba de una heredera millonaria que solicitaba sus servicios para que pudiera atenderla. Espero por espacio de quince minutos hasta que su rostro se ilumino con una gran sonrisa. Era él.
—¿Manolo? —se apresuró a decir.
—¿Qué Manolo? —escucho al otro lado de la línea. Amelie sonrío.
—Manolo Verochi.
—Si soy, ¿Quién desea hablar conmigo?
—Amelie.
—¿Qué Amelie?
—Amelie Davis.
—No te creo, se supone que estas estudiando lejos y este número tiene clave de la ciudad.
Amelie se mordió el labio inferior, al parecer Manolo estaba más enterado de sus asuntos de lo que ella pensaba.
—He regresado, pero por favor no le digas a mamá quiero darle una sorpresa, pero necesito tu ayuda muy urgente, ¿puedes venir al hotel en el que me estoy hospedando por favor? Te necesito.
Escucho como Manolo Verochi, del otro lado de la línea, resopló.
—¿Cómo es que Nora no sabe que estás aquí?
—Es una larga historia cuando estés aquí te la contaré —Amelie se sentía nerviosa de que Manolo no cooperara con ella, debía hacerlo trabajaba para su madre.
—Está bien, envíame la dirección en media hora estoy allá.
—¡Mil gracias Monolito! —casi dio saltitos de alegría cuando lo escuchó.
Colgó. Amy se sentía efusiva, lo más difícil ya estaba, estaba segura de que con la experiencia del gran Manolo Verochi, podría disfrazarse tan bien que nadie se enteraría de quien era en realidad. Ya sólo faltaba asegurar la presencia de Izan. Tomó su móvil y envió un mensaje de texto “Hola guapo”, escribió esperando tener una pronta respuesta. No pasaron ni dos minutos cuando un mensaje de texto entró a su celular “¿Abby?”, ella sonrío con malicia al parecer Izan Becker aún la tenia presente en su mente, no la había olvidado.
“si”, contestó.
“Te dije que ya no nos escribiríamos hasta que aceptarás vernos en persona, si no es para eso no me escribas”, Izan Becker era muy impaciente.
“es para eso”,
Entonces su móvil comenzó a vibrar. Izan era un hombre muy desesperado. Amelie rechazo su llamada y escribió un nuevo mensaje de texto.
“Nos veremos, en la terraza del tercer piso del Gran Hotel Plaza, en el evento de hoy”,
“Ahí no”, respondió, Amelie sabía la razón. Alessia Müller.
“¿Se enfada tu novia?” envió un nuevo mensaje.
Una nueva llamada entro, al igual que la anterior la rechazó.
“¿Qué novia?” mandó.
Abby espero un momento, quería desesperarlo hasta que la cabeza se le calentará y ya no pudiera pensar.
“Se todo de ti Izan Becker”
“Es hora de que balanceemos las cosas Abby, estaré ahí a las 8 y no faltes o nunca más volveré a responder uno de tus mensajes”.
“Okey”
No había vuelta atrás, esta noche después de tanto tiempo estarían frente a frente. No había vuelta atrás, quería que Izan pagará por todos los insultos del pasado, se lo merecía.
Una hora después Manolo Verochi entro a la habitación del hotel.
—Amelie, por un momento pensé que me estabas jugando una broma, ¿Por qué te hospedaste en esta zona de la ciudad? Si se entera tu ma…
Amelie sonrió mientras se acerca a abrazarlo.
—Mi madre no se enterará si no se lo dices —dio media vuelta y camino al centro de la habitación —te contaré porque te hice venir, quiero que me transformes en otra mujer que nadie pueda reconocer a simple vista.
Manolo frunció el ceño.
—Pero si ya estas convertida en otra mujer, ¡y que mujer! Estas perfecta, ¿Quién te hizo la lipo? ¿te operaste las bubis?
Amy soltó una carcajada.
—Si supieras… me refiero a que necesito que me maquilles lo suficiente para que nadie sepa quién soy en realidad, Amelie Davis.
Por un momento Manolo se quedó pensando, masajeo su barbilla pensativo, en que lío lo estaba metiendo esta jovencita traviesa.
—En primer lugar explícame, ¿para qué te quieres convertir en alguien más?
Amelie se sentó en la cama desviando la mirada hacía el espejo de cuerpo completo de la habitación que permitía que se observase. Se miro de manera nostálgica para después regresar la mirada hacía él.
—Quiero venganza —soltó con voz firme.
—¿Venganza?, ¿De quién? —Manolo se dio cuenta de que aquella Amelie tierna y regordita era ya sólo un fantasma en su memoria, de esa niña ya no quedaba más que el recuerdo, entonces se preguntó, quien era el culpable de que se hubiera convertido en una mujer tan frívola, superficial y sedienta de venganza.
—Izan Becker —el nombre salió de su boca.
El rostro de Manolo se convirtió en uno lleno de impresión y de sorpresa. Se descompuso al instante.
—Si tu madre se entera de esto, nos va a matar a los dos, a mí me despedirá y me hundirá en mi carrera y a ti te regresará por donde viniste —Manolo estaba escandalizado.
Amelie se pone de pie y posa sus manos en los hombros de Manolo.
—No se enterará, si hacemos las cosas bien —le guiñó un ojo.
—¿Por qué tendría que ayudarte?
—¿Crees que no me di cuenta la manera en que los Becker te trataban? —el rostro de Manolo se descompuso de nuevo—¿Cómo es Izan de jefe? —ella estaba tocando una fibra sensible en el corazón de aquel hombre.
Manolo tragó saliva.
—Es peor que sus padres… un verdadero ególatra arrogante.
—¿Crees que merece una lección?
Él asintió en silencio.
—Más que eso, gente como ellos no deberían estar a cargo de una empresa.
Amelie sonríe con satisfacción.
—Nadie se enterará de nuestro pequeño secreto, desde niña Izan siempre se burló de mi apariencia, al igual que Alessia Müller, mi venganza será rápida, pero letal, luego desapareceré a Abby James para siempre.
Manolo suspiró con derrota.
—Entonces comencemos de una vez.
Amelie le plantó un beso en la mejilla mientras sonreía alegre como una infante —gracias Manolito….