Todo queda en silencio. Un silencio incómodo, abrumador y hasta terrorífico. La cara de espanto de Leonora es de película, y yo ahora me siento mal de haberla puesto en una situación incómoda con Albert. Comprendo que este día es realmente doloroso para él, pero no acepto que se escude detrás de su frío muro para infringir temor a los demás. Ninguno de nosotros aquí es culpable de lo que pasó, y aunque su dolor es realmente grande, eso no justifica su mal trato hacía a mí, ni a nadie. —Supe que día es hoy, y lo que le estaba preguntando a Leonora, era si yo podía llevarle flores. Decido intervenir con voz calmada. —No hace falta que te tomes la molestia, gracias —responde a secas sin mirarme aun. —No es ninguna molesta… —me apresuro a decirle—. Realmente me… —Nadia, no. Me interrumpe