Me quedo mudo ante su pregunta. Ella tiene su mirada fija en la mía, y mi corazón palpita acelerado. Siento que el tiempo se ha detenido, siento que el aire me falta. ¿Debería de decirle la verdad justo ahora? —Creo que deberías de descansar… Ignoro su pregunta. Me siento como un cobarde en este momento. Pero es que ni yo mismo sé cómo responder a eso. Cierra sus ojos, se queja y lleva su mano izquierda a su frente. Me quedo esperando a que diga algo, a que me vuelva a insistir con la pregunta, o tan siquiera que me diga algún comentario que nada tenga que ver con nuestra conversación, pero no. No dice nada. —¿Nadia? —no responde. Frunzo mis rostro, y me acerco más a ella. Me cercioro de su presión, sus latidos, y hasta de su respiración. Todo parece normal, incluso el monitor marca