GRACIELA Termino la llamada. Adam me mira como esperando algo. —Hola —le digo, para romper el hielo. Sonríe. —¿Quieres comer algo? ¿Estás cómoda? Pues… en este momento lo único que me molesta es mi lamentable estado de mechoneada. Oh, cierto. —Estoy ensuciando tu sofá —señalo algo compungida. Entorna los ojos—. Me gustaría darme un baño, pero así no puedo —indico mi pie. —Si puedes. Lávate por partes, no es necesario que te metas completa bajo la ducha. Sólo intenta no mojar tus vendas —me alienta. —¿Y mi cabello? —Tú sólo lávate el cuerpo y ya veremos qué hacer con esos rizos con harina —sonríe nuevamente. Sale de la sala y regresa con una toalla limpia. Me alza en brazos y me lleva hasta el cuarto de baño de una de las habitaciones. Suavemente, me recuesta en la tina vacía