Viviana Sanders

1923 Words

—Pues… me la ha prestado Adam —confieso. Sin entrar en detalles, nadie los necesita. —¿Adam? ¿Adam Santiago? Claro, no existe otro Adam en esta universidad. Es el único gringo frustrado… —Sí, Adam Santiago. —¿El mismo Adam Santiago que yo conozco? —esta chica es muy cómica... se parece a mí—. ¿El bajito con cara de perro y peinado de dinosaurio? —¡Oh sí! ¡El mismo! —no puedo evitar reír. —¡Vaya! ¡Eres amiga de mi Adam! —aplaude y me abraza por el cuello—. ¿Quieres ser mi amiga también? Ser su amiga. Vaya. Eso es... sorpresivo. Me siento como en preescolar, pero... no veo por qué no pueda serlo, de todos modos. Es simpática –no tiene problema en sociabilizar con una pobre criatura de primer año–, graciosa, extrovertida, torpe como yo, y hasta parece amar el chocolate igual que

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